Jorge Escario (Huesca, 1973), director gerente de la Sociedad Aragonesa de Gestión Agroambiental (Sarga), es testigo directo de las catastróficas consecuencias de la DANA en la Comunidad Valenciana.
Desde hace más de diez días, sus esfuerzos se centran en devolver la normalidad a municipios tan castigados como Catarroja, donde ha llegado a crear auténticos vínculos con los afectados como parte del operativo desplegado por Aragón. Aunque quedan "meses y meses" para recuperar la normalidad, promete que la Comunidad no solo no va a abandonar a la población, sino que va a ofrecerse para llevar a cabo acciones que vayan más allá de las labores de limpieza.
¿Cómo está viviendo en lo personal esta catástrofe?
Es el encargo más duro que se me ha hecho en la vida a nivel profesional, lo cual conlleva un desgaste importante a nivel personal. Lo que pasa es que a la vez es de una satisfacción que supera cualquier previsión que yo hubiera tenido en mi vida. Son tantos los agradecimientos que recibimos todos los días, no solo de la población de Catarroja, sino de los aragoneses que están orgullosos con el trabajo que se está haciendo desde el Gobierno de Aragón, que nos sentimos un poco abrumados.
En lo personal es emotivo, pero además profundamente satisfactorio, porque todo lo que das se te devuelve por diez. Una vez que estás ahí en la zona cero no puedes dejar de hacer cosas, porque si no estás en lo que te compete directamente o tu trabajo baja un poco, rápidamente te reubicas en cualquier otra función donde puedas ayudar. Aquí todas las manos son necesarias y desgraciadamente tardarán mucho tiempo en volver a la normalidad.
Se crean vínculos que van más allá de lo profesional...
Sin duda, y pongo un ejemplo. El martes de la semana anterior, cuando estábamos baldeando agua, conocí a una chica que estaba en avanzado estado de gestación. Hemos estado todos los días llamándonos. Incluso una noche tuvo un conato de parto y no llamó al 061, me llamó a mí. El miércoles me mandó las fotos de su hijo Lucas desde el hospital con su marido. Lógicamente, eso genera unos vínculos que no te podrías ni imaginar.
Lleva sobre el terreno desde hace ya más de diez días...
Me desplacé el domingo 4. Me llamó el presidente de Aragón, Jorge Azcón y me dijo que quería tener a alguien ahí. El jefe del operativo es Jorge Crespo y yo desde Sarga me estoy encargando de toda la logística, que es muy complicada. Se han aportado las cuadrillas que utilizamos generalmente en el Infoar, en los dispositivos contra incendios. Ese domingo estaba con mi familia en el Pirineo, hice la maleta y me vine para acá.
Desde entonces he vuelto a casa dos días, y la verdad es que estás en casa, pero tu mente está en Catarroja. No digo que no quiera estar en casa, pero te das cuenta de que donde eres necesario es en otro sitio. No sé cuánto tiempo estaremos, el operativo es muy cambiante.
¿Qué pensó cuando pisó por primera vez Catarroja?
La primera vez no te puedes hacer una idea. Por televisión parece que el tema está mal, pero cuando llegas ahí te das cuenta de que está muchísimo peor. Tienes acceso a lugares donde no entran las cámaras y es mejor que no entren, y te das cuenta de la cruda realidad y sobre todo, del drama humano. La televisión te da una imagen fija del desastre a nivel de infraestructuras, los edificios y la suciedad, pero no es capaz de trasladar el drama humano con la intensidad que se vive cuando estás ahí.
Cuando yo llegué, era un desastre de tal magnitud... Había sitios a los que no se podía acceder ni en coche ni andando y municipios a los que no se había llegado todavía. Hablamos de sitios donde no se había recogido absolutamente nada, donde había gente con sus casas todavía inundadas. Era un descontrol impresionante.
Todas las comunidades autónomas se han volcado, pero la coordinación de medios no era lo suficientemente buena. Hasta que se empezó a coordinar todo se tardó unos días. Ese fue uno de los puntos fuertes del dispositivo de Aragón. Ha sido el que mejor se ha coordinado de toda España con diferencia, y esto no lo digo yo, sino la propia alcaldesa de Catarroja.
Ha habido también un aluvión de empresas que se nos han presentado allí, desde tractoristas hasta sindicatos agrarios que han puesto desinteresadamente sus maquinarias a nuestro servicio. Hemos tenido que montar incluso talleres en la propia campa donde estábamos para poder dar servicio a todas las emergencias y a las afecciones que se producían en los vehículos.
¿Está siendo fácil trabajar con semejante avalancha de solidaridad?
