Agradecer, en primer lugar, esta oportunidad que nos ofrecen para exponer, en este nuevo medio en Aragón, las opiniones, propuestas y valoraciones políticas de CHA. La pluralidad informativa y la difusión de la misma es un valor que nos sirve, que nos aporta como sociedad.
Tras este breve preámbulo, ahora toca hacer un balance del primer año de gobierno de Jorge Azcón en Aragón ha sido un periodo marcado por tres constantes que lo definen y resumen: una inestabilidad política permanente, un deterioro político alarmante y el recorte de los servicios públicos esenciales en Aragón.
Sin embargo, el presidente de Aragón, sin un atisbo de autocrítica, ni un mínimo anuncio de rectificación a todas estas políticas, realizó, a destiempo, su primer balance de un año de gobierno para hablar desde una realidad paralela, ajena a las preocupaciones cotidianas.
Uno de los hitos de este primer año ha sido la crisis de gobierno provocada por la ruptura con VOX, lo que convierte a la administración de Azcón en la más inestable de toda la historia de la democracia aragonesa. Nunca ningún responsable de un Departamento del Gobierno de Aragón, en un gobierno de coalición, había abandonado su puesto en el Consejo de Gobierno por una ruptura de los acuerdos políticos que permitieron conformar los distintos ejecutivos.
Azcón pasará a la historia política aragonesa por tener el gobierno más breve e inestable de todos cuantos tuvieron lugar al amparo de nuestro autogobierno.
El deterioro de los servicios públicos es otro de los aspectos que han caracterizado las decisiones políticas en este periodo. El gobierno del PP ha demostrado una inclinación por gobernar para muy pocas personas y olvidar al conjunto de la ciudadanía. Si su predecesora Rudi tardó 4 años en recortar y recortar los servicios públicos esenciales, Azcón lo ha hecho menos de un año.
Aluden al aumento del gasto presupuestario como excusa, pero cuando se profundiza ese teórico incremento se observa cómo no va destinado a los servicios públicos, sino a consolidar un sistema donde se favorecen los intereses privados, sea en el ámbito sanitario, sea en el ámbito educativo.
Y no es la típica afirmación política de la oposición para cuestionar al Gobierno. Este último año hemos sido testigo de movilizaciones, prácticamente semanales, en distintos lugares por la mejora de los servicios públicos, desde comedores escolares, falta de profesorado, falta de profesionales de la sanidad. Ni una sola comarca aragonesa se ha visto fuera de estas demandas de la ciudadanía.
Deterioro político es la tercera frase que podría definir este periodo. Desde el minuto cero, donde Azcón no estuvo presente ni en la firma del acuerdo con Vox, ¿anticipándose a lo que iba a ocurrir en menos de un año?, hasta sus continuas y reiteradas apariciones en diversos lugares del planeta con el fin de medrar, partidista y personalmente, en Madrid, en lugar de tratar de ser el líder de las políticas que Aragón necesita.
Degradación política también cuando, un día tras otro, los exconsejeros de Vox aprovechaban la tribuna de su responsabilidad política para lanzar mensajes xenófobos, plenos de odio contra todo lo que significase respeto a la pluralidad, a la diversidad, al feminismo, a los derechos LGTBI, a la cultura y a los valores de la memoria democrática, ante el atronador silencio cómplice de Azcón.
Y si hablamos de falta de dignidad política el mejor ejemplo es la decisión de Azcón de mantener en su puesto a la Presidenta de las Cortes, quien ha degradado esta institución como nadie lo había hecho antes. Ella no va a cesar y el Presidente ha reiterado que no piensa aprobar la propuesta de CHA que permitiría su destitución por una mayoría parlamentaria distinta. Una posibilidad que sí contemplan los reglamentos de los parlamentos de Baleares, País Vasco y Navarra pero que el Presidente de Aragón no quiere para nuestro país.
En definitiva, Azcón se ha convertido en el “campeón de la autocomplacencia”, sacando voz, pecho y un arsenal de redes sociales para tratar de esconder un año de retrocesos, de erosión de la igualdad y de incremento de las políticas reaccionarias, en un contexto de inédita crisis de gobierno.