Zaragoza
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La central térmica de Andorra está ya a punto de culminar su 'post' desmantelamiento con los últimos trámites administrativos. Los trabajos sobre el terreno terminaron el pasado 31 de julio, utilizando únicamente 41 de los 48 meses de ejecución física previstos, aunque las tareas continúan de cara a cerrar al 100% el expediente.

Esta pasada semana, el relevo al frente del Ministerio para la Transición Ecológica, con Sara Aagesen como vicepresidenta tercera en sustitución de Teresa Ribera, ha hecho que las miradas hayan vuelto a posarse sobre el territorio. Alcaldes, empresarios y sindicatos han reclamado "celeridad" a las administraciones para activar cuanto antes ayudas y proyectos prometidos y evitar que el fin del carbón sea, también, el final de las comarcas mineras. Pero, ¿qué pasos se han ido dando estos meses?

Desde ese 31 de julio, el personal de Endesa ha estado recopilando documentación para enviar a la Administración el correspondiente estudio de suelos contaminados de cara a aclarar si debe hacerse, o no, un plan de remediación. Es decir, si hay que limpiar el terreno.

Una vez verificado se cerrará el proceso administrativo, poniendo fin, ahora sí, a 40 años de historia. Llegar a este punto no ha sido nada fácil, y no solo por la contestación que tuvo el precipitado cierre de la central en el territorio.

La actividad paró en junio de 2020 y los primeros trabajos llegaron en febrero de 2021. En ese momento se empezó por el parque de carbones, "lo más urgente", dado que "venía empujando un proyecto de renovables", recuerda José Luis Villabrille, director del Proyecto de Desmantelamiento de la Central Térmica de Andorra. Esta particularidad hizo que el equipo de ingeniería del desmantelamiento tuviese que trabajar en coordinación con el de renovables.

La térmica de Andorra fue la primera en la que Enel hizo voladuras de estructuras metálicas. Esto "redujo mucho el tiempo de ejecución y aumentó la seguridad". "Sí habíamos demolido estructuras de hormigón, pero no metálicas como puede ser una caldera. Requirió de un análisis muy complicado y de otro tipo de explosivo, uno muy específico que no se fabrica en muchos sitios y que a nosotros, por ejemplo, nos llegó de Estados Unidos", apunta Villabrille.

Este material se utilizó para cortar "como un cuchillo" los pilares que sustentaban la estructura. "Al hacerlo, perdió la estabilidad y se produjo la caída. Se tuvo que calcular al milímetro", subraya.

Otro de los grandes hitos fue la voladura de la icónica chimenea de la central, de 343 metros de altura. Para hacerlo posible se tuvo que estudiar la dirección de caída, impulsar medidas mitigadoras de las afecciones y las vibraciones y trabajar para garantizar la seguridad de todos los elementos y estructuras afectadas.

En estos 41 meses de desmantelamiento ha habido picos de hasta 312 trabajadores. El entorno de la central se dividió en siete zonas de trabajo, y a todo esto se unieron las actuaciones en tres los vertederos: los de Corta Barrabasa, Valdeserrana y Mas de Perlé. Estos dos últimos albergan, además, los primeros desarrollos fotovoltaicos de Endesa en la zona: Sedéis V y Mudéjar.

"En ellos había de 50 a 70 personas, aunque el grueso estuvo en la demolición. Se llegaron a hacer 1,4 millones de horas de trabajo. En un proyecto de ingeniería es mucho tiempo. Puede ser el que se tarda el construir un ciclo combinado nuevo de tamaño medio. Era una instalación muy grande", resalta el director del proyecto.

En cifras

En total se gestionaron 346.000 toneladas de residuos, "una auténtica barbaridad". "De ellas, se pudieron recuperar el 91,6%. Ha habido 93.000 toneladas de hierro y acero que han ido a fundición, 2.200 de cobre y 156.000 de hormigón. Estas últimas se machacaron y se utilizaron para rellenos. El de las torres de refrigeración y la chimenea, sin ir más lejos, está ahora en el suelo y va a ser la base de los futuros desarrollos que haya allí", indica Villabrille.

El desmontaje en sí mismo ya fue complicado, dado que al ir quitando elementos "había que calcular muy bien para que no se desestabilizase la estructura". Durante el proceso se apostó, además, por unos innovadores equipamientos de detección de fibras de amianto que "aportaron una seguridad adicional".

Una vez acabadas las tareas, toda la atención pasará a estar puesta en el plan de futuro para la zona, que contempla la implantación de nueva industria y el desarrollo de 1.843 MW de nueva potencia, esta vez, renovable. Esto se traducirá, según recuerdan desde Endesa, en siete proyectos renovables hibridados, dos de almacenamiento con baterías, un proyecto de hidrógeno verde y un compensador síncrono.

Por el momento, dicho proyecto está en tramitación a la espera de recibir todos los permisos por parte de la Administración.