Aragón ha puesto esta semana punto y final a 32 días de incansable trabajo en Catarroja, uno de los municipios más castigados por la DANA. El operativo, del que han llegado a formar parte cerca de 250 personas entre voluntarios de Protección Civil, bomberos, efectivos del Infoar, sanitarios, policías locales, psicólogos o trabajadores sociales, , se ha marchado “con la sensación del deber cumplido” e incontables historias imposibles de olvidar.
En el recuerdo quedan nombres como el de Ailen, la embarazada para la que los voluntarios aragoneses se convirtieron en auténticos “ángeles de la guarda” tras retirar los coches y los enseres que se acumulaban a la puerta de su casa, o el de la propia alcaldesa de la localidad, Lorena Silvent, que despidió visiblemente emocionada al personal que quedaba en el Puesto de Mando Avanzado el pasado miércoles. “Poder darles un abrazo ha sido también una parte importante del despliegue”, reconoció en el adiós.
El jefe del servicio de Seguridad y Protección Civil del Gobierno de Aragón, Jorge Crespo, destacaba en su última ‘transmisión’ desde Catarroja la atención a los vecinos como clave en estas más de cuatro semanas. “Hemos estado a todo lo que nos han ido pidiendo”, explicaba. Él no se irá de todo, ya que, en su labor de asesor al Ayuntamiento, se mantendrá como ‘enlace’ en caso de que el municipio vuelva a requerir la presencia de los voluntarios aragoneses.
En este tiempo, los efectivos, coordinados por el 112 Aragón desde un gigantesco cementerio de coches próximo a la CV-400, han achicado garajes, ayudado en el rescate de víctimas, limpiado la amalgama de lodo, coches y enseres que “inundaba” las calles… De ellos se ha destacado, sobre todo, su capacidad para trabajar de forma autónoma.
“Me quedo con el rigor profesional que ha habido por parte de todo el mundo. Nunca hemos dado la espalda a la gente ni hemos dicho ‘no’ a nada. Hemos ido todos a una, tirando para adelante”, apunta Alberto Pulido, uno de esos trabajadores.
Operario de primera de FCC, fue clave a la hora de desatascar las alcantarillas de Catarroja, una tarea nada sencilla, dado que había nada menos que 800 kilómetros de tuberías atascadas en toda la localidad que requirieron de maquinaria especializada.
Haber colaborado y estado “al 100%” ha supuesto, también, una satisfacción personal. “El balance es muy positivo. Podíamos incluso haber aguantado un poquito más”, decía.
De no haber sido por esta coordinación, Catarroja “no estaría como está”. Aragón, a la que se le asignaron las 17 hectáreas que comprendían el bautizado como sector 3, en el barrio del Pilar, fue la última Comunidad en salir, manteniendo a 60 personas hasta el último momento.
Desatascar las tuberías no fue nada fácil, dado que todo el barro que salía de los garajes que se achicaban “volvía a revertir otra vez al colector principal”. Pulido estuvo en el municipio hasta el pasado viernes 29 de noviembre, el último día que se requirió la presencia de FCC. “Estoy totalmente orgulloso de haber podido echar una mano y haber trabajado con la gente”, admitía.
Esa satisfacción tiene su reflejo en las calles de la localidad. La plaza Mayor, una de las más icónicas, se recuperó en tiempo récord, al igual que las vías principales, que acogieron incluso meriendas improvisadas pocos días después de la catástrofe gracias a la rápida acción del dispositivo aragonés.
Pese al adiós, la relación entre Aragón y Catarroja no termina. Tanto es así que desde la DGA se está preparando un homenaje con el que se reconocerá a las víctimas de la DANA. Mientras tanto, voluntarios y afectados vuelven a una rutina que quedó completamente paralizada aquel fatídico 29 de octubre.