A principios de este mes de diciembre, El Bocaíto, uno de los restaurantes más veteranos de la ciudad de Alicante, cerró sus puertas. Durante 36 años, desde que abrió en 1988 frente a la Comisaría Provincial de la Policía Nacional, en el popular barrio de Benalúa, había sido un referente de la cocina alicantina de calidad, especialmente por su arroces. Hoy ha sido sustituido por un restaurante de comida tailandesa.
Como explica Toni Navarro, su propietario, todo ha sido muy rápido. Tuvo una oferta para traspasar el local y tras aceptarla, ha tenido que llamar uno a uno a todos los que habían reservado mesa para estas Navidades. Unas 200 personas con las que ya se habían comprometido.
"Ya tengo 75 años y me encuentro perfectamente, pero desde hace tiempo Fina Mari (Senet) y yo sabíamos que el negocio no continuaría cuando nos jubilásemos ya que nuestros hijos tienen sus propias carreras profesionales", señala Navarro.
El Bocaíto tenía una carta "de mercado", a donde acudía todas las mañanas su propietario para ofrecer a sus clientes lo mejor de cada jornada. "Llevo 62 años en el oficio y hace 36 abrí el restaurante con todo lo que había aprendido en el Nou Manolín, donde trabajaba como camarero de barra. Yo lo inauguré en 1972 y allí me enseñé sobre lo que es un negocio de calidad y buen servicio, por eso después de tantos años sigue siendo el número uno de la ciudad de Alicante", explica el hostelero ya jubilado.
Fue en 1988 cuando surgió la oportunidad de abrir El Bocaíto porque se traspasaba el restaurante anterior, el Alicante 2. "Todo lo que hemos logrado ha sido con mucho esfuerzo porque yo no tenía ni un duro. Abrimos el local con los mismos valores: calidad, buen producto, buen servicio y limpieza. Gracias a que conocía a mucha gente de mi etapa anterior y con estos valores hemos conseguido sobrevivir a varias crisis como la del 93, la de 2008 o incluso la pandemia. En este tiempo el secreto de El Bocaíto ha sido el de dar calidad a un precio asequible".
Comida de barra, un buen jamón, buenos aperitivos, carnes, pescados y mariscos. Pero sobre todo arroces, como el arroz al horno con embutido que se convirtió en su plato insignia, tenían que ver no solo con Toni, sino también con Fina Mari, su mujer y cocinera.
Toni Navarro se deshace en elogios hacia su esposa: "Es un fenómeno, cocina de cine. En mi vida profesional ha conocido a muchos cocineros y te puedo decir que nadie trabaja como ella, de bien y de limpio. Por eso sus arroces han sido siempre tan bien catalogados".
"La hostelería es un negocio muy bonito pero muy duro. Yo siempre he dicho que lo fundamental es atender a 'su majestad' el cliente. Y de eso en España sabemos mucho. A cualquier sitio al que vayas te dan de comer de película", afirma Navarro.
Ahora, sin embargo, los gustos de la gente joven han cambiado. "No es que no les guste el buen jamón o la buena carne, pero a lo mejor no tienen tanto dinero para poder pagarlo. Por eso están triunfando otro tipo de negocios como el tailandés que ha abierto donde antes estaba El Bocaíto".