Hace justo un año, Jorge Mas, Natalia Chueca y Jorge Azcón refrendaron uno de los pasos más importantes para la construcción de un estadio de fútbol en la capital aragonesa. Real Zaragoza, Ayuntamiento y Gobierno de Aragón firmaban la creación de la sociedad La Nueva Romareda SL, a partes iguales, que impulsaba un proyecto que entonces se definía como “imparable” y que, 366 después, ya tiene una grada derruida y la obra adjudicada.
Pero, como acostumbra a ser todo lo relacionado con La Romareda, no ha sido un camino de rosas, y ha tenido altibajos que, con más o menos improvisación, con más o menos convicción en los argumentos, se han ido superando. Sea como fuere, Zaragoza está inmersa en la reconstrucción de su vetusto estadio de fútbol, lo que también le ha permitido coronarse como sede del Mundial 2030. Valencia, tercera ciudad de España, se ha quedado fuera.
Todo comenzó en el Debate del Estado de la Ciudad de 2021. En realidad, ya fue una promesa electoral de Jorge Azcón, incluso desde el césped de La Romareda, pero la pandemia detuvo los planes iniciales. La socialista Lola Ranera puso sobre la mesa la necesidad de avanzar en el estadio, con un “folio en blanco”, y Azcón, entonces alcalde, recogió el cable. Arrancaba el cuarto intento por renovar La Romareda.
El primer paso fue la ubicación, y se dio paso a un amplio proceso participativo con unas 50 entidades. Se habló de San José, Valdespartera o el Parking Norte (donde, por cierto, se va a levantar el estadio portátil), pero finalmente se acordó mantener la misma ubicación.
La irrupción de Jorge Mas
Casi en mitad de este largo proceso participativo, se confirmó la venta de las acciones del Real Zaragoza al grupo empresarial cuya cara visible es Jorge Mas, que fijó desde el primer día, desde el primer comunicado, su intención de renovar La Romareda. Incluso, la intención de los inversores era financiar por su cuenta la totalidad del proyecto.
La posibilidad de que el Real Zaragoza sufragara el estadio, que, a su vez, implicaba que dejara de ser público, enfrió el talante entre Azcón y la oposición, que veía con reticencia que La Romareda acabara, casi 70 años, en manos privadas. El Ayuntamiento dio paso a la modificación del PGOU para que la parcela pudiera ser adjudicada al club durante 75 años, tal y como pedía la entidad, que argumentaba que la inversión no era rentable en menos tiempo.
La “consulta” de Podemos al Tacpa y la sociedad mixta
Pero otra fecha clave en esta historia es el 2 de mayo de 2023, cuando Podemos, que siempre defendió una nueva Romareda a través de una sociedad mixta, presentó una “consulta” en el Tribunal de Contratos (Tacpa) para dirimir si era legal utilizar el derecho de superficie para entregar La Romareda al Real Zaragoza. Esa “consulta” derivó en la paralización del proceso de licitación, el recurso al Tacpa y su reanudación, de forma cautelar, por parte del TSJA.
Sin embargo, esa paralización provocó la primera gran crisis en el proyecto. La propiedad del Real Zaragoza renunció a la construcción por sí solo del estadio, asegurando que la situación “cautelar” provocaba una “inseguridad jurídica” que imposibilitaba la búsqueda de financiación. Esto supuso un misil directo a la línea de flotación del nuevo estadio, y ya se vislumbraba un cuarto fracaso, pese a que un año después el TSJA dio la razón al Ayuntamiento y confirmó que el Tacpa se excedió en sus funciones al parar la primera licitación.
Hay quien sostiene que aquel recurso de Podemos únicamente fue la excusa idónea del club para no tener que afrontar el pago al completo del estadio y dejarlo en manos de las administraciones públicas. Sea como fuere, Chueca y Azcón, pese a que habían presumido meses antes de que el estadio tendría “coste cero” para las arcas públicas, dieron el paso y garantizaron financiación a la construcción del estadio.
Así, las tres partes firmaron la creación de una sociedad mixta y se comprometieron a aportar 40 millones de euros cada una, sea en metálico o en especie. Sobre la mesa siempre ha estado la posibilidad de un cuarto socio, con Ibercaja en boca de todos, que facilite la financiación y siga el ejemplo de la construcción de San Mamés en Bilbao, donde participó la BBK, pero ese paso todavía no se ha dado y parece lejano.
El estadio portátil y el aumento de financiación
Formada la sociedad, se inició la licitación de las diferentes obras. La propuesta inicial era dividir el proceso en cuatro fases, una por grada y por temporada, pero también hubo un giro radical en estos planes. La sociedad, ante la necesidad de contar con un plan B y la dificultad de cumplir plazos para llegar al Mundial, optó por proyectar un estadio portátil, modular y desmontable en el Parking Norte, al que se trasladaría el Real Zaragoza durante, al menos, dos temporadas, en las que la vieja Romareda quedaría libre para acelerar las obras.
De este modo, confirmado el traslado al estadio portátil, la sociedad inició la licitación de toda la obra. OHLA y Altuna y Uria serán las encargadas de derruir y construir La Nueva Romareda, y Mariano López Navarro y Nussli levantarán el campo modular. En total, todo ello ha sido adjudicado por 146 millones de euros, con un ahorro de 18 millones respecto a los presupuestos iniciales, y deberá estar terminado en junio de 2027. El tiempo dirá si se cumplen los plazos y partidas económicas.
Mientras, el último mes ha dejado una última sorpresa. Ayuntamiento de Zaragoza y Gobierno de Aragón se han visto obligados a duplicar su aportación inicial, ampliando esos 40 millones hasta los 76, parte en inyección directa y parte en préstamo participativo, es decir, que puede ser devuelto en dinero o en acciones de la sociedad. Ambas pasarán a controlar el 37,5% de las acciones, mientras que el club se quedaría con el 25%.
También, este viernes EL ESPAÑOL DE ARAGÓN adelantaba que la sociedad había acordado un incremento del alquiler al Real Zaragoza por su explotación, duplicando el canon anual de los primeros años y añadiendo un pago variable del 5%. Es la muestra de un camino que no ha sido sencillo, que ha tenido altibajos y que poco o nada se parece a la fórmula que se planteó inicialmente. Posiblemente, nada de esto será recordado si en verano de 2027 se inaugura La Nueva Romareda, o se evidenciará si surgen nuevos contratiempos. El tiempo juzgará.