Faltan trabajadores. Se buscan fruteros, pescaderos, carniceros y hasta polleros. Un amplio abanico de posibilidades en el sector más tradicional de Zaragoza. Solo hace falta darse un paseo por el Mercado Central: "aquí no viene la gente joven a buscar trabajo", aseguran los dueños de los pequeños comercios.
Los horarios de trabajo, la falta de relevo generacional y los grandes supermercados lastran diariamente a este sector. "Esto ya no es lo que era", señala Eva Galera, encargada de Cárnicas Jubón, comercio situado en pleno mercado.
"Lo tenemos crudo para encontrar personal", asegura. Ya sea gente con experiencia, sin ella, jóvenes o adultos, "nadie quiere trabajar tantas horas" porque ahora la vida es "diferente".
Otra vida
La manera de vivir ha cambiado. "Antes este era un oficio que pasaba de padres a hijos, pero ahora estos buscan otra vida", explica Galera.
El tiempo ahora se ha convertido en un bien muy preciado. "En oro", como dirían algunos. "La gente, sobre todo los jóvenes, quieren disfrutar el ocio, la familia y los amigos, así que se decantan por otros oficios", asegura la carnicera.
A unos puestos de distancia, Javier Gómez repite las mismas palabras que Galera, "nadie quiere esta vida". Mientras coloca el género de su pequeño comercio, Fruterías Javi y Silvia, cuenta como es su día a día. Dice que se levanta a las 5.00, de lunes a sábado, y cierra la persiana a las 20.00, cuando cierra el mercado.
Aunque sus jornadas son más intensas porque hace reparto a domicilio, lo que añade varias horas más a su trabajo. "Es la vida de autónomo, yo me lo guiso y yo me lo como", declara.
A la hora de contratar, "la mayoría de los que vienen no han trabajado en este sector nunca", confirma Rebeca Navarro, encargada de Pollería Olga. Asegura que no se trata de un trabajo "muy complejo", pero "sí es necesario aprender algunas cosas", apunta.
Tan "desesperada" es la situación, que "ya no importa que no se tenga experiencia, lo que se necesita es gente con ganas", puntualiza. Y los hay "son pocos, pero muchos quieren aprender", añade.
De abril a junio de este año más de 200 personas de todas las edades recibieron formación especializada en este tipo de sector. Se trata del programa PRO-IN, desarrollado por Mercazaragoza y Océano Atlántico, que busca promover la inserción laboral en el sector alimenticio.
Online y los supermercados
Otro de los lastres contra los que lucha el pequeño comercio día a día es "la proliferación del sector", apunta Gómez. El trabajador explica que, en su caso, "cada vez abren más fruterías y, quieras o no, es competencia. Aunque cierren a los tres meses, porque no es un negocio duro", explica.
La otra pata contra la que compite son "los grandes supermercados", señala. "Pueden permitirse más empleados y ofrecer mejores condiciones", afirma. Eso sí, "el género no tiene nada que ver".
La llegada de Internet lo cambió todo, tanto es así que hasta la compra se puede hacer desde casa. Sin necesidad de salir a la calle. Pero si hay un sector que se mantiene firme es el del mercado tradicional, lo asegura así Galera porque "aquí esas cosas no nos sirven".
El primer punto de este asunto es que, cuando un cliente se acerca a su carnicería, "quiere ver el producto bien, saber cuánto pesa y cuantas porciones les va bien", explica. El otro motivo tiene que ver con el tipo de clientes: "Al mercado viene la gente jubilada, que tiene tiempo y que compra al día. Sale de casa, da un paseo y se pasa por aquí. Todos o casi todos los días", confirma.
Los jóvenes, sin embargo, "no tienen ese tiempo". "Por eso hacen la compra por Internet, porque es más rápido", añade.
Recuerda que cuando se volvió a reabrir el edificio, en 2019 y Azcón en la alcaldía, "sí venía mucha gente a ver como había quedado la reforma". Una práctica que hoy en día mantiene viva el turismo, "vienen a ver el edificio y se llevan alguna cosa de paso", apunta.