Tomar una copa de vino entre las estrellas aún no es posible, pero Rafael Cañizares ha vivido una de las experiencias más próximas a ello: disponer del Centro Espacial de Houston. En los veinte años que lleva exportando vino de Alicante y Castilla-La Mancha a Estados Unidos, presentar sus botellas de Volver o Tarima Hill en la sede de la NASA es un momento que no olvidará.
Y no solo por lo que costó, bromea sobre una cantidad que desvela, sino por la emoción que supone estar en la sede del museo espacial que conserva la Apollo XI, la primera nave que llevó al hombre a la luna. "Todos los años hacemos una presentación con los vinos en Estados Unidos con los importadores Winesellers", recuerda, "y como fue en Houston, ¿qué mejor que hacerlo en la NASA?".
Aquella locura reunió a un centenar de personas, cuenta risueño sentado en su despacho de Bodegas Volver en El Pinós: "Cerrar los españoles la NASA fue una pasada". Este ejemplo demuestra la buena acogida que tienen sus vinos en Norteamérica. En 2017 la revista Wine Spectator escogió su Tarima Hill del 2015 entre los mejores del mundo y ahora la añada del 2020 es uno de los diez mejores en calidad-precio.
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Un éxito del que puede presumir cuando este 2024 cumple dos décadas desde que consiguiera introducirse en Estados Unidos. Y sin saber inglés. Un reto que se había marcado porque es el primer mercado mundial de este sector, "allí tienen mucha cultura a partir de los vinos californianos, franceses e italianos. Les hablas y saben qué estás diciendo. ¿Qué mejor que vender en un sitio donde la gente sabe de vino?".
Cañizares inició sus exportaciones a partir de sus bodegas en la Mancha, pero a partir de 2011 lo hizo con la de Alicante. "Ellos están abiertos a probar otras variedades, como la monastrell", explica. Este cultivo de la provincia, Jumilla y el sur de Francia, entre otras regiones, es conocido también por su nombre galo, mourvèdre, lo que cree facilita también ese reconocimiento entre los especialistas. "Para ellos es todo vino español porque no diferencian zonas", apunta en referencia a las denominaciones de origen.
Eso sí, cuando consiguió entrar en esa selecta lista en 2017, no se esperaba el hacerlo con la monastrell alicantina en lugar del tempranillo. "Fue mi sorpresa porque lo hicimos en seis años y empezaron a reconocer el vino", explica. Una de las razones por las que consiguió esa identificación es porque "para ellos era el de casa, muy parecido al californiano: con textura, con cuerpo".
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Y de ahí a entrar en lo que esta revista mensual llama el Grand Tour, un evento en tres ciudades estadounidenses que, a diferencia de otras ferias, se centra solo en añadas concretas que ellos escogen de las bodegas invitadas. Cañizares celebra el haberlo recibido ya en seis ocasiones, aprovechando el estable clima en la provincia que le ha permitido disfrutar de añadas muy parecidas y de valoraciones que le sitúan habitualmente entre los 91 y 93 puntos, afirma. "La ventaja de nuestros vinos es que son muy regulares, no hay grandes diferencias".
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Ahora parece que queda lejos el 2020 y la paralización global que llegó con la pandemia, pero la vendimia de ese año es la que le ha conseguido esta reciente selección entre los mejores vinos en calidad-precio. "Por suerte, pudimos hacerla para no parar", valora.