Gabriel Fernández Arenas, ‘Gabi’, es el elegido por el Real Zaragoza para esquivar su honda crisis en la que le dejaron Miguel Ángel Ramírez y Juan Carlos Cordero y evitar un descenso que cada vez se ve más cerca. La destitución de entrenador y director deportivo ha generado una catarsis en el seno del club, buscando una revolución urgente e inmediata para evitar la salida del fútbol profesional, lo que supondría una mancha de dimensiones bíblicas en un club que este martes cumple 93 años.
Tras la debacle de Almería y posterior terremoto en el área deportiva, la propiedad del Real Zaragoza llama a un técnico con nula experiencia en el fútbol profesional, pero con 135 partidos -y un ascenso- con el escudo del león. El nuevo técnico estuvo cuatro temporadas en la capital aragonesa, las dos últimas como capitán, en los que vivió en primera persona la eclosión de un equipo construido para pelear por puestos de Champions y que Agapito Iglesias dejó en la ruina económica.
Gabi llega al Real Zaragoza tras temporada y media como técnico del Getafe B, a donde llegó en noviembre de 2023 con el equipo en descenso y lo llevó a playoff de ascenso a final de temporada. En este curso, deja al filial azulón en cuarta posición con 49 puntos, y su nombre ya sonaba en el entorno del club como un posible sustituto a medio o largo plazo de Bordalás.
Tras las cuatro temporadas como futbolista en el Real Zaragoza, Gabi marchó al Atlético de Madrid, donde se convirtió en capitán y leyenda del club colchonero. Sin director deportivo, su elección recae de primera mano en la propiedad del club y el consejero Mariano Aguilar, de estrechos vínculos con los rojiblancos.
El madrileño, que firma sólo hasta final de temporada, tendrá la misión de evitar el descenso, un riesgo máximo que ya se encuentra a un solo punto tras el empate in extremis del Eldense ante el Mirandés. De hecho, si puntúan el próximo sábado en Elche, Gabi se estrenaría en el banquillo de La Romareda contra el Córdoba en puestos de descenso. Por delante tiene 11 partidos para salvar a la entidad de una debacle absoluta.