La pasión por el running es cada vez mayor. Es una moda innegable y seguro que muchos conocen a alguien que haya comenzado a correr últimamente. Si no, basta con salir a la calle y observar, o tratar de apuntarse a una gran carrera para comprobarlo. Esta fiebre es tan fuerte que traspasa incluso las fronteras de las naciones. Buen ejemplo de ello, y de luchar sin descanso por sus metas, es la historia de la zaragozana María Andrés, que el pasado fin de semana puso rumbo a Alemania para disfrutar de su primera media maratón.
Dedicación, esfuerzo y deseo de superarse día a día son las características de esta joven de 24 años que comenzó a correr tras el confinamiento de 2020. Deportista desde siempre, señala que sus inicios fueron concretamente cuando el Gobierno permitió salir en franjas horarias por la pandemia. María aprovechaba este tiempo para ir a correr y poco a poco le cogió "el gustillo". Fue "sin ningún plan", hasta que el pasado año se marcó objetivos más serios y se apuntó a sus primeros 10 K en Zaragoza.
Tal y como afirma María, esa fiebre provoca que una vez se empieza "quieras más y más". Mientras se iba encontrando más a gusto y cómoda practicando este deporte, se le metió entre ceja y ceja prepararse una media maratón.
Y como maña, es cabezota, y todo lo que se propone, lo consigue. Como tampoco le frena ninguna barrera, decidió viajar hasta Múnich (Alemania). "Me apetecía hacer una media maratón y casi todas las carreras están muy demandadas y no había dorsales. Ni dentro ni fuera de España”. Así pues, comenzó a investigar en otras localizaciones hasta que descubrió que para la de Múnich todavía quedaban plazas. Con cuatro meses de antelación y por 90 euros, el dorsal era suyo.
Entonces comenzó un bonito y sacrificado camino. Era su primera media maratón y 21 kilómetros no se consiguen de la noche a la mañana. María Andrés contrató un plan cerrado de entrenamiento en función de sus objetivos. 12 semanas de exigencia e intensidad, con cuatro días de carrera por semana.
"Tienes un día de una tirada más tranquila, de una media hora o 40 minutos. Otro día es de cambios de ritmo, series. Y de cara al fin de semana ya son las más largas, de 10 a 16 kilómetros", explicaba la aragonesa, que también recurrió a una nutricionista para ayudarle en las comidas.
Llegó el día
A las 12.30 del domingo 13 de octubre era el día señalado y tan esperado para María. Todo el que la conoce sabía de esa ilusión y de esos nervios que la acechaban las horas previas. Tras la salida de la maratón, llegaba su hora. "Fue una pasada", resume.
En primer lugar, explica que la salida fue muy bien porque estaba muy "organizada", además de contar con el factor motivacional que supone comenzar desde el Jardín Inglés de Múnich. "El parque es espectacular, tiene cascadas y es impresionante. Un 10", relata la corredora.
Pero, el recorrido todavía era mejor, atravesando algunas calles céntricas de la ciudad germana o la plaza de Marienplatz. "Todo el rato había animación, la gente estaba muy volcada, había familias enteras con carteles con las caras de sus familiares", valoraba.
Y aunque lo importante es disfrutar del camino, María Andrés puede presumir de haber conseguido un gran tiempo. "Bajé de las 2 horas y 15 minutos, una marca que no me esperaba porque era la primera vez que corría una media maratón y el tiempo no acompañaba con lluvia y un frío de inverno", sentencia. Su esfuerzo y dedicación le costó, hasta tal punto de que cuando iba por el kilómetro 17 le parecía que le quedaban otros 20: "Se sufre hasta el último minuto".
Al llegar a meta y recibir la medalla (todos los que acababan la tenían), la esperaba su madre, que la había acompañado en toda la aventura. "Cuando estaba llegando se le paró la grabación y no pudo grabarme, pero estaba esperándome y eso se agradece", cuenta con humor la maña.
Además, en ese momento apenas era consciente lo que había vivido. "No sabes ni a dónde vas", expone. Sin embargo, ya en el hotel reflexionó y pensó con orgullo sobre lo que acababa de hacer.
En definitiva, la rasmia y el corazón de Aragón estuvo presente en Múnich, a más de 1.500 kilómetros de distancia de casa, en la figura de María Andrés, que se dejó el alma para conseguir uno de sus grandes propósitos. No obstante, no fue la única española afectada por esta locura del running, pues admite haberse cruzado con algunos españoles de Barcelona.
Ahora, ya piensa en las siguientes pruebas. Cuando esperaba el avión de regreso a Madrid, la joven se apuntó a sus siguientes 21 kilómetros. Esta vez en Barcelona el 16 de febrero, y con la mente también en Praga en el mes de abril. El objetivo: seguir creciendo cada día.