Alicante

La masonería en España está dejando atrás los caminos marcados por Inglaterra y Francia. Y Alicante se ha convertido en referencia de este particular movimiento independentista frente a los países que ayudaron a su vuelta tras la prohibición en la dictadura. "Este era el momento de consolidar lo que empezó hace décadas", afirma Alfonso Molina de la logia Constante Alona.

¿Por qué ahora, más de cuatro décadas después desde que la masonería se legalizara en España? Mientras toma un agua mineral en la mesa de un bar junto a un centro comercial, Molina explica que esta asociación "no comparte los mismos tiempos y plazos que el mundo profano, le otorgamos el tiempo que necesita".

Los masones, aún pocos, que hay en España se organizan por lo que denominan logias, "que es la unidad básica y autónoma". Como indica el responsable de esta agrupación alicantina, "cuando una persona se interesa por la masonería lo que menos entiende es lo de las obediencias, lo que quieres es ser parte de una logia. Y luego, con el tiempo, entiendes lo que es una obediencia".

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Estos conjuntos de agrupaciones, que podrían entenderse como una federación, son los que van marcando las líneas de actuación. Pero eso, como remarca Molina, tiene sus tiempos. De ahí que eso es lo que se necesita para "formar una opinión de en qué obediencia quieres estar". En el caso de Alicante las diferentes opiniones individuales de sus miembros fueron confluyendo "en el hecho de que creemos que en una obediencia española podemos estar más a gusto".

La erupción del volcán

Si este es el contexto teórico, en lo práctico se va reflejando con diferentes ejemplos de lo que significa. Y ahí hay una fecha en la que llegó la que consideran como la gota que colmó el vaso: el 19 de septiembre de 2021. La erupción del volcán de La Palma, que conmocionó a España, no tuvo el mismo impacto fuera de las fronteras. "Cuando ocurrió lo del volcán de Canarias desde allí no se dijo nada", cuenta el hermano Duman, el seudónimo que usa otro miembro de Constante Alona presente en la charla, sobre la actitud inicial de Francia. "Tuvo que ser la propia logia española la que empezara a reunir para donar".

"Cuando tienes tu centro neurálgico en París, lo que pasa en Tenerife, Granada o Cádiz te queda muy lejos", retoma Molina. Y ahí introduce otra metáfora de centralización para expresar la necesidad de cambio: "El Imperio romano ya se acabó hace tiempo". Al final, razona, "son cosas relativas a costumbres culturales, cómo trabajar, qué temas tratar" las que les acaban distanciando en su objetivo que, como indican, es apoyar "todas las ideas relacionadas con el progreso, la igualdad y la fraternidad, que son ideas por las que hay luchar".

"Cuando desde Francia nos indican los temas, corresponden a la realidad francesa, a la realidad española nos son prácticamente ajenos. Los temas de Francia son de un país mucho más desarrollado social y culturalmente. Nosotros tenemos nuestras problemáticas particulares", resume el responsable de la logia de Alicante.

"Cansados"

Y ese sentir se fue generalizando, como indicaba anteriormente, con más miembros —o hermanos en su terminología— que "estaban cansados de que desde Inglaterra y Francia se den las pautas de cómo tiene que funcionar la masonería en España".

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A partir de ese razonamiento se empiezan a replantear más temas. "Nuestra sensación era que le dábamos la espalda a muchos hermanos y apoyando una masonería que no necesita que se apoye, porque el Gran Oriente de Francia debe contar con cincuenta mil miembros. Y pensamos ¿dónde somos más necesarios? En una obediencia española que está intentando recomponer las cenizas de lo que era la masonería en España y que era naturalmente independiente de Francia e Inglaterra".

De hecho, "entre todas las obediencias del mundo hay un acuerdo en el que se considera que cada país debe tener su potencia nacional". La anómala situación en España producida por la prohibición durante la dictadura con la entrada de las obediencias extranjeras se extendió en el tiempo "y deberían ceñirse a su territorio, que es Inglaterra o Francia, del mismo modo que la Gran Logia Simbólica Española no intenta expandirse por esos países. Esto es algo que reconocen los masones de Francia. Y lo que esquivaban es que ya había una, la GLSE".

La salida oficial de la obediencia francesa se produjo el pasado septiembre. Meses después, saben que "se han fijado muchos masones hermanos en nuestra decisión" y que en la próxima asamblea nacional "muchos hermanos de otras logias nos van a preguntar por eso".

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Molina concluye con el deseo de que el ejemplo de esta iniciativa sea ejemplo nacional. "Queremos ser un referente para las otras logias que dependen de Francia, como unas catorce o quince, y del derecho humano otras tantas, y de la inglesa, que son muchos más, unos tres mil hermanos. Llega el momento de que no necesitamos a los ingleses y franceses, aunque los respetamos, pero queremos una obediencia soberana que represente a los del territorio".