Actuar con responsabilidad quiere decir, básicamente, actuar conociendo las consecuencias de los actos que se practican o, al menos, las consecuencias más inmediatas. Trazando una analogía lógica -que será especialmente misteriosa para aquellos a los que el socialismo les ha arrebatado la posibilidad de estudiar Filosofía en el bachillerato- podríamos decir que el que actúa debe conocer que, con cierta seguridad, si practica un acto “A” la consecuencia será “B”. Si le tiro una piedra a la cabeza a una persona que tengo enfrente es casi seguro que a esta persona le va a doler y es muy probable que se enfade conmigo e incluso que desate en ella un comportamiento violento hacia mí.

Y debería conocer, también, que si la piedra es muy grande, el golpe es demasiado fuerte o el lugar del impacto poco acertado es posible que pueda herir de gravedad o incluso matar a la persona blanco de mi ataque. Si el que lanza la piedra lo hace sin conocer las consecuencias de su acto se puede hablar de que el atacante es un irresponsable, un inimputable o un loco, un orate. Si el que lanza la piedra lo hace conociendo las consecuencias solo cabe una alternativa: lo hace con un propósito. Los propósitos pueden ser muy variados, desde infringir un daño de manera deliberada hasta provocar una determinada reacción en el otro. También, a sensu contrario, existe la responsabilidad por omisión: yo sé que determinada persona va ciertamente a sufrir un daño inmediato y no le aviso ni le digo nada para lograr un propósito como puede ser el de dañarle deliberadamente.

En relación con la catastrófica DANA que ha asolado la Huerta Sur valenciana, ¿conocía el presidente del Gobierno que se iban a producir unas lluvias torrenciales potencialmente peligrosas en Valencia? Empíricamente, podemos afirmar que sí. ¿Lo conocía también el presidente de la Generalidad de Valencia? Los datos nos demuestran que así era. ¿Se tomó, entonces, alguna decisión más allá de enviar muy tarde un mensaje de aviso? Debemos responder que no. ¿Solicitó Mazón desde el primer día la activación del estado de alarma? Él dice que sí. ¿Activó Mazón el nivel de emergencia 3 en la Comunidad Valenciana? No. ¿Activó Sánchez el nivel de emergencia 3 a nivel estatal o declaró el estado de alarma? No.

¿Hay alguna razón por la cual Sánchez tarde varios días en enviar ayuda y a algún militar a las zonas afectadas por las inundaciones mientras centenares de muertos se amontonan tras los garajes y bajo el fango? La única motivación posible es de tipo político: echarle las culpas al presidente valenciano. ¿Es legal y moralmente lícito negarse a socorrer a tus ciudadanos, que están muriendo por centenas, con el único fin de desgastar a tu rival político? Definitivamente, no. ¿Es omisión del más elemental deber de socorro? Sí. ¿Es Sánchez un criminal en potencia si sabiendo las consecuencias de sus actos -pues no es estrictamente un orate privado de raciocinio- no actuó con diligencia y celeridad? Lo es.

Estamos ante un presidente del gobierno profundamente enfermo de maldad y exento de la más mínima humanidad que antepone sus abyectos proyectos políticos a salvar las vidas de sus compatriotas. La RAE dice que monstruo es “persona cruel y malvada” y cruel se dice del que “no se compadece del sufrimiento ajeno, o que lo provoca y disfruta con él”. Estamos pues ante un monstruo carente de empatía y es exigencia moral de todos los españoles el expulsarle cuanto antes de la Moncloa. “Si quieren ayuda, que la pidan”, decía el perverso sujeto aprovechándose de las fallas y la ineficiencia del Estado de las Autonomías, un estado autonómico que es ya un verdadero e insolidario reino de taifas donde los españoles son extranjeros entre sí y que está trágicamente demostrando su falta de eficiencia y de coordinación. Su inutilidad, en definitiva, ante las catástrofes y las situaciones de emergencia.

A las políticas ecologistas extremas que mandan no limpiar los cauces de los ríos y derribar presas y al inútil estado autonómico solo les faltaba que se les uniera un presidente del gobierno corrupto, incompetente y malvado. Es hora de rezar por el alma de los que ya no están con nosotros y de ayudar a todas las víctimas. Es hora de reconstruir Valencia y de ayudar a los valencianos los meses y años que sean necesarios. Día y noche, sin descanso. Solo el pueblo salva al pueblo.