Una rama de jacarana en imagen de archivo.

Una rama de jacarana en imagen de archivo.

Vivir

Este es el árbol más bonito y odiado de Alicante que empieza a florecer en mayo

Las flores violetas de las jacarandas comienzan a colorear las calles de la ciudad de violeta y de una 'melaza' pringosa.

18 mayo, 2024 17:00
Alicante

Todos los habitantes de Alicante se han visto envueltos en el dilema de apreciar la belleza de las flores violetas de las jacarandas o maldecirlas por ensuciar sus calles o sus vehículos, que quedan pringosos por culpa de su característica resina.

El árbol más odiado de Alicante se denomina jacaranda mimosifolia y es un árbol alóctono porque procede de América del Sur, y ha llegado a la capital provincial porque tiene unas características idóneas para una gran ciudad. Además de por lo vistoso de sus flores.

Con la primavera, entre mayo y junio, la época de floración comienza y sus llamativas flores, de entre 4 y 5 cm formadas por cinco pétalos, comienzan a caer. Los polémicos seres son inevitables para cualquier alicantino, ya que representan un 12 % de todo el arbolado, el de mayor presencia, por lo que más pronto que tarde se es víctima de su belleza.

[¿Por qué una especie australiana es uno de los árboles más característicos de la ciudad de Alicante?]

Y si es tan sucio, ¿por qué es el árbol más común del catálogo alicantino? Desde 'Brota Alicante', el equipo que se encarga de cuidar las zonas verdes, explican que "es una especie utilizada habitualmente como árbol de alineación en paseos y calles".

El motivo, sus ideales propiedades. Resiste a la sequedad, agradece el sol más que la sombra. Se adapta a casi cualquier tipo de suelo. Su tamaño, que puede alcanzar los 20 metros de alto, se ve limitado en calles y avenidas. Y su crecimiento es rápido, sin exigir muchos cuidados.

Flores de jacaranda en imagen de archivo.

Flores de jacaranda en imagen de archivo.

Pero, sin duda, la característica más peculiar tiene que ver con su resistencia ambiental, ya que atrapa la contaminación. El árbol de jacaranda podría absorber el dióxido de carbono emitido por 1.405 vehículos situados en una calle de cien metros de largo. Y al cabo de un año, cada ejemplar puede tragarse una tonelada de CO2, según el estudio Los sumideros naturales de CO2 de la Universidad de Sevilla. En Alicante hay más de 6.000 jacarandas, por lo que eliminan 6.000 toneladas de CO2 que ayudan a limpiar el aire de la ciudad.

Sus colores no solo atraen las miradas, también a las plagas. En el lado malo de la balanza están los ataques de hongos y pulgones que sufre, que provocan que generen más 'melaza' con las que pringar la ciudad y hacer resbaladizas sus calles.

Las plagas de insectos se combaten con más insectos. La concesionaria Brota libera a bichos beneficiosos que actúan como pequeños soldados que acaban con la infección y consiguen devolver la planta a su equilibrio. Esta táctica no siempre es posible en todos los árboles, por lo que se sustituye por un tratamiento de pulverización con jabones biológicos.

Un técnico instala la caja con los depredadores en un árbol de Alicante.

Un técnico instala la caja con los depredadores en un árbol de Alicante.

Con la caída de las primeras flores a las aceras, los equipos de limpieza se ponen manos a la obra para mitigar los efectos de su floración, que se acentúa por los ataques de pulgón. En cada árbol se instalan dos cajas con los depredadores que se encargan de acabar, además del pulgón, con la psylla y la araña roja.

Alicante, como México

Los vegetales son comunes en el sur de España. Ciudades similares a Alicante como Málaga cuentan con un número parecido de ejemplares. Al otro lado del 'charco' colorean capitales americanas como Buenos Aires y, en especial, Ciudad de México.

La primavera en CDMX se disfruta sobre una alfombra de color violeta. Pero la historia de su llegada al país y su posterior apropiación en España tiene que ver con Japón. Y es que fue un jardinero nipón quien pintó México con tonos rosados. 

Hace casi un siglo, Tatsugoro Matsumoto, quien se enamoró del lugar, recibió el encargo en los años 30 por parte del presidente Pascual Ortiz Rubio de plantar cerezos para crear un paisaje con el que maravillar a los mexicanos. El problema fue el clima. Las altas temperaturas no permitían recrear las oníricas escenas niponas de almendros en flor. Al obstáculo le puso una ingeniosa solución. Sustituirlas por semillas un árbol tropical, resistente e igual de bello, la jacaranda.