Lo dieron todo durante tantos años, siguieron una rutina al pie de la letra, experimentaron en cada despertar el sentimiento gratificante de sentirse útil. Y de repente la nada. Una realidad que muchas mujeres viven al llegar la jubilación. Socialmente, esta etapa de la vida se suele relacionar con la oportunidad de hacer todo aquello con lo que siempre soñamos hacer pero que nunca pudimos por falta de tiempo y por la lenta invasión del horario laboral en nuestros planes de vida. Sin embargo, en algunos casos, trabajar significa productividad y realización con una misma, por lo que la llegada de la jubilación puede llegar a sonar más a soledad que a oportunidad.
Frente a esta realidad, hace 57 años, la que fue la primera diputada provincial de Alicante, Ana Ballenilla, junto con Isabel Fajardo y Mercedes Alonso, fundaron una asociación para combatir la soledad de las mujeres "amas de casa". Un concepto que en aquel entonces todavía estaba de actualidad en el lenguaje del día a día. Un término que, aunque a día de hoy quede un poco anticuado, sigue recordando cuánto falta hace visibilizar el trabajo y la aportación de las mujeres en la sociedad. En sus inicios también figuraba entre sus miembros la primera técnico en consumo de Alicante Concha Galán, que hoy sigue al mando de la tesorería de la asociación.
Son médicas, enfermeras, cuidadoras, profesoras... Y de repente llega el temible momento de la jubilación que trae a sus espaldas un inesperado sentimiento de soledad y de "sentirse inútil". Así es el perfil de muchas mujeres que acuden a la Asociación de Consumidores, Amas de Casa y Usuarios de Alicante (ADACUA) para volver a pintar el cuadro de su vida con colores vivos.
Vida después de la jubilación
Hoy con 333 asociadas, la asociación se posiciona entre las más importantes de Alicante. Siendo un referente en término de inclusión y visibilización de la mujer de edad avanzada en la sociedad, constituye una verdadera vía de escape a la soledad de muchas mujeres que viven solas y/o se sienten poco realizadas en su día a día tras la llegada de la jubilación.
Sobre esta realización de una misma habla a este diario María José Sánchez, quien lleva cinco años al cargo de la gestoría de la asociación. "Todas las mujeres están dotadas de unos conocimientos y de unas aptitudes únicas que nosotras tratamos de poner en valor", asegura.
Ajetreada entre las llamadas desde la recepción de la asociación, María José procede a enumerar todas las actividades que esta asociación lleva a cabo, "son muchas", afirma, entre risas y orgullo. Justamente este viernes tienen planeado una merienda conjunta a ocasión del 8M.
Entre las actividades propuestas figuran las clases de ganchillo, francés, ajedrez, cocina, reciclaje textil, club de lectura, así como charlas organizadas para compartir sentimientos y emociones sobre temas como la soledad impuesta y el empoderamiento.
"Algunas mujeres vienen aquí destrozadas y tristes, y es precioso ver cómo pasan los meses aquí en la asociación y las vemos florecer de nuevo, es precioso", argumenta la gestora.
Sentirse realizadas
Socialmente se relaciona a las mujeres mayores como "abuelas" a los cuales se les inflige el cuidado de los nietos. Una tarea que la mayoría hacen encantadas. Sin embargo, a pesar de la alegría que trae el estar acompañadas por ellos, se encuentran con la realidad de que carecen de tiempo para ellas mismas. Una situación que conlleva muchas veces a que dejen de lado sus intereses propios y apartan la necesidad de sentirse realizadas.
Pepi lleva un año colaborando como voluntaria en la asociación. Ajetreada entre atender al teléfono y al mostrador de la recepción, cuenta con una sonrisa lo que supone para ella integrar este grupo de mujeres. "Estar aquí me da la vida", afirma con una sonrisa que se ve resaltada por los magníficos pendientes que luce. "He encontrado de nuevo un motivo para levantarme cada día". Emocionada, relata cómo sufrió un periodo de soledad tras dejar su trabajo de cuidadora en un colegio. "Venir aquí no solo te hace dar cuenta de la importancia de dar ánimos a los demás, sino también de dártelos a ti misma", sentencia.
Isidora y Pepa son las "amigas del alma" de la asociación. Tras haber participado a una de las actividades ofrecidas durante la mañana del martes y apresurarse para tomar su café, cuentan cómo integrar la asociación les ha permitido "conocer a gente nueva" y "compartir intereses" con otras mujeres.
Frente al mostrador de la recepción también se encuentran Lolina y Maria Aurelia, fieles miembros de la asociación "desde antes de los 90", aseguran que "a veces nos levantamos por la mañana con dolores, y es venir aquí y se te quita todo".
En el piso de arriba, Sissi se encuentra dando una clase de reciclaje textil a cuatro otras mujeres. Entre hilos y telas, las participantes van trayendo sus prendas que quieren "reciclar" y modificar para "darles una segunda vida".
Celina cuenta cómo, tras haber perdido 20 kilos a raíz de una etapa "muy mala" y "rozando la depresión", ha decidido darle una vuelta a su vida incorporándose a ADACUA. "Me ha ayudado a salir adelante y ahora arreglo mi ropa aquí para poder ponérmela de nuevo", cuenta.
"Chicas, por si os interesa, ahora mismo las prendas en la tienda Desastre están a 3 euros". Entre conversaciones, las mujeres del taller de reciclaje textil van tejiendo prendas como si de su vida se tratase. Y es que más allá de las clases, las mujeres de ADACUA han logrado tejer una verdadera red de solidaridad y de empoderamiento de mujeres