Alicante

Alicante se llena en verano de gafas de sol, chanclas y maletas llegadas de múltiples puntos de España y de rincones de todo el mundo. Esta población flotante, formada por personas que veranean en segundas residencias o por turistas extranjeros, puede llegar a duplicar o incluso triplicar el número de habitantes en algunas localidades, ejerciendo una presión insostenible sobre el sistema sanitario local.

La problemática se agrava en los departamentos de salud costeros, como los de Alicante, San Juan, Marina Baixa y Torrevieja, que reciben una afluencia masiva de turistas mientras que los sanitarios se mantienen en número e incluso disminuyen.

Los problemas de la falta de capacidad asistencial se traducen en grandes retrasos en las listas de espera, peores condiciones y cierre de unidadesLa secretaria de Acción Sindical del Sindicato de Enfermería de la provincia de Alicante (Satse), Emilia Guevara, asegura estos meses son críticos para la salud de todas las personas que se encuentran no solo en Alicante, sino en la Comunitat Valenciana.

"Estos departamentos sufren una sobrepoblación en verano porque incrementa drásticamente la demanda de servicios sanitarios", añade. Una de las soluciones para contener la cascada de pacientes de la mejor manera posible sería aumentar el personal, pero, al contrario de la lógica, "todos los veranos se reducen las plantillas efectivas disponibles", explica Guevara.

"La reducción del personal durante los periodos estivales no es una novedad, sino una práctica habitual en la Conselleria de Sanitat. No se cubre el total de las vacantes generadas por el periodo vacacional o incluso por las bajas por enfermedad", señala, subrayando la falta de planificación adecuada.

Condiciones precarias

Como resultado, se producen cierres temporales de unidades y camas hospitalarias, afectando tanto a hospitales como a centros de salud. "Esto supone un incremento adicional en las listas de espera que ya existen en todos los departamentos", añade.

Uno de los problemas más graves derivados de esta situación es la espera prolongada para obtener una cama hospitalaria. "Hay pacientes que tienen que esperar entre 48 y 72 horas para una cama en una unidad porque no hay suficientes disponibles", comenta la responsable.

Esta espera se da en condiciones precarias, en unidades de observación con camas separadas solo por biombos, lejos de la privacidad y comodidad necesarias para una recuperación adecuada.

Además, el cierre de unidades por obras o mantenimiento también contribuye a la saturación. "En el hospital de San Juan, por ejemplo, hay una unidad completa con 36 camas cerradas y otras 10 cerradas en la UCI", indica Guevara. 

El problema de la falta de personal no se limita a la cantidad, sino también a la especialización y la experiencia de los enfermeros. "Las enfermeras son desplazadas de su servicio habitual a otro según las necesidades existentes, sin tener en cuenta que algunas llevan décadas especializados en otras áreas", denuncian desde SATSE. 

Jornadas interminables

A pesar de estas adversidades, el compromiso del personal de enfermería con los pacientes sigue siendo inquebrantable. "Nuestra responsabilidad es dar una buenísima atención a la población siempre y cuando esté en nuestras manos", afirma la secretaria. Sin embargo, la falta de recursos y el aumento de la carga laboral están llevando al límite a estos profesionales, que alargan sus jornadas con tal de dar la atención necesaria.

El sindicato de enfermeros Satse ha organizado ya tres manifestaciones en las que los trabajadores han salido con carteles y pancartas para visibilizar esta problemática, especialmente en el Hospital de San Juan, donde se han hecho obras para aumentar el departamento de Urgencias, pero sin un enfermero más de los que había anteriormente.

Las protestas no están teniendo el efecto esperado, pero no plantean hacer huelgas o medidas más drásticas por el desastre que ocurriría en plena temporada alta. El resentimiento lo llevan por dentro y se escudan en su "profesionalidad" para sacar otro verano adelante, a pesar de que ello pueda conllevar jornadas más largas de lo habitual y llevar al límite la paciencia de los sanitarios. "La vocación y el compromiso son esenciales, pero no pueden suplir la falta de recursos", concluye.

Guevara señala que, en ocasiones, las autoridades sanitarias se excusan en la falta de enfermeros disponibles. "Es un hecho indiscutible que cuando las bolsas de empleo rebosaban de enfermeras demandantes, la política restrictiva de las contrataciones veraniegas era lo habitual", denuncia. "No nos vale que este año verdaderamente exista falta de enfermeras; ha habido momentos en los que las bolsas de empleo sí que tenían disponibilidad de enfermeras que estaban demandando trabajo".