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La Navidad ya está a la vuelta de la esquina y no hay nada mejor que hacer una buena ruta de senderismo para prevenir los excesos navideños.

La provincia de Alicante es conocida por sus múltiples senderos que puedes recorrer a lo largo de todo el año para descubrir el rico patrimonio natural de la zona.

Con la llegada del frío, muchas son las personas que se animan a salir a la montaña y recorrer los mejores paisajes de la zona que no siempre se pueden contemplar en verano debido a las temperaturas sofocantes.

Concretamente, existe un sendero que es ideal para esta época del año. Entre las ciudades de Benidorm, L’Alfàs del Pi y Altea, se encuentra la Serra Gelada, un imponente parque natural que ofrece una de las rutas de senderismo más espectaculares de la región.

La ruta

Este camino, conocido como la Travesía de la Serra Gelada, es una experiencia que combina el desafío físico con vistas de ensueño, donde el azul del Mediterráneo se fusiona con la majestuosidad de acantilados dorados.

La travesía es una ruta lineal de unos 8 kilómetros, recomendada para senderistas con experiencia debido a su dificultad técnica.

Desde el primer paso, el sendero se presenta como un auténtico desafío, con subidas empinadas, descensos pronunciados y una serie de crestas que parecen emerger del mar como colosos vigilantes.

A pesar de ello, cada esfuerzo se ve compensado por panorámicas que te roban el aliento: el horizonte infinito del Mediterráneo, las bahías de Altea y Benidorm, y las cimas que parecen tocar el cielo.

El sendero parte desde el faro de l’Albir, un punto de inicio más accesible y familiar, pero rápidamente se adentra en terrenos agrestes, alejándose del bullicio turístico.

Aquí, la naturaleza domina, y el único sonido que acompaña tus pasos es el murmullo del viento y las olas rompiendo contra los acantilados, algunos de los cuales alcanzan los 300 metros de altura.

La Serra Gelada no solo es un deleite para los amantes de las vistas impresionantes, sino también para quienes aprecian la riqueza ecológica.

Este parque natural alberga una flora y fauna singulares, adaptadas a las condiciones extremas de sus suelos calcáreos.

Durante la caminata, es posible avistar aves como el halcón peregrino y el cormorán moñudo, además de numerosas especies endémicas de plantas, que pintan el paisaje con tonos verdes y amarillos.

Finalmente, la travesía culmina en el mirador de la Cruz de Benidorm o en el área costera de Altea, dependiendo del sentido elegido. Sea cual sea tu destino final, la sensación es la misma: un profundo respeto por la naturaleza y el regalo de haber sido testigo de una belleza que parece fuera del alcance humano.