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Cuando se habla de la llegada de los fenicios al extremo occidental del continente europeo se suele citar Cádiz -antigua Gadir- y Málaga -antigua Malaka- como sus ciudades más representativas. Sin embargo, las colonias fenicias en la Península Ibérica tienen otro referente muy conocido en el ámbito arqueológico especializado y desconocido por el público general, Guardamar del Segura.

Tres yacimientos en el municipio alicantino atestiguan la importancia del pasado fenicio en la desembocadura del Segura: La Fonteta, Cabezo Pequeño del Estaño y el Castillo. Tres complejos que revelan la importancia de la colonia oriental en la Edad del Bronce Tardía de la provincia de Alicante. 

La localización no es casual. Los fenicios buscaban un fácil abastecimiento de materias primas como los metales (hierro, plomo y plata esencialmente) y rutas comerciales con la población autóctona en las que valoraban la riqueza agrícola y la sal, entre otros recursos. El río Segura era una puerta natural hacia los territorios donde se podían conseguir todos ellos.

El descubrimiento de los restos arqueológicos fenicios, sobre todo los de la ciudad amurallada de La Fonteta, fueron casuales. Ya se conocía la presencia fenicia en Cabezo Pequeño del Estaño (descubierto en 1989) y que se piensa que era una fortificación "filial" de la polis.

Su derrumbe y reconstrucción se ha datado recientemente en el 740 a. C. tras uno de los episodios sísmicos más importantes de la Antigüedad de los que se tiene conocimiento. La Vega Baja del Segura es especialmente sensible a los terremotos. El promontorio, de 3.000 metros cuadrados de extensión de forma triangular a modo de espolón sobre el curso fluvial de Segura.

Principales centros fenicios en la Península Ibérica. Plan Director para Convservación la Rábita y la Fonteta/ MARQ

Según Alfredo González Prats y Antonio García Menárguez, los primeros arqueólogos en estudiarlo, se trató de "un complejo y potente sistema defensivo, perfectamente adaptado al terreno y que discurría, antes de la destrucción parcial del cabezo, por toda la ladera occidental, el frente meridional y el sector de fácil acceso de la ladera oriental, actuando posiblemente el cauce fluvial como foso de defensa natural en su vertiente norte y nordeste".

Cuando se comenzó a finales de los 90 la rehabilitación de Rábita Califal, las dunas gradamarencas revelaron el tesoro arqueológico debajo de sus arenas: una de las ciudades fenicias más al norte de la Península Ibérica. Con unas murallas de casi 5 metros de anchura y 10 metros de altura. De hecho, se conservan lienzos de más de 4 metros de altura.

La Fonteta, se construyó en torno al 600 a. C. Su muralla, en un reciente estudio publicado por Alberto J. Lorrio, Ester López Rosendo y Mariano Torres Ortiz, "presenta elementos característicos de una obra de carácter oriental, como su construcción mediante cajones macizos ajustada a parámetros métricos establecidos, la presencia de torres cuadrangulares o el uso de mampostería de piedra y alzados de adobe y tierra, rematados con almenas. Además, se han identificado forros ataludados, una rampa o glacis y un foso en V, algunos de indudable origen oriental, pero otros de claro influjo indígena".

Estos autores detallan que "uno de los elementos más singulares de la fortificación de La Fonteta lo constituye la presencia de torres de planta cuadrangular adosadas al cuerpo central de la muralla". Y que "aunque la presencia de glacis es considerada como una de las características de las murallas fenicias en Oriente (...) lo cierto es que los asentamientos fenicios occidentales no cuentan con plataformas inclinadas artificiales al exterior de sus cimientos".

El río Segura, cerca de su desembocadura en Guardamar. Guardamar del segura. Arqueología y Museo /MARQ

González Prats llega incluso a inducir que sus espacios religiosos estaban dedicados "a una de las divinidades del panteón fenicio, complementaria tal vez de la Astarté que se veneraba en el Castillo de Guardamar y cuya advocación sabemos continuaba en época ibérica". Y los industriales, centrados en las fundiciones metalúrgicas, dados los vestigios de cenizas y escorias que se han encontrado.

También, de comercio general ya que se han a descubierto todo tipo de cerámicas de distintas procedencias del Mediterráneo (lucernas, platos de ala, cuencos carenados, oinokhoes de boca de seta, trípodes) y vasos realizados sobre huevos de avestruz con restos de ocre rojo por el interior y decoración exterior bicrómica.

González Prats, en otro texto recogido en Guardamar del Segura. Arqueología y Museo editado por el MARQ, detalla los problemas geográficos a los que debieron enfrentarse los fenicios en Guardamar. Así, expone que "sabemos que la línea de costa antigua, en torno a mediados del siglo VIII a.C., estuvo en la misma zona donde un centenar largo de años después se instalaría el paramento oriental de Fonteta IV. Por lo tanto, el avance dunar, los temporales de levante y las fuertes lluvias ocasionales debieron preocupar a nuestros fenicios de Fonteta más que la presión beligerante de las gentes".

En el Plan Director publicado por el MARQ en 2013, Garcia Menárguez concluye que "el descubrimiento del enclave colonial fenicio de La Fonteta supuso asentamiento fenicio un fuerte impacto en los estudios sobre la colonización fenicia en la de La Fonteta Comunidad Valenciana, donde es el único asentamiento fenicio descubierto a día de hoy".

Y añade, "pero es también un enclave destacado para la reconstrucción del proceso de expansión comercial de las ciudades estado fenicias, principalmente Tiro, hacia occidente, y para el conocimiento sobre el proceso de formación de uno de los más célebres pueblos prerromanos de la Península Ibérica: Los Iberos".

Los expertos aseguran que La Fonteta pudo haber ocupado hasta 8 hectáreas y mientras se sigue excavando ya no hay dudas de que se trató de una de las principales ciudades fenicias del Mediterráneo.