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Si bien algunas veces se hace por decisión propia, emigrar a otro país nunca es un proceso muy fácil.

En la provincia de Alicante, la población extranjera residente crece cada vez más a lo largo de los años.

Y es que la provincia dota de unas características que no solo atraen a los turistas durante todo el año, un fenómeno que se hace destacar con el auge de la desestacionalización del turismo, sino que cautiva también a extranjeros que deciden quedarse a vivir.

Torrevieja, con sus 122 nacionalidades registradas entre sus más de 100.000 habitantes, destaca por su clima, sus actividades culturales y su calidad de vida.

Y es que los grandes atractivos turísticos de la ciudad de Torrevieja han sido a lo largo de los años los responsables directos del aumento de población extranjera en la localidad.

Una cifra de 100.000 habitantes residentes que le ha permitido consolidarse como la tercera ciudad con mayor número de habitantes de la provincia de Alicante y la quinta de la Comunidad Valenciana.

De esos más de 100.000 habitantes, 50.477, 50.26 % son españoles y la otra mitad, 49.944 (49.74 %) provienen de 122 nacionalidades diferentes.

Entre estas personas extranjeras, los ciudadanos procedentes de Ucrania (7.650), Rusia (5.837) y Gran Bretaña (4.912) son los que más presencia tienen en el municipio.

Los belgas residentes en Torrevieja superan los 1.500. Una cifra que ha desembocado en la creación de una comunidad dentro de la ciudad.

Michel y Sandra

Hace tres años y medio, Michel y Sandra, una pareja de jubilados belga, lo "dejaba todo" en su país para aventurarse en una nueva vida en Torrevieja.

25 años atrás, el matrimonio compró una casa en la localidad alicantina para hospedarse durante las vacaciones.

Desde entonces, cada año la pareja se acostumbró a visitar la ciudad, quedándose ahí durante varias semanas.

A lo largo de los años, Michel y Sandra empezaron a "cansarse" de la vida en Bélgica, notando cómo, poco a poco, su calidad de vida iba bajando.

"Yo trabajaba en la hostelería pero cada vez era más difícil asumir el coste de vida en Bélgica", asegura Michel.

A la llegada del Covid-19, la situación se hizo cada vez menos sostenible. Tras un momento de duda, fue la hija de Michel quien convenció a la pareja para que se fueran a España.

"La decisión no fue fácil porque acabábamos de ser abuelos, pero mi hija me dijo que teníamos una casa en Torrevieja y que a qué esperábamos para irnos", relata Michel.

Los primeros meses fueron los más duros. Pues la pareja dedicó gran parte de su tiempo en llevar a cabo trámites para adquirir la residencia y el NIE.

"Mi mujer es muy inteligente y gracias a ella lo resolvimos todo muy rápido", asegura Michel.

Durante esas semanas, conocieron a Jean Paul Mulero, el actual director de la oficina de atención al Residente Internacional del Ayuntamiento de Torrevieja.

"Jean Paul nos ayudó enseguida y facilitó enormemente nuestra integración", destaca Sandra en una conversación telefónica con este diario.

Poco a poco, y con un deseo de integración siempre muy presente, fueron conociendo a varias personas de su vecindario. "Queríamos integrarnos de la mejor forma y para ello quisimos hablar más con españoles que con otros belgas", afirma la pareja.

Integración

Sandra, quien habla con un castellano fluido, asegura que aprendió el idioma "yendo a la piscina de la comunidad". Ahí, se sentaba durante horas con otras mujeres de su vecindario a charlar.

"Al principio no entendía nada, así que no hablaba, tan solo escuchaba, pero poco a poco me iba integrando y comenzaba a participar en conversaciones", asegura.

En cuanto a Michel, asegura que también aprendió castellano "en la calle". "Tuve que esforzarme para hablar con la gente y perder la vergüenza".

De hecho, asegura que invita a las personas hispanohablantes a que le "corrija" cuando comete un error: "Es muy importante para mí y para mejorar mi español", asegura.

Además de su clima imbatible, la pareja destaca de Torrevieja, la "amabilidad" de la gente y la "increíble acogida" que tuvieron nada más llegar, aunque ambos aseguran haber tardado unos dos años antes de sentirse totalmente integrados.

Otra de las características que la pareja destaca de Torrevieja son sus "mentalidades abiertas". "En Bélgica es impensable para una chica ir en falda corta sin que la acosen los hombres, y aquí en Torrevieja vemos que las mujeres no sufren tanto acoso callejero", asegura Sandra.

En definitiva, "Torrevieja nos ha cambiado la vida, en Bélgica teníamos muchos problemas y ahora vivimos en paz", concluye la pareja.