Judit Macarro
Zaragoza
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Marta Zapata es maga, payasa y cuentacuentos desde hace 20 años, cuando se instaló en Caspe (Zaragoza) y creo El Políglota Teatro. Una compañía de artes escénicas que demuestra que, a pesar de fundarse en un pequeño municipio "ha salido adelante igual que cualquier otra empresa".

Por su trabajo como mujer en el mundo campestre, Zapata estará presente este martes en la jornada de sensibilización que ha preparado la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), con motivo del Día Mundial de la Mujer Rural. La jornada 'Mujeres rurales, la fuerza del territorio' tendrá lugar a las 17.00 en el antiguo salón de plenos de la DPZ con entrada libre (previa inscripción) hasta completar el aforo.

Cuenta que su vida siempre ha estado relacionada con el mundo del espectáculo: "Mi padre era mago y yo actuaba como su acompañante. Me metía en cajas y salía haciendo la sorpresa". Aunque sus primeros estudios no tenían nada que ver con el teatro. "Hice idiomas en la Universidad y me fui al extranjero a trabajar como funcionaria", explica. 

Pero un cambio de última hora le hizo regresar a su pequeño pueblo, Caspe, donde conoció a su marido. Fue entonces, "con 25 años", cuando la artista se dio cuenta de que el mundo de la interpretación era lo que más le llenaba. "Descubrí que me hacía feliz de verdad, así que creé el Poliglota y, una veintena de años después, aquí seguimos", señala con orgullo.

No ha sido un camino fácil, aunque si lo describe como "muy bonito". "Cuando lo tuve claro empecé a estudiar a distancia teatro, estaba embarazada y tampoco le podía dedicar mucho tiempo más", recuerda. Entre las formaciones, destaca que la que más le apasionó fue la de 'Clown' (Payaso) y, de hecho, las otras diferentes Martas que interpreta (maga, teatro y cuentacuentos) dice que tienen siempre "ese toque de humor y energía". 

A pesar de tener una preparación breve, que fue creciendo con el paso de los años, se abrió hueco sin problema en el mundo rural. "Aquí no se busca la perfección, la gente y, sobre todo, los niños buscan divertirse. Es diferente", explica. 

Mujer artista

Una diferencia de lo rústico y la urbe que sí notó al ser de las primeras magas y payasas en el pueblo. "Es raro en el mundo rural. Al principio, cuando hacía las actuaciones los niños preguntaban: '¿dónde está el mago? Y yo siempre contestaba 'aquí, la maga soy yo'", rememora. 

Reconoce que, a pesar de adorar a su público y su pueblo, "las cosas están más encasilladas. La gente no está acostumbrada a lo distinto y los cambios se tienen que hacer poco a poco", afirma.

Por eso, sus interpretaciones muchas veces no van acompañadas de una nariz roja ni pintura en la cara. "Eso aquí no sé si lo entenderían", señala. En cambio, durante sus viajes a los países en guerra, como colaboración con Payasos sin Fronteras, "es cuando sale la payasa completa", añade.

Sobre el reconocimiento de las mujeres artistas en los pequeños municipios, Zapata cuenta que "hay que trabajarse un buen sitio para que te reconozcan como tal". Lo ejemplifica, no solo como payasa o maga, sino dándole voz a otras estrellas rurales: "Las artesanas. Su trabajo no se ve tan claro, pero tiene mucho esfuerzo detrás", asegura. 

Maternidad

En su día a día, la intérprete se levanta y de 10.00 a 12.00 se dedica a "el típico trabajo de autónoma". En la oficina se dedica a hacer facturas, revisar correos, así como las reservas de la estancia rural, la Casa de las Burbujas Azules.

"Tenemos programación propia, con otros artistas que vienen durante mayo y septiembre a nuestro teatro al aire libre", explica. Ella, a veces actúa en este espacio, aunque normalmente se dedica a viajar por otros pueblos de España.

Para esas actuaciones debe prepararse, por lo que una vez finalizado el tiempo de oficina, se dedica a crear a sus personajes hasta que sus hijos salen del colegio. Por las tardes, asegura que su tiempo es "completamente para ellos". 

Ser payasa y madre son dos maneras de vida que "casan a la perfección". Asegura que "es muy divertido ir al colegio donde están los pequeños a dar espectáculos y hacerles reír, tanto a ellos como a sus amigos". 

En cuanto a la hora de conciliar, afirma tener suerte porque, tanto ella como su marido (músico), pueden compaginarse a la perfección: "Somos un gran equipo y tenemos mucha suerte con nuestros trabajos, en otros es más complicado", declara. 

Que sus hijos crezcan rodeados de dos padres artistas es para Zapata "todo un orgullo". A partir de estos oficios tan diferentes, considera que los pequeños pueden darse cuenta de que "hay muchos tipos de trabajos y todos ellos son válidos"