Borja, Guillermo y Sergio decidieron dar el salto a lo que se suponía era una gran aventura en la nueva planta de Becton Dickinson en Zaragoza. Un proyecto de 200 millones de euros y cientos de puestos de trabajo que, de la noche a la mañana, la multinacional decidió abortar, con las obras a punto de culminar y con 33 trabajadores ya en la planta dando los primeros pasos de la nueva fábrica de jeringuillas.
Ahora, además, se enfrentan a las reticencias de la empresa a ofrecerles una compensación que consideren adecuada a las carreras que dejaron atrás. Borja Pérez llegó de Huesca, dejando atrás su anterior empleo, y se encuentra con una empresa a la que no le importa “achatarrar” los millones de euros que ya llevaba invertidos.
“Se suponía que la empresa era confiable, con una inversión para crear puestos de calidad, y de la noche a la mañana dijeron que no era necesaria. Habíamos puesto muchas expectativas y dejado nuestros puestos, y la compañía nos lo quita. Es necesario compensarlo”, ha reclamado.
Al igual que Borja, a la nueva planta de Becton Dickinson llegaron trabajadores de diversos puntos de Aragón. Todos eran trabajadores de alta cualificación, y la mayoría en puestos con progresión y expectativas personales que ahora chocan con la fuga de la empresa. “No solo es montar una fabrica, sino unas expectativas de carrera que se han visto truncadas”, ha apuntado.
De hecho, Guillermo Larraz cambió su puesto la planta de Becton Dickinson en Fraga para ser responsable de Producción en la fábrica de Zaragoza. Dejó atrás “un proyecto ilusionante y muy ambicioso” junto a 33 familias, a las que “nos mandan a casa” y con la sensación de que “se nos están riendo en las negociaciones”.
“Éramos 33 familias y no nos han dado la oportunidad ni de arrancar la planta y nos mandan a casa. Es muy triste. Los compañeros se han implicado a muerte por sacar este proyecto adelante. Es gente que ha dejado sus trayectorias profesionales y se van a casa con proyectos rotos y familias en la calle”, ha lamentado.
Mientras, Sergio Gracia vive su segundo ERE en apenas unos años. Proviene de Schindler, que también sufrió un proceso tormentoso a principios de 2020 y que acabó con unos 120 despidos. En su caso, pudo recolocarse en otra división y, ahora, optó por saltar al proyecto de Becton Dickinson. “Es un proyecto de vida que se ha visto truncado. No solo se nos trunca este proyecto, sino toda la carrera laboral que teníamos detrás”, ha expuesto.
Los 33 trabajadores se han concretado este martes para exigir a Becton Dickinson una compensación adecuada. Por el momento, las partes están muy separadas y lejos del acuerdo, y disponen hasta el próximo lunes 14 para acordar las condiciones del Expediente de Regulación de Empleo.