En 1924 abrió el horno Ferri Santamaría en El Palamó y casi un siglo después es el favorito de los jurados que eligen la mejor mona de Pascua de Alicante. Este año han vuelto a ganar un premio que han conseguido cuatro veces en las últimas siete ediciones.
Juan José Ferri y Nieves Espinosa aseguran que pese a esa aparente facilidad en lograr el favor de los especialistas, cada vez que se gana genera mucha alegría: "Lo hacemos con mucho cariño e ilusión de que te salga bien". Desde su panadería, enfrente de la iglesia de San José, celebran este reconocimiento la tarde de un miércoles en el que están a punto de terminar su jornada de apertura al público.
A partir de este jueves esperan que vuelva el runrún de los que preguntan por las monas de Pascua. Esta última semana ya han estado trabajando en ellas para ofrecerlas a sus clientes que se han ido a vivir fuera de Alicante y quieren recogerlas para tenerlas ya.
Y esto es un ejemplo de cómo trabajan aún en este horno en el que al entrar se redescubre el placer de los olores de los hornos de antes. "Nos han llamado de otros despachos para que le sirvamos para vender, pero siempre hemos dicho que no", cuenta Ferri hijo mientras su madre asiente. Producen lo que pueden en familia y en semanas como estas, saben que todos tienen que arrimar el hombro y ayudar. Como ha sido durante tres generaciones.
Solo en El Palamó
Su presencia digital se limita solamente a Facebook, donde promocionan y dan a conocer sus productos, pero no hay envíos a domicilio. Y se enorgullecen de que estando en las afueras de Alicante tengan clientes que vengan de otras localidades porque quieren probar lo que ellos hacen. Es el lógico efecto de atraer la curiosidad de los clientes nuevos que les descubren por los premios que ganan y el de mantener a los que les conocen de siempre.
Ferri hijo acaba "de subir de Alicante", donde trabaja, para celebrar con la familia el premio. "Somos una familia que vive en El Palamó desde hace muchas generaciones", cuenta con indisimulado orgullo, "y aunque es un barrio de Alicante desde 1932, siempre ha habido un sentimiento de identidad propia, de decir que somos de aquí". Y mantener el trabajo en la panadería es una forma de reivindicar el pueblo y la historia.
Estos premios que otorga el gremio provincial de panadería y pastelería de Alicante cumplen con esta su vigésima edición y suponen la vuelta después del parón de la pandemia. Otorgarlos, como cuenta Trino Muñoz, ayuda a mejorar la calidad del sector en un producto tan tradicional como este. Porque, como apunta, una buena mona no puede saber como comer un bollo suizo.
Ahí es donde entra en juego el mérito de la panadería Ferri Santamaría. "Le ponemos lo que se le tiene que poner, es la misma receta de toda la vida, la que han hecho las madres en casa y traían al horno para cocerlo", cuenta Nieves. Y aunque no quiere entrar en detalles, su hijo sí que tercia destacando la importancia del producto: "Lo que mata es cuando sustituyes la ralladura de limón por la esencia, eso se nota". Y ahí Nieves recalca que "es importante que el limón sea fresco y que huela bien, que no sea pasado".
Valorar lo bueno, como disfrutar de un premio o una de sus monas, no evita que este sea un oficio complicado de "muchas horas, muchos días". Por eso repiten que "en un negocio familiar hay que defender lo tuyo y es muy bonito y satisfactorio cuando te dicen que vengo de Elche o de Campello. Ese es el mayor premio que hay, un reconocimiento al trabajo". Es la satisfacción de saber que un local que no está en el centro de la ciudad tiene ese extenso recorrido, incluso entre diferentes generaciones, "y que la gente te diga que ha valido la pena subir al Palamó y coger la mona".