Una realidad aparte está naciendo en el barrio de El Gancho. A lo largo de esta semana este barrio de Zaragoza ha vuelto al marco de la actualidad tras el desalojo de un edificio por el mal estado estructural de este. A pesar de que muchas infraestructuras carecen de un buen mantenimiento, está comenzando a proliferar un tipo de vivienda que nada tiene que ver con las viviendas sociales o los okupas que se asientan en el barrio.
Según datos del INE, Zaragoza cuenta este 2024 con un total de 1.253 Viviendas de Uso Turístico. Un 40% de estas se sitúan en el Casco Histórico de la ciudad, según datos que refleja el Ayuntamiento de Zaragoza. Parte de este aumento que se ha ocasionado en la ciudad ha encontrado su nicho en El Gancho. El barrio cuenta con un total de 148 viviendas turísticas, que coexisten entre las 42 viviendas sociales. La ubicación céntrica supone un aliciente para que estas comiencen a aparecer.
Parte de la causa de esta expansión tiene que ver con la disminución del valor de la vivienda del barrio. Un piso en El Gancho ha devaluado su valor un 30 o un 40% menos que en otros barrios como La Almozara o Delicias.
"Mucha gente busca salir del barrio y quieren vender, pero al tasarlo no resulta favorable y optan por el alquiler turístico", explica Javier Magén, presidente de la asociación de afectados Gancho/Pignatelli.
Otra casuística que se está dando es que personas mayores están saliendo del barrio ante la conflictividad de este y antes de vender, sus hijos deciden ponerlos como piso turístico para poder afrontar el pago de la residencia. "Apenas quedan familias asentadas, somos sobre todo gente soltera y de toda la vida del barrio", señala Magén.
Según datos que manejan desde la asociación, tan solo la calle Basilio Boggiero, una de las peores cuidadas del barrio, cuenta con 64 pisos destinados a uso turístico. En páginas web como Booking o Airbnb se puede encontrar algunos que oscilan entre los 50 a los 100 euros la noche. En la calle San Pablo se encuentran disponibles en la página de Booking un mínimo de 11 de estos.
Incluso algunos de ellos conviven con pisos okupas. "En un edifico de once viviendas, ocho de ellas son okupas y las otras tres tienen propietarios y uno de ellos ya la ha habilitado como vivienda turística", recalca Magén.
Hay vecinos que rascan la parte positiva de esta nueva situación: "Preferimos las viviendas turísticas a que sigan las viviendas sociales", recalcan desde la asociación. Otros vecinos, como María Luisa Verde, no ven que este aumento sea una "situación factible" para el barrio: "Deberían de prohibirse", señala.
"Esto puede generar problemas a los propietarios ante la inseguridad del barrio", matiza. Además, ve que la falta de hostelería en la zona es una carencia para los turistas y algo negativo para el barrio "porque no hace sentimiento de barrio". A lo que señala que lo que se necesita es "gente que aporte trabajo".
Desde la asociación de vecinos afectados señalan que para poner fin a esto se debería impulsar la vivienda en el barrio por parte del Ayuntamiento de Zaragoza. "Nos sentimos excluidos. Del plan de 1.000 viviendas, solo se nos ha prometido 16 y son en la calle San Blas, una de las menos problemáticas", destaca Magén.
Ya no solo creen que la solución parte de la construcción de viviendas, sino también de hacer uso de los 14 solares abandonados que tienen en el barrio. "Hemos ofrecido soluciones como que se construya la Escuela Oficial de Música en la calle de las Armas y crear una calle dedicada al arte, pero no nos oyen", reclaman.