Marta Castillo, zaragozana de 50 años, es una de las cinco mujeres que participará en el Reto Pelayo 2024, que este año consiste en una expedición en vela a la Antártida. Su viaje comenzará el próximo 22 de noviembre, un desafío que simboliza "la superación y la esperanza", tal y como lo define ella, tras superar un cáncer de mama.
Fue a finales de 2017 los médicos le detectaron un tumor en la mama derecha. "Me hicieron una punción, que salió no concluyente. Entonces me operaron, para quitarme el bulto y, tras analizarlo, descubrieron que era benigno. Aunque, por prevención, entré en protocolo de revisiones cada seis meses", cuenta.
Tuvo tres revisiones, hasta que un año y medio después le encontraron otro tumor en el mismo pecho. "Este ya no era bueno, era maligno. Fue entonces cuando me diagnosticaron de cáncer de mama. El 15 de julio de 2019", señala.
Asegura que, gracias al protocolo y las citas médicas cada cierto tiempo, "solo habían pasado seis meses de crecimiento y, con una tumorectomía, fue suficiente a pesar de ser un tipo de cáncer muy agresivo". Marta se define como una mujer "con mucha suerte", no solo por haber superado la enfermedad, sino también por el apoyo y cariño que recibió durante todo el proceso: "Tengo una familia maravillosa", afirma.
El apoyo familiar
Sus hijos tenían 16, 14 y 12 años cuando Marta le puso "nombres y apellidos" a la enfermedad. Dice que los tres "estuvieron fantásticos". De hecho, el recuerdo que tiene de aquellos años es de "mimos, risas y cuidados continuos".
La llamada
"Recibir la noticia fue una ilusión tremenda. Había mucho trabajo detrás, muchas ganas y preparación", rememora. Tras meses de entrenamiento y una prueba de navegación en el Pantano de San Juan (Madrid), solo cinco candidatas fueron elegidas. Marta asegura que, en el momento que recibió la llamada, no podía ocultar su emoción: "Fue increíble".
A partir de entonces, su vida cambió de nuevo. Menciona que siempre ha sido muy deportiva, "también durante la enfermedad". Suele entrenar seis días a la semana, aunque a esta rutina estos últimos meses le ha añadido la navegación los fines de semana.
Desde mayo, cuando hizo la primera selección del reto, Marta ha estado viajando a Santander (donde vive su hermano) y a Barcelona (con su pareja) para practicar. Es aquí donde vuelve a mencionar el amor y el agradecimiento que siente hacia todos sus familiares: "Nada más decirle que me habían seleccionado mi hermano se puso a buscarme barcos para poder navegar. La verdad es que la gente se ha portado fenomenal y me han abierto las puertas de sus embarcaciones sin pegas", señala.
Una responsabilidad que ha compatibilizado con su vida familiar y el trabajo. Durante este tiempo también ha completado su formación náutica: "Tenía ya la titulación del PER, el Patrón de Embarcación de Recreo, y ahora me he sacado también el de yate. Ha sido sacrificado, pero muy ilusionante", confirma.
El reto no solo implica la emoción de navegar hacia la Antártida, sino también un riguroso entrenamiento. Marta, que vive en Zaragoza, ha estado viajando a Santander y Barcelona para entrenar. A pesar de sus responsabilidades como madre y trabajadora, ha logrado compaginar su vida diaria con el entrenamiento, y ha completado su formación náutica.
A medida que se va acercando la fecha de partida, Marta dice que siente una mezcla de emoción y nerviosismo. "Tengo muchas ganas de subirme al avión y al barco", afirma. La expedición a la Antártida no solo representa un desafío físico, sino también una oportunidad para demostrarse a sí misma que "está viva y puede con todo".
En menos de un mes, comenzará junto a sus otras compañeras una travesía "inolvidable". Motivo por el cual este lunes ha sido recibida por la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, quien le ha trasladado "la gratitud de todos los zaragozanos", y este martes por la presidenta de las Cortes de Aragón, Marta Fernández Martín.
Y mientras se prepara para enfrentarse al frío, que le preocupa por ser "muy friolera, y a las condiciones meteorológicas del océano, dice estar contando los días para emprender el viaje. "Sé lo que puedo esperar, porque mi padre realizó esta misma expedición. Vamos a comer mal, a dormir mal, y cuando crucemos el paso Drake, el barco se sentirá como una batidora. Es muy probable que nos mareemos, pero todo eso es parte de la experiencia, anuncia emocionada.