María González
Zaragoza
Publicada

En Aragón, cada año se producen más de 3.000 casos de ictus, siendo esta la primera causa de muerte en mujeres y la tercera en hombres dentro de la comunidad. Actualmente, más de 6.000 aragoneses padecen actualmente las secuelas de esta enfermedad.

Lorena Larios, responsable del área de neuropsicología de AIDA, señala que el “ictus es como un duelo”. “Son las mismas fases porque hay pérdidas. La persona no vuelve a ser la misma, siempre algo va a quedar”, explica. Aunque eso no significa que eso te limite de por vida: “Eso no implica que más allá de los daños, la persona pueda ser muy funcional”, recalca.

Desde la Asociación del Ictus en Aragón fomentan desde todas las áreas la mejora del paciente para poder ganar calidad de vida. Desde la neuropsicología, lo que se busca es el autocuidado y para que eso ocurra los pacientes pasan por un proceso. “Lo primero que hacemos es incrementar el nivel de conexión de la persona consigo misma porque así la rehabilitación se integra”, explica Larios.

Aunque señala que hay casos que la lesión es muy grave y esa conexión entra con una tercera persona que le ayuda. “Lo que intentamos dentro de lo posible es favorecer que el paciente sea funcional”, recalca.

Según explica Larios, el recorrido que toman los pacientes es aprender a hacer las acciones que antes eran automáticas de una manera más consciente: “Es como desaprender para volver a aprender”, señala.

Desde AIDA buscan hacer hincapié en que el ictus va más allá de las posibles secuelas físicas que pueda causar. “Hay conceptos erróneos desde el punto de vista social que se piensa que el ictus está delimitado a algo muy físico, pero afecta mucho a nivel interno”, recalca Larios. Las secuelas también se pueden desarrollar de manera cognitiva a nivel de velocidad de racionamiento y de respuesta como del habla.

Conocer la historia de las personas

Un trabajo por el que pasan los pacientes se centraliza en el ámbito emocional y personal para conocer qué es lo que les ha llevado hasta ahí y darles herramientas para trabajar. “Se tiende a normalizar la vida de antes, pero cuando investigamos un poco en la historia de la persona, lo que vemos es que probablemente iba a un ritmo más alto del que puede llevar”, explica Larios.

De esta manera, hacen un gran hincapié en el sistema de creencias de la persona para mejorar, pero también como trabajo preventivo: “Si favoreces la escucha y el mirarte a ti mismo estás haciendo una gran prevención”, comenta.

Para que esto funcione la actitud con la que se enfrentan a la situación es clave. Pone de ejemplo a una paciente que aunque sufra graves daños busca sus propias estrategias para que funcione y así se sabe desenvolver.

Los retos del mañana

Ante el futuro próximo de aquellos que sufren un ictus, se ve cierto abandono por parte de la sociedad. “La persona se siente un poco desangelada porque a veces el trabajo no permite cierta flexibilidad ante su situación”, explica.

Muchos de los que pasan por la asociación buscan volver a su trabajo o, incluso, a seguir en la vida laboral porque buscan sentirse de nuevo como antes, pero en muchas ocasiones no pueden. “Se ven un poco impotentes porque les gustaría volver porque tienen edad de trabajar y no les gusta no hacerlo”, señala.

Lo mismo ocurre con el coche. Medicamente están un año sin poder conducir tras sufrir un ictus, pero este suele alargarse. “Muchas personas tienen ese anhelo por lo que representa de autonomía e independencia, pero a veces no se puede”, explica. Esta imposibilidad va muy ligada al tema de la pérdida de agilidad mental y de reacción como de pérdida visual que algunos pacientes padecen.

AIDA trabaja por la mejora de la calidad de vida de los pacientes a través de uno de los Centros de Neurorrehabilitación más completos de España, con profesionales de los ámbitos de la medicina rehabilitadora, el trabajo social, la fisioterapia, la terapia ocupacional, la logopedia, la psicología y la neuropsicología.

Alrededor de 700 familias forman parte de AIDA, y entre 170 y 180 personas son atendidas cada semana por su servicio de Rehabilitación.