La situación de la vivienda en Alicante está en un momento crítico y encontrar casa puede ser más complicado que nunca. Si bien hay inmuebles especiales que destacan entre los demás por tener supuestos fantasmas o historias de sangre en su interior para los compradores más atrevidos.
Dos agentes inmobiliarios cuentan a EL ESPAÑOL los casos más extraños a los que se han enfrentado en el sector, desde viviendas donde gente ha sentido experiencias paranormales hasta una casa incendiada que acabó en tragedia. Además de inmuebles llenos de bichos y roedores o en zonas conflictivas.
El experto en el sector José Manuel Hernández relata uno de los casos más extraños que han ocurrido en su inmobiliaria, InmoFreelance. "Durante la visita a una casa de un matrimonio donde había fallecido la mujer, una señora que estaba interesada en la vivienda le comentó a un compañero que le gustaba mucho la casa, pero que no la compraría porque había una mujer que aún habitaba en ella y la estaba vigilando", señala.
Hernández apunta que "era un matrimonio muy mayor y estaban muy unidos", y añade que "la mujer tenía una enfermedad complicada". Además, recuerda que el comercial contó la historia "blanco y muy nervioso", ya que había realizado numerosas visitas a la vivienda con normalidad hasta ese día.
El trabajador asegura que desde comenzó en este negocio en el año 1989 nunca ha experimentado ninguna situación similar. "Hay otra casa en Villena que antiguamente era un restaurante y está situada en el casco antiguo que tiene otra leyenda", afirma."La residencia era de un nivel adquisitivo bastante importante en la época y existe el rumor de que su propietario, que importaba plátanos de Canarias, se arruinó y ahorcó". Desde entonces "algunas personas dicen han visto su cuerpo por allí", expresa el agente.
El experto también apunta una vivienda que le tocó vender que estaba ocupada y en un estado "horrible con gran acumulación de ropa y que necesitaba una limpieza valorada en 9.000 euros". Así como otra en la que un hombre había fallecido decapitado con una máquina de cortar mármol.
Casa por 28.000 euros
Actualmente se encuentra vendiendo otro inmueble con un "precio demoledor de 28.000 euros para Alicante, pero está en la cuesta de Juan 23, una zona conflictiva", por lo que, a pesar de recibir "seis llamadas diarias, nadie se atreve a comprarla después de contarles la situación del entorno, donde son comunes las peleas de gallos".
Ante estas situaciones que pondrían a prueba al mejor vendedor, Hernández apuesta por no contar de más "para no tener algún problema a la hora de venderla, aunque siempre siendo sinceros, como en la casa del edificio problemático, información que los clientes agradecen".
En el caso de la casa ocupada resolvió la papeleta "potenciando las cosas buenas que tenía la residencia, como la urbanización de buen nivel y una terraza grandísima", con lo que consiguió venderla a unos clientes que vieron la oportunidad "con mente abierta y más allá de la basura".
Incendio y Diógenes
David Molina, de la empresa Domobo, tuvo que hacer frente a la venta de una vivienda que había sufrido un incendio causado por un brasero o una estufa y en el que había fallecido una persona. "En el caso de una casa incendiada no hay nada que hacer a nivel de decoración", revela el agente. "Lo que tienes que hacer es seleccionar quién es el público ideal para esa vivienda", argumenta, y añade que "esa casa era imposible de vender a una pareja joven que compra su primera residencia, no tiene ahorros y no sabe cómo arreglarla".
El comprador de la residencia, un experto en la construcción, nunca supo de este suceso y los agentes, como manifiesta Molina, prefieren mantenerse al margen "para no tomar cierta posición y conservar la objetividad". El vendedor es partidario de crear "una réplica virtual de las propiedades y enseñar los planos a los clientes" en casos en los que no se puede presentar la casa.
Molina presenta otra actuación extrema. "Una casa donde vivía una persona con síndrome de Diógenes en grado máximo que había perdido la cabeza", comenta. La situación era tan complicada que "el señor no lavaba la ropa, lo que hacía era comprar prendas de segunda mano continuamente y las iba amontonando dentro de la casa".
Debido a los roedores, bichos y basura acumulada, declara que cada vez que la visitaba "tenía que ir directo a la ducha". Dos situaciones se le abrieron a Molina: adecuarla y elevar el precio tras meses de trabajo o venderlo con el problema. Finalmente, el inmueble se vendió "muy barata, una ganga". "Estos casos son muy buenas opciones de compra para quien tenga los escrúpulos de resolver sus problemas", sentencia Molina.