José Luis Chimillas se le aguan los ojos en varios momentos cuando recuerda como cruzó la puerta de la Asociación de Ictus de Aragón hace más de dos años. “Entré en silla de ruedas y sin apenas poder hacer nada”, rememora. Ahora, con 84 años, y más de tres años después de que sufriera un ictus, no le para nada y ya puede andar y recorrerse la asociación mientras saluda a otros pacientes y a cada trabajador.
“Conoce a todo el mundo que pasa por aquí”, comenta divertida, Ruth Ambrós, trabajadora social. Y es que Chimillas muestra una actitud alegre y positiva ante la situación y tiene un cometido en su estancia en la asociación: “Tengo que estar aquí con ánimo suficiente para que todo el mundo a mi alrededor esté contento”, dice emocionado. “Cuando veo a alguien serio, sea como sea tengo que sacar un tema para que se alegren”, cuenta.
Cuando llegó al centro en marzo de 2022 fue valorado y comenzaron a probar unos meses para ver como evolucionaba. “No pensaba haber llegado a estas alturas”, señala. Y es que no solo ha pasado por las secuelas del ictus, sino que a los meses tuvo problemas en el ojo y padece de una miocardiopatía dilatada y fibrilación auricular.
A mitad de conversación se une su terapeuta ocupacional, Ana Román: “Trabajamos conjuntamente para que aprenda a levantarse y sentarse de la silla, su nivel de autonomía”, explica. También hacen ejercicios de traslados de objetos y lo mezclan con trabajo cognitivo para que trabaje su atención. A lo que añade José Luis: “Me ayuda a ser feliz”, lo que saca más de una sonrisa a los presentes.
Estas alusiones al centro son recurrentes ya que en todo momento sostiene que aquí se siente como en casa. “He aprendido a andar y a vivir aquí”, dice con una sonrisa. “Considero a todos mis hijos porque han hecho mucho por mí”, señala. José Luis acude a la asociación dos días a la semana, que le parecen poco a veces: “Yo estaría más aquí que en mi casa, que ahí estoy en el cielo, pero aquí también”, comenta divertido.
Además de tener un gran apoyo en el centro, su familia ha resultado ser un pilar fundamental en su recuperación. “Mi mujer, mis hijos y mis nietos son excepcionales. Los quiero mucho y han hecho mucho por mí”, cuenta visiblemente emocionado.
José Chimillas es uno de los 6.000 aragoneses que sufren en la actualidad secuelas tras sufrir un ictus. Cada año se registran 3.000 casos. Desde AIDA se concentran en el trabajo de las secuelas de esta enfermedad a través de todas las áreas para la recuperación de sus pacientes.