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Desde la ciudad de Alicante hasta los rincones más alejados y con menor población, la provincia está llena de lugares con encanto y personalidad única.

Alicante se distingue cada año por contar con algunos de los pueblos más hermosos de España. Un ejemplo destacado es Guadalest, un enclave que ha sido reconocido en varias ocasiones por su belleza.

A comienzos de enero, la revista de viajes National Geographic publicó un nuevo ranking que incluye los 100 pueblos más bonitos de España. Según el informe, "esta selección recorre la España menos habitada y sus pueblos más emblemáticos, donde es posible descubrir lugares Patrimonio de la Humanidad y disfrutar de algunos de los platos más representativos de nuestra gastronomía. La lista ha sido elaborada siguiendo los criterios editoriales de los diferentes miembros de Viajes National Geographic.

En el primer puesto se encuentra uno de los pueblos con más encanto de Alicante, y de España, a juicio de la popular revista. Así, Altea se ha ganado la cabeza de la lista gracias a su privilegiada ubicación, sus casas de piedra blanca que reflejan la luz del sol y dejan anonadado a cualquier pasante, así como las cúpulas azuladas de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, que se pueden distinguir a kilómetros de distancia.

Y es con un relato poético y precioso que la famosa revista ha homenajeado a nuestra "pequeña Grecia". En el escrito, se pueden leer textos como: "Bajo los primeros rayos de sol, Altea se levanta con el graznar de las gaviotas, acompañadas fielmente por unos barcos que duermen en el puerto y otros que, desvelados en la lejanía, recuerdan que este pueblo alicantino una vez fue de pescadores y de labradores. Hasta hace poco, la calle del Sol todavía olía a pescado y a saladura, y de las puertas colgaban cortinas negras, indicando que se estaba en el barrio marinero".

La revista también ha querido destacar el rico patrimonio histórico y cultural de la localidad: "Este legado cultural bebe de su pasado íbero, romano, musulmán y cristiano, visible en sus museos, monumentos y barrios. Los períodos íbero y romano dejaron asentamientos en los alrededores de la localidad, pero fue durante la época musulmana, en la que esta localidad alicantina perteneció a la taifa de Denia, cuando se asentaron las bases de lo que hoy es Altea. Su casco antiguo, conocido como el Fornet, revela esta herencia morisca que la ha acercado al mar y ha llenado sus fachadas de azulejos", recoge el artículo.

La localidad

Conocida como "la cúpula del Mediterráneo", Altea espectaculares vistas del mar Mediterráneo y de la Sierra de Bernia desde sus numerosos miradores, como el de Cronistas. Las panorámicas de la costa, junto con los techos blancos y las cúpulas azules del pueblo, crean un paisaje espectacular.

Sus calles empedradas y estrechas, bordeadas por casas blancas adornadas con flores y puertas de colores, crean una atmósfera muy especial. Las subidas y bajadas de sus calles conducen a la Plaza de la Iglesia, donde se encuentra uno de los iconos más representativos de Altea: la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo.

También conocida como La Iglesia de la Cúpula del Mediterráneo, se trata de uno de los monumentos más simbólicos de Altea. Situada en lo más alto del casco antiguo, esta iglesia es famosa por su impresionante cúpula de azulejos azules y blancos que destaca entre el paisaje y es visible desde gran parte de la localidad, e incluso desde muchos puntos de la costa cercana.

Ahí, las playas son el principal reclamo. A diferencia de otras localidades de la Costa Blanca, las playas de Altea suelen ser más tranquilas y menos masificadas. Algunas de las más conocidas son la Playa de la Roda y la Playa de Cap Negret, que combinan zonas de arena y grava, ideales para disfrutar de un baño relajante o paseos junto al mar.

En definitiva, Altea es una localidad con mucho encanto e identidad propia que se puede disfrutar tanto en los meses de verano como en los días libres de invierno.