El fin de la obligatoriedad de la mascarilla marca un punto en la cronología de la pandemia. Esta es solo una de las restricciones que hemos vivido en estos quince meses desde que llegara el coronavirus a nuestras vidas. Y si ya se habla de cómo esta crisis afecta psicológicamente, ¿de qué manera nos afecta íntimamente? Jorge Pérez habla de los problemas sexológicos que afloran con este cambio.
"Aunque no parezca importante", cuenta este sexólogo sentado en una céntrica terraza de Alicante, "el dar un beso o abrazo ha demostrado que las caricias son importantes para el ser humano y para nuestras relaciones con las personas, no solo para las parejas". Todos esos abrazos perdidos necesitaban de un refuerzo para compensar el impacto de esa pérdida.
Mientras la situación sanitaria aún no se resuelve y el distanciamiento aún se mantiene, Pérez recomienda "sustituir las caricias por otras". Y ahí enumera una serie de ejemplos que ayudan a conseguir ese objetivo. "En lugar de enviar texto, enviar audio. O mejor si fueran videollamadas en directo", explica. La razón la sitúa en la comunicación no verbal. "La tonalidad de la voz, las miradas... Aportan calidez, que hace que la gente se conecte unas con otras".
Como profesional, lo primero que señala al tratar el tema es que "desde un punto de vista sexual ha habido un cierto aumento de problemática sexológica que va a la par con el aumento de problemas psicológicos". E insiste en esa correlación que ha compartido con sus compañeros psicólogos y sexólogos: "Todos dicen lo mismo, un boom de personas que han acudido como consecuencia de la pandemia".
Mayor atención
El confinamiento y sus derivados, razona, han hecho que surjan problemas que se podían tener anteriormente. Es ese "aumento de atención" el que ha hecho que se considere que había llegado "el momento adecuado para darle solución". Como apostilla, "es lo que tiene tener un momento para pensar".
En la ONG que colabora, Sexología sin Fronteras, Pérez destaca que han visto "un repunte de problemas o de mayor concienciación". En ella han visto que durante estos meses la gente "se atreve a preguntar cosas que a lo mejor tenía miedo". Y esa es una actitud que valora. "En política se ha puesto sobre la mesa el hablar de problemas. Y eso genera "una referencia social" que naturaliza estos tratamientos. Por eso pide "que igual que se va al dentista se diga que se va al psicólogo o sexólogo".
Y cuando van a hablar con él, ¿qué patrón ha encontrado respecto a estos meses? Pérez tiene la respuesta muy clara. En su despacho claramente se han distinguido las situaciones que planteaban los hombres de las mujeres. "Los problemas que más he visto en hombres son la falta de deseo sexual y disfunción eréctil", indica. "Y en mujeres normalmente suele ser un problema con la pareja", añade.
De hecho, cuando ellas son las que le visitan la situación que quieran resolver puede partir de la otra parte. "O bien porque tenga un problema sexual y no se atreva a ir a la consulta o por la conflictividad de la relación en sí", destaca.
La evolución
Estos meses también le han permitido apreciar una evolución en el comportamiento. "Al principio había una mejora" de esa vida en pareja, explica, y que venía porque se podían plantear actividades en conjunto. Pero el alargamiento de la situación "con el confinamiento y pseudo confinamiento ha hecho que se haya producido una saturación". Aquello que nos podía gustar por romper la monotonía, apunta, "como ducharse juntos, ya lo han normalizado y ha perdido la sensación agradable que haya podido tener".
¿Qué otros problemas surgían? La crisis económica es otro de los factores claros que señala Pérez. "La incertidumbre por la falta de oportunidades laborales también genera miedo y ansiedad", argumenta, "como el estrés de no saber si te van a despedir del trabajo". De ahí que reitere la importancia de ver que "los problemas sexuales son consecuencia de los psicológicos. Y eso genera un caldo de cultivo para muchos problemas en la pareja".