Zaragoza
Publicada
Actualizada

La carrera por la inteligencia artificial genera una gran disputa entre las principales compañías tecnológicas del mundo, con inversiones milmillonarias para conseguir las mejores herramientas. En las últimas semanas, la irrupción de la china DeepSeek ha supuesto un golpe en el tablero, con una tecnología optimizada en costes y eficiencia, que ha hecho temblar a otras grandes multinacionales alrededor del planeta.

En esta batalla, una startup originaria del Pirineo oscense busca consolidarse al lado de DeepSeek o ChatGPT. Se trata de ‘The MindKind’, una pequeña empresa con sede en el Valle de Benasque que diseña desde hace cinco años un nuevo modelo de IA general, con el sueño de poder tener un primer prototipo precomercial, siempre que obtenga la financiación necesaria para contratar nuevos desarrolladores.

En su caso, se trata de una IA diferente y complementaria a la generativa de ChatGPT, Gemini y DeepSeek, denominada IA general, y que únicamente desarrollan alrededor de medio centenar de empresas en todo el mundo, y un par de ellas en Europa. “Si quieres aprender kung fu, pese a que nadie te ha entrenado en eso, puedes aprender con el tiempo y dedicación adecuada. Eso es lo que estamos desarrollando. Está considerado como el santo grial de la IA”, ha explicado Mario Garcés, CEO de ‘The MindKind’.

Actualmente, la IA generativa se basa en modelos estadísticos complejos, que encuentran correlaciones en los datos y generan los lenguajes de ChapGPT o DeepSeek, pero presenta una serie de limitaciones, como la ausencia de capacidad cognitiva, es decir, de aprender. “Eso es lo que todavía no se ha conseguido, y se conoce como IA general, que complementará, no sustituirá completamente, con lo que la IA generativa no puede hacer y los humanos sí”, ha detallado Garcés.

Para conseguirlo, Garcés y su equipo parten con una ventaja diferencial sobre las grandes multinacionales: el conocimiento. “A nivel tecnológico, no tenemos nada que envidiar. Ellos no lo saben hacer. Es un tema de arquitectura. No se va a avanzar en IA general mientras no haya una aproximación arquitectónica que equipare lo que hace nuestro cerebro. Y nosotros tenemos ese conocimiento, que viene de entender cómo funciona el cerebro”, ha señalado.

La investigación en neurociencia, el origen de ‘The MindKind’

La historia de ‘The MindKind’ surge de una investigación en neurociencia realizada por el propio Mario Garcés. Previamente, con 24 años, montó una empresa de software que vendió en 2003 y, con la crisis económica, decidió invertir el dinero que había ganado en esa venta y destinarlo a su investigación, que publicó parcialmente en 2019. La parte más estratégica sigue bloqueada bajo secreto industrial.

En ese momento, empezó a descongelarse el ámbito de la IA, y apostó por aplicar la investigación a dar el salto cualitativo con la IA general. En 2020, gracias a una primera subvención del ITA, diseñó una maqueta que demostró que la aproximación científica y técnica era “sólida” y “completamente distinta a lo que se estaba haciendo”.

Con ello, en marzo de 2022 montó un equipo ‘júnior’ con el que ha estado diseñando la tecnología gracias a la financiación pública. “Hemos conseguido fondos Next Generation, colaboración público-privada del Ministerio de Ciencia, y estamos en la fase 2 de la subvención europea más importante para startups tecnológicas. Hemos pedido 7 millones de euros entre subvención e inversión. Eso debería llevarnos a los dos últimos años de desarrollo tecnológico para llegar a mercado”, ha añadido.

De esa inversión necesaria, una parte la va a destinar a la contratación de perfiles ‘sénior’, que ya tiene seleccionado a falta de poder pagar su caché. “Es gente que lleva 40 años de experiencia y han sido número 1 en su sector”, ha desgranado Garcés.

¿Por qué en Huesca?

Pese a que Garcés es madrileño, optó por la provincia de Huesca como el lugar idóneo para diseñar esta nueva IA. Llegó al Valle de Benasque a montar una consultura de Recursos Humanos en un hotel rural, que al final no arrancó por la crisis económica. Tras ello, se quedó a vivir en el Pirineo, un “sitio excepcional para hacer trabajo intelectual”.