Zaragoza

Para muchos el fútbol es un simple juego, un entretenimiento en el que se dan patadas a un balón. Pero miles de historias demuestran a diario que el fútbol es mucho más que un deporte, que traspasa corazones, elimina las diferencias de cualquier tipo y tira las barreras de todo el mundo. Que se lo digan a Gastón Castro, un argentino enamorado del Real Zaragoza.

Quizás Gastón Castro no lleve el zaragocismo en la sangre, pero sí lo lleva, sin duda, en el alma y en el corazón. Nació en Buenos Aires, donde sigue residiendo actualmente, apenas conoce España, pero el Real Zaragoza es el amor de su vida a más de 10.000 kilómetros.

La música y el fútbol se vuelven a unir en esta historia. El Real Zaragoza y Héroes del Silencio, también, como ya han hecho en La Romareda.

Allá por el año 1999/2000, Gastón Castro estaba cansado de un fútbol local plagado de polémicas y de violencia. Sin embargo, quería apoyar a un equipo de fútbol, pero no un Boca o River, ni un Real Madrid o Barcelona. Así pues, como fan del rock y de Héroes del Silencio desde los 13 años, se interesó por Zaragoza y por su club, el Real Zaragoza.

Eso sí, entiende que si ellos hubieran sido de Sevilla, posiblemente se habría hecho del Sevilla. Pero el destino así lo quiso.

Gastón Castro posa con una camiseta de Diego Milito null

Al tomar esa decisión de comenzar a ver al Real Zaragoza, que entonces lo emitían por televisión allá, no imaginaba que ese "bichito" se hiciera tan grande, hasta convertirse en esta "locura" actual. Y es que el Real Zaragoza se ha vuelto para Gastón una prioridad y admite que no hay nada más importante para él que ver los encuentros.

"El otro día me toco en el trabajo, y lo vi aquí. Es parte de mi vida, yo no me puedo perder un partido del Real Zaragoza. Tiene que suceder algo mayúsculo. Veo todos y después me meto en los foros, en Twitter, en Instagram. Las redes me permiten tener una cercanía mayor, a pesar de estar tan lejos", explica Gastón a El Español, encantado de poder hablar con alguien sobre su pasión.

Tras 25 años alentando en la distancia al equipo blanquillo, y con una ilusión de que este sea el año del ascenso, se remonta a los inicios de su amor por el Real Zaragoza. Unos tiempos mucho más dulces, cuando los aragoneses peleaban con los mejores. Entre todos esos momentos destaca el famoso 6-1 al Real Madrid en la ida de las semifinales de la Copa del Rey. Curiosamente, un 8 de febrero de 2006, el día de su cumpleaños. Otra vez el destino haciendo de las suyas…

Para darle mayor simbolismo, el argentino recuerda los cuatro goles de Diego Milito, su ídolo y a quien tiene tatuado en su piel: "Llevo un 22 en honor a él".

Además, no se olvida de la Copa del Rey que el Real Zaragoza le arrebató a Los Galácticos. En Buenos Aires se celebraba ese día San Patricio y todo el mundo salía a la calle para celebrarlo. Él salió con su camiseta del león, pero en su caso la alegría era por otro motivo diferente.

La camiseta del Real Zaragoza pudo lucirla con honra y compartir su emoción con más zaragocistas en sus visitas a Zaragoza. Gastón Castro ha venido a la capital aragonesa en cuatro ocasiones, cada una más especial, aunque todavía anhela disfrutar de una victoria de su equipo.

Ahora hace más de dos años que no puede coger un avión para vivir el mejor sentimiento del mundo para él: entrar a La Romareda y ver al Real Zaragoza. El factor económico y el tiempo son dos impedimentos importantes, pero desea poder volver pronto, quizás, el próximo año.

Su primer viaje fue en la temporada 2014/15, con Popovic como entrenador, y presenció un Real Zaragoza – Las Palmas, de la temporada regular. Fue un día que no olvidará nunca, por varios motivos.

El argentino se llevó en su maleta 300 globos, 150 azules y 150 blancos con el fin de repartirlos a los aficionados horas antes del partido y de hacer una gran fiesta. Porque para él, era un día de celebrar y quería "montar algo grande", cuenta con inocencia. 

Más adelante, en 2016 viajó para ir al partido de Palamós, en la famosa tragedia en la que se cayó 6-2 ante el Llagostera y el Real Zaragoza perdió la posibilidad de disputar la promoción. También vivió los 'playoffs' de 2018 ante el Numancia en La Romareda y su último recuerdo en Zaragoza fue en un derbi aragonés frente al Huesca.

El argentino luce la camiseta de Cáceres. null

Otro de los motivos que convierten cada viaje en una experiencia inmejorable es contemplar La Romareda, un templo para este porteño. "Siempre que voy soy el último en irme, hasta que me echan los de seguridad, porque no sé cuándo voy a volver", reflexiona.

"Cuando voy no quiero ver el resto de la ciudad, me siento enfrente de las oficinas y miro al estadio durante horas. No me interesa ver el mundo, ni París, ni nada, quiero ir a Zaragoza y estar ahí, reflexionando, me trae mucha paz", continúa.

Ahora, Castro descuenta los días para volver a pisar las tierras mañicas, porque admite que experimentó una conexión especial con la ciudad: "Sentía que ya había estado en otra vida, era muy raro, pero me sentía muy bien. Iba por ahí y me sentía en casa, no me había pasado en otra ciudad del mundo. Me trataron muy bien y fue algo muy fuerte aparte del fútbol".

Como todo zaragocista, Gastón Castro es un verdadero sufridor. Aunque su caso es muy diferente y reconoce que se le hace muy difícil la distancia: "No tengo el contacto físico, es muy diferente, es muy pesado, yo me lo tomo muy en serio, la pasión es muy fuerte, y sufro mucho".

Un mural en Buenos Aires

Pero, si Gastón no puede venir a Zaragoza, ya se encarga él de que Zaragoza vaya a Buenos Aires. De esta forma, cerca de su trabajo, en el barrio de Pompeya se encuentra una pared muy especial que le hace sentirse en casa.

El mural del Real Zaragoza en Buenos Aires. null

Era el año 2022, cuando observando un mural por la calle, se le ocurrió la idea. Contactó con un vecino que estaba pintando en la zona y le propuso hacer un grafiti del Real Zaragoza. Aunque este no sabía que equipo era, se animó y en tres meses era una realidad.

Gastón, que ayudó en el proceso en sus descansos, manifiesta que para él es algo "único", y una verdadera "locura", ya que no hay murales ni del Real Madrid ni del Barcelona en la ciudad y sí que lo hay del Real Zaragoza.

Sin duda, el club del león no puede tener mejor embajador que Gastón Castro al otro lado del océano, un zaragocista hasta la muerte que demuestra todavía más la grandeza del escudo.