La época más mágica del año ya está aquí, y cada vez son más los alicantinos que comienzan a planificar las celebraciones navideñas.
Además de los numerosos mercados navideños que pronto abrirán sus puertas en distintos rincones de la provincia, recorrer los encantadores pueblos de Alicante se presenta como una fantástica alternativa para vivir la Navidad mientras te sumerges en el rico patrimonio histórico y cultural de la región.
Que Alicante esté llena de pueblos con encanto no es ninguna novedad. Cada uno con su personalidad única, representan auténticas joyas de la provincia.
Con cerca de 34.000 habitantes registrados, Villena ha dejado atrás su identidad como un pequeño pueblo para convertirse, con el paso de los años, en una verdadera ciudad.
Villena es mucho más que una ciudad; es un auténtico crisol de culturas que han dejado su impronta a lo largo de los siglos. Su estratégica ubicación, en la confluencia de varias regiones, la ha convertido en un punto clave tanto de encuentro como de conflicto entre distintas civilizaciones.
Desde los íberos y los romanos hasta los árabes y los cristianos, Villena ha sido escenario de innumerables acontecimientos históricos. Uno de sus emblemas más destacados es el Castillo de la Atalaya, una imponente fortaleza que se alza sobre la ciudad como testigo de su rico pasado.
Conocido también como el Castillo de Villena, esta majestuosa construcción de origen islámico, que data del siglo XII, fue edificada durante el dominio musulmán y posteriormente reformada tras la Reconquista. Situada estratégicamente en una colina, la fortaleza no solo simboliza la historia de la región, sino que también ofrece impresionantes vistas panorámicas de Villena y sus alrededores.
La estructura es un destacado ejemplo de la arquitectura militar medieval, caracterizada por su diseño con doble muralla y una imponente torre del homenaje de planta cuadrada, su elemento más emblemático. En su interior se pueden apreciar detalles arquitectónicos únicos, como las bóvedas almohades, una auténtica rareza en la península ibérica.
Declarado Monumento Nacional en 1931, este castillo es un destino turístico imprescindible en la región. Además de su relevancia histórica, sirve como escenario para eventos culturales, visitas guiadas y actividades educativas. Forma parte, asimismo, de los 11 castillos que componen la emblemática Ruta de los Castillos del Vinalopó.
Teatro Chapí
Además de su impotente castillo, Villena alberga una auténtica joya arquitectónica y cultural.
Inaugurado en 1925, el Teatro Chapí recibe su nombre en honor a Ruperto Chapí, uno de los compositores más destacados de la zarzuela española y natural de Villena.
El edificio es un hermoso ejemplo de arquitectura ecléctica de principios del siglo XX. Su fachada principal, con detalles ornamentales y un diseño elegante, es un orgullo para los habitantes de la ciudad. En su interior, el teatro cuenta con un aforo considerable y una acústica excelente, lo que lo convierte en un lugar ideal para espectáculos escénicos.
A lo largo de los años, el Teatro Chapí ha albergado una gran variedad de eventos, desde zarzuelas y óperas hasta conciertos, obras de teatro y festivales. Es un centro neurálgico de la vida cultural de Villena y un punto de encuentro para la comunidad local y visitantes.
Villena combina historia, cultura y tradición, haciendo de ella un destino imprescindible para quienes desean explorar el rico patrimonio del interior de Alicante estas navidades y durante todos los meses del año.
Espíritu navideño
Además de dejarte sorprender por su castillo y su teatro, esta época del año se vive intensamente en la ciudad.
Así, además de su tradicional mercado navideño, la localidad se viste de Navidad por todos los rincones desde la Plaza Mayor hasta el imponente Castillo de la Atalaya, Villena se transforma durante la temporada navideña.
Los mercados tradicionales llenan las calles empedradas, mientras que las luces festivas adornan los monumentos históricos. El Mercado Central y la Iglesia de Santiago sirven como puntos de encuentro para las celebraciones comunales, donde los villenenses comparten sus costumbres centenarias con todos los visitantes.