Para escribir sobre la nueva Zaragoza que legó la Expo 2008, me siento en la terraza del Acuario Fluvial y contemplo el panorama del río Ebro, hoy vibrante, y sus riberas con gradas donde se sientan las parejas y corretea la chavalería sin peligro.
Un poco más arriba y en la orilla opuesta crece el soto que da sombra en verano y se desnuda en invierno para que el sol toque el suelo. El Acuario Fluvial es el único pabellón que permanece tal como se exhibió en 2008 pero más maduro, con más especies y mayor número de ejemplares. No cerró durante las obras y estuvo primorosamente mantenido a pulso por un concesionario ejemplar durante la pandemia sin el recurso de los aportes económicos de las visitas. Hoy desarrolla numerosas actividades divulgativas, educativas y de investigación. Sin duda es el espacio donde late el corazón más vivo de la Expo.
Pero volvamos al paisaje del Ebro. El puente de Zaha Hadid, una escultura arquitectónica asombrosa y bella, cruza el río con la doble función de servir de paso y