Navidad a la ucraniana: así viven las fiestas los refugiados en Alicante
Los voluntarios de la asociación Amigos de Ucrania se reúnen para pasar las fechas señaladas en compañía de compatriotas y combatir la soledad.
28 diciembre, 2023 06:07Alicante ha acogido alrededor de 30.000 ucranianos desplazados por la Guerra de Ucrania, que ha provocado el mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial con más de ocho millones de personas afectadas. El conflicto cumplirá dos años el próximo 24 de enero de 2024 cuando se encuentra en una fase de desgaste que se complicará con la bajada de temperaturas del invierno.
La disputa entre Israel y Palestina ha desviado el foco de un choque que ha ocasionado enormes repercusiones sociales, más allá de la inflación y los altos precios en carburantes y materias primas. Con la llegada de las fechas navideñas, el sentimiento de añoranza y las pérdidas de aquellos que han tenido que cambiar su vida de un día para otro es más notable.
Los ucranianos que han tenido que separarse de sus familiares y de su hogar pueden encontrar un lugar donde sentirse como en casa en el local de la asociación Amigos de Ucrania, un espacio situado en Benalúa que une Alicante con el país atacado a pesar de los 3.000 kilómetros que los separan. La organización está formada por voluntarios que ayudan con recogida de alimentos, clases de idiomas, talleres y actividades a otros ucranianos.
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A la organización acuden tanto refugiados de la guerra como otros ucranianos que llevan más tiempo en España y quieren relacionarse con compatriotas. Incluso hay refugiados del comienzo del conflicto entre Rusia y Ucrania en el 2014. Es el caso de su presidenta, Anna Shkalenko, quien dejó la ciudad de Dnipró para buscar una vida mejor. Amigos de Ucrania nació hace seis años, pero "desde la invasión rusa se han multiplicado los asociados, antes nos reuníamos en una sala que nos dejaba el Ayuntamiento o en los parques, pero con el conflicto abrimos la Casa Ucraniana para que pudieran tener un lugar donde hablar, escuchar música y relacionarse con otra gente ucraniana".
La responsable aclara que no es un lugar donde se da cobijo a gente sin hogar, sino que es una zona de encuentro. "Por eso no hay refugiados que están en una situación muy difícil, porque si no tienes dinero, comida y futuro, lo que menos te apetece es conocer gente, tienes otras necesidades". Los refugiados que acuden al centro son los que ya están integrados, ya sea porque han encontrado trabajo o porque tienen estabilidad económica. "Hay muchos que mantienen sus negocios activos y los manejan desde aquí o que pueden trabajar en línea", añade la creadora de la asociación.
Al contrario de lo que se suele pensar, Anna asegura que la gran parte de los que escogen España no vienen con la idea de conseguir ayudas o residencias donde quedarse, lo hacen porque tienen una buena situación económica y pueden elegir un sitio con buen clima, gastronomía y seguridad. "Los ucranianos que requieren de más ayuda prefieren otros países donde dan más apoyo, aunque algunos que sí lo necesitan vienen aquí porque han escuchado que es un buen país", indica.
Navidad a la ucraniana
Uno de los principales objetivos de la Casa Ucraniana es crear un entorno donde poder mantener vivo el espíritu ucraniano y sus tradiciones, así como dar apoyo a las personas que se sientan solas. Por eso, la mayoría de voluntarios se juntan para comer y celebrar las festividades. Sin embargo, algunos lo hacen en las fechas tradicionales, mientras que otros lo harán según el calendario navideño soviético, cambiado este verano en Ucrania tras los ataques.
Los ortodoxos ucranianos rompen así con más de 100 años de costumbre, desde 1917, siguiendo el calendario juliano que celebra la Navidad el 7 de enero y se unen al gregoriano, ya usado en su día a día, aumentando la distancia entre Kiev y Moscú.
Adaptarse a la nueva fecha es complicado para algunos ucranianos, comenta Anna, "porque es una tradición de muchos años y necesitan acostumbrarse a celebrarla el día 25 de diciembre". Oksana, una voluntaria, indica que el día 24 hacen "una cena con 12 platos diferentes que no llevan carne". "Nochevieja es igual que aquí, pero no comemos uvas, bendecimos el año y damos las gracias por estar unidos", y añade que "algunos se reunirán con sus familias y otros voluntarios la pasarán juntos".
Lo que sí se hace en el país del este, como en España, es pedir un deseo o propósitos para el nuevo curso. Tatiana, una refugiada que llegó el pasado año desde Kiev a la Ciudad de la Luz, donde vivió tres meses hasta encontrar una casa compartida, tiene claro el suyo. "Mi sueño es que se termine la guerra y poder volver", dice en castellano básico. Como muchas otras, ha tenido que separarse de parte de su familia. Su hermano se ha quedado cuidando de su madre por sus problemas de salud.
"Mentalmente fueron unos meses muy difíciles, porque en Ucrania tengo mi trabajo y mi familia, estoy muy preocupada. Aquí no tenía casa, dinero ni amigas. Ahora soy feliz porque puedo ser voluntaria y ayudar", expresa.
Sin embargo, aunque el deseo generalizado es que finalicen las hostilidades, la presidenta de Amigos de Ucrania indica que no todos quieren regresar. "Si tú llevas dos años en España y tienes hijos, amigos, relaciones sentimentales, cómo vas a poder romper con todo eso, volverá alrededor del 60 %", estima.
Muñecas protectoras
Durante la visita de EL ESPAÑOL de Alicante, un grupo de niños estudian y hablan en su idioma natal en una mesa dedicada al repaso de deberes y al aprendizaje del español. Junto a las escaleras para subir a la planta superior hay cajas con comida recogida de donaciones. Arriba hay una sala con un árbol de Navidad donde se hacen charlas y diferentes actividades. El día de la visita es el turno de hacer unas muñecas tradicionales de Ucrania "que se realizan con la mano, sin aguja", resalta Oksana, la encargada de dirigir el taller y enseñar al grupo de refugiadas, que a su vez aportarán sus habilidades en otra sesión.
Las motankas son unas pequeñas muñecas de trapo que se elaboran con retales de tela. Generalmente se hacen en una sola pieza, atadas, y sin apenas costuras; y no tienen rostro. "No llevan ojos, ni labios porque se creía que si tenían la gente podía enfermar y sufrir daños", puntualiza la voluntaria.
Oksana afirma que cada una se caracteriza por una función especial. "Las que llevan una cruz en la cara son de protección y las que tienen el pelo largo dan suerte, y se puede llevar como amuleto para viajar, hay muchas diferentes, hasta algunas hechas con hierbas", declara, y añade que colabora enseñando castellano a otros voluntarios y haciendo de traductora para que entiendan los trámites que tienen que hacer para regularizar su situación.
"Cada una hace lo que sabe y ayuda lo que puede", remarca, aunque se muestra "muy preocupada" por la situación que se vive en su país, de donde la gente sale a la fuerza, "solo con su vida, ningún objeto, solo sus hijos y, a lo mejor, algún perro".