Aunque me ha costado alguna crítica, lo sigo manteniendo porque estoy aquí y veo las cosas desde primera línea. Y es que a veces el voluntarismo sin control no es efectivo. Si tú metes a 10.000 personas en el centro de Catarroja, como pasó este fin de semana, probablemente se avance, no digo que no. Pero si van coordinadas, se avanza mucho más.
El ejemplo más claro que tenemos es que nosotros, cuando hemos introducido maquinaria, avanzábamos muchísimo más por la noche que por el día. Y esto se debe a que por la noche no había voluntarios. Claro que son necesarios, pero coordinados. Porque si no, cada uno deja el coche donde quiere, limpia donde no tiene que limpiar o vierte los lodos en zonas donde no debe verterlos.
¿Cómo es su día a día ahora y cómo ha ido cambiando a lo largo de estas dos semanas? Entiendo que la situación no tiene ya nada que ver a la del inicio...
Si alguien llega ahora a la zona cero, a Picaña o a Catarroja, probablemente digan, menudo desastre hay aquí montado. Los que hemos estado allí desde un principio lo que pensamos es, vaya avance y vaya trabajazo que se ha hecho entre todos.
Lo que pasa es que si tú comparas la situación de hace 10 días hasta hoy, esa percepción es real y, sin embargo, si llegas por primera vez dices, madre mía, esto es un descontrol. La realidad es que el avance es muy significativo. El sector 3 de Catarroja, el que se le ha asignado a Aragón, está totalmente limpio. Estamos hablando de aproximadamente una quinta parte de Catarroja, pero es la parte más difícil de trabajar porque es el centro, donde está toda la zona del Ayuntamiento.
Hay que tener en cuenta que Catarroja tiene 30.000 habitantes, es un municipio bastante grande. Y tiene mucha casa baja, por lo tanto, posee mucha extensión en terreno. Nuestra zona es la más complicada de trabajar porque es el casco antiguo. Por tanto, su sistema de alcantarillado y de evacuación es más antiguo que otros.
Las calles son más estrechas, pero la buena coordinación hace que las cosas se hagan más rápido y la gente pueda volver, entre comillas, antes a la normalidad, para la cual, insisto, faltarán muchos, muchos meses.
Ahora quedará algo de barro y es normal, sobre todo con las lluvias de las últimas horas, que han sido muy leves, gracias a Dios. Otros sectores no están igual. Y eso lo que pone de relevancia es la coordinación a la que hacía antes referencia.
¿Han tenido que mirar mucho al cielo esta última semana?
La verdad es que sí. ¿Qué es lo que hemos hecho? Buscar una segunda ubicación, un plan B para poner a nuestra gente a resguardo, que, gracias a Dios, no hemos tenido que utilizar todavía.
Esa segunda ubicación está en un edificio que nos ha dejado el Ayuntamiento y que tenemos preparada para que, en cualquier momento en el que Catarroja pivotara a una alerta roja y empezara a llover fuerte, abandonemos la zona donde estamos ahora mismo, que es una campa de tierra, y podamos poner a la gente a resguardo y, además, seguir trabajando.
Ahora, con cualquier indicio de peligro que pueda haber, automáticamente se activa la alerta roja y se paran los trabajos. Las personas desplazadas que están trabajando con nosotros pueden estar tranquilas porque nuestra prioridad es cuidar a nuestra gente.
Estamos constantemente pendientes del tiempo, de la evolución de la DANA y de si va a afectar o no a nuestro trabajo. Y sobre todo también porque el problema principal que hay ahora, una vez pasado todo el drama de los fallecidos y de los desaparecidos, es el saneamiento y el alcantarillado.
La gente, cuando pasó todo esto, lo que quería era sacar rápidamente el lodo de sus casas y todos los enseres inutilizados. Como no había contenedores porque se los ha llevado el agua, ni había nada de nada, las alcantarillas se utilizaron como sumideros. Y esto lo que ha hecho es colapsar el alcantarillado.
Yo he visto meter vajillas de los bares, enciclopedias, almohadas, mantas, sábanas, juguetes... Gran parte de esto, hasta que se pusieron los primeros contenedores, se metió todo al baldear el barro.
¿Qué pasa ahora mismo? Que parte de ese sistema de alcantarillado está totalmente colapsado. Y además de colapsado, tiene muy difícil descolapsar. Porque se hace un engrudo. El lodo todavía está tierno, pero en cuanto se solidifique, se formará un cemento que probablemente haga que, no digo todas, pero varias calles, se tengan que levantar para poder sanear.
