Judit Macarro
Zaragoza
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A partir de los años 60, Zaragoza vivió un importante aumento demográfico. Un incremento de la población que convergió en la creación del barrio del Actur, al otro lado del río Ebro. Ya el propio nombre lo indica: Actuaciones Urbanísticas Urgentes, una medida que se llevó a cabo en la década de los 70. Poco a poco, el barrio fue creciendo en cuanto a viviendas y, claro está, a ciudadanos.

Una proliferación de habitantes, en su mayoría jóvenes, que derivó en un nuevo problema: la falta de espacio en las escuelas ante tanta nueva cara. Y, en todo este frenesí de crecimiento, nació el colegio Eugenio López y López. Un nombre que, por cierto, es en honor al director general de Enseñanza Primaria que puso fin a esta cuestión un 14 de diciembre de 1974.

Así, el colegio cumple ahora 50 años. Un aniversario que celebrarán el próximo viernes 13 de diciembre en el centro. Lo cuenta con orgullo Beatriz Gómez, la jefa de estudios del colegio, quien asegura que, a pesar del paso de los años, "la esencia de unidad se mantiene como si fuera el primer día". Unos valores que aprenden los más pequeños de la zona en cuanto a "trabajo y esfuerzo".

Unos alumnos se subieron al tejado del colegio, imagen de archivo. E.E Zaragoza

Aunque no siempre fueron niños de 2 a 11 años quienes habitaron y llenaron de risas los pasillos de este, se podría decir, histórico edificio. "El colegio comenzó con secundaria, lo que antes era EGB, además de primaria", recuerda Gómez. Tiempos dorados que, incidiendo de nuevo en esa proliferación del barrio, llegó a alcanzar los 1.300 alumnos.

No fue hasta los noventa cuando se comenzó a reducir el número de estudiantes, rondando todavía los mil. En la actualidad, los pequeños suman unas 400 sonrisas y pares de pies. 

Más allá de números, alumnos y cambios de leyes educativas (pasando de instituto a solo colegio), el centro Eugenio López vive ahora otro tipo de época de gloria, destacando en sus proyectos escolares e iniciativas. Ejemplo de ello es el aula de luz, "donde los niños de infantil aprenden de manera multisensorial", explica la jefa de estudios. Es decir, un aprendizaje que potencia los sentidos. 

"Balón de oxígeno"

Otro de los proyectos más destacados es el programa de desarrollo de capacidades. Un plan que tiene como objetivo principal dar una respuesta inclusiva a todo el alumnado del centro. "Nuestro colegio fue uno de los cuatro seleccionados para empezar este tipo de desarrollo de capacidades, planteado desde la Administración y desde el colegio como una oportunidad para todo el alumnado", señala Gómez.

De esta manera, los alumnos con capacidades especiales y que destacan son atendidos unas horas a la semana en talleres en los que trabajan entre iguales. Es decir, con "compañeros con igual capacidad", apunta. Todo un avance en la enseñanza que, según confirma la profesora, los alumnos lo definen como "un balón de oxígeno".

Una de las aulas más especiales del colegio, donde los niños aprenden con los sentidos. E.E Zaragoza

Ahora, el proyecto ha evolucionado y se tienen en cuenta las prioridades que marca la Administración al inicio de curso. "Este año se están trabajando las emociones con todo el alumnado del colegio, pero también proyectos como la ciudad del futuro con la arquitectura y escultura, o los abecedarios como el braille, dactilológico y uno creativo con efemérides de los años 70", amplia Gómez.

Por tener iniciativas, en el colegio Eugenio López cuentan hasta con una radio para los alumnos. "La llevan los estudiantes, con el apoyo de una de las profesoras", confirma, y añade que es "una muy buena manera para que ellos mismos aprendan a través de sí mismos". 

Este trabajo periodístico se lleva a cabo una vez al mes con niños de 3º a 6º. Además, está organizado en secciones, contando con deportes y entrevistas y donde no faltan tampoco alguna que otra pieza de humor. "Una vez editado, se difunde a través de la Web y el blog del centro", detalla la maestra.

Algunos alumnos del colegio, tiempo atrás. E.E Zaragoza

Los programas no acaban aquí. También tienen un huerto donde los niños y niñas plantan sus propias semillas, así como la elaboración de actividades para el 'impulso de vida activa'. "Hacemos almuerzos saludables, paseos por el entorno o recreos activos", señala. Esta última, la define como una de las "más destacadas" donde los niños utilizan diferentes materiales en el patio para practicar deportes, pintar o realizar coreografías con música.

"Un gato aprende sociales"

Entre las muchas de las anécdotas que recoge este colegio (sin ir más lejos, 50 años de historias), Pilar Andrés, profesora veterana del centro, relata el recuerdo de cuando "un gato aprendió sociales" en una de sus clases. 

"Al poco de comenzar el temario aquel día comenzó a sonar en el aula un maullido lastimero del interior de una mochila", comienza a narrar la docente. Ni más ni menos que un pequeño gatito había dentro de la bolsa "que pedía salir de ahí". Así que, cogiendo "aquella mochila parlante", Pilar bajó al despacho de la directora. 

Sin embargo, las presentaciones entre el "minino" y la mujer "se vieron eclipsadas por los estornudos de este por su alergia a los gatos". Una anécdota que Pilar concluye diciendo que, el resto de la historia, "se puede imaginar". 

Uno de cientos, miles, de recuerdos que se celebrarán esta semana en el colegio. Y, por todo lo alto porque, al fin y al cabo, unas bodas de oro no se celebran todos los días.