¿Qué ocurre con esto? Que si ahora mismo llega una lluvia fuerte, el sistema de saneamiento no la puede evacuar. Por tanto, iríamos a una inundación rápida y volveríamos otra vez. Por eso se mira tanto al cielo, no solamente por los desperfectos que pueda causar, sino porque en este momento, aunque se está avanzando y el colector empieza a desaguar fango, hay zonas que no están funcionando muy bien.
¿La gente tiene miedo de que se les abandone?
Así es. A mí, lo único que me pidió la alcaldesa es que, por favor, no los abandonáramos. Y no lo vamos a hacer, lo garantizo. No lo dice el director gerente de Sarga, lo dice el presidente de Aragón. No nos vamos a ir.
Nuestro dispositivo, que llegó incluso hasta las 300 personas, va variando en función de las necesidades. Llegará un momento en que a lo mejor la Policía Local ya no será necesaria, porque la Policía de Catarroja asuma las funciones.
O un momento en que las cuadrillas de Sarga disminuyan o aumenten, y esto tiene su explicación. Cuando haya que hacer la limpieza definitiva, es normal que a lo mejor vayan no tres cuadrillas o cuatro de Sarga, sino 12.
Ese dispositivo que va a haber en todo Aragón no se va a marchar. Y además no solo no se va a marchar, sino que estamos haciéndoles ofrecimientos desde el Gobierno de Aragón sobre acciones culturales, lúdicas, infantiles o para personas mayores que no tendrán ya nada que ver con la recogida de lodos, ni con la limpieza. Aragón va a seguir estando en Catarroja el tiempo que haga falta, pero además con soluciones para la población.
¿La acción se seguirá centrando en Catarroja o se puede ir desplazando ya ese operativo aragonés a otros puntos en función de la necesidad?
Probablemente haya movimientos, porque el Gobierno de Aragón y el presidente en particular están sumamente implicados con lo que está ocurriendo, y me ha transmitido directamente en algunos momentos llevar más elementos a otras poblaciones. De hecho, nosotros hemos estado en Algemesí.
A petición del alcalde de Algemesí, nos desplazamos para allá, sin disminuir los recursos que teníamos en Catarroja, porque eran todos necesarios. También es cierto que, como nuestra zona está mejor que el resto, en ocasiones estamos lanzando parte de nuestro dispositivo a zonas periféricas del sector 3, como por ejemplo puede ser la asignada a Cataluña o a Navarra.
También se ha colaborado en el polígono industrial. Aquí la gente quiere recuperar la normalidad cuanto antes, pero tú no puedes hacerlo si no tienes un trabajo y un salario. Hay gente que se levanta por la mañana en un polideportivo y no tiene nada. Nada es que no tiene coche, no tiene casa, no tiene trabajo, la empresa donde estaba no existe...
Ya desde el lunes tenemos personas en el propio polígono para poder, sobre todo, quitar lodo y desatascar el saneamiento. Son unas bombas de succión que popularmente se conocen como chuponas que lo que hacen es llevar unas cobras que se meten en la boca del alcantarillado y van echando agua y succionando. Intentan hacerse hueco en ese lodazal que hay ahí dentro.
El Gobierno de Aragón, además del dispositivo, se puso en contacto con FCC y consiguió para Catarroja ni más ni menos que 15 bombas chuponas cuando no había ninguna en España.
¿Cree que esta DANA tiene que servir para que el resto de España aprenda a gestionar una catástrofe?
Sin duda, y los primeros, nosotros. Hemos hecho las cosas bien, o muy bien, incluso, me atrevería a decir, pero hay situaciones para las que no estás preparado. Yo creo que nadie está preparado para gestionar esto, ni siquiera la UME. Y quizá dentro de la desgracia, esto nos pueda servir para algo.
Y no solo aquí. Yo no descarto que Aragón, en un momento dado, pueda viajar a otras comunidades autónomas, si el tema es igual de serio que aquí. En Cataluña lo están pasando muy mal y en Málaga y Castellón. también. De esto debemos aprender un poco todos. Tanto en la parte técnica, en la que yo estoy más implicado, como en la política.
No se puede achacar toda la culpa a una sola administración, yo creo que aquí se ha fallado desde todas las administraciones y desde luego hay un campo de mejora brutal.
La verdad es que en el dispositivo en el que estamos, aunque parezca increíble, nadie habla de quién ha sido el culpable. Lo que queremos es solucionar todo y volver a la normalidad cuanto antes, pero no cabe duda de que esto tiene que, por sacar algo positivo, servir para que estemos mejor preparados y coordinados, tanto desde la parte instrumental como la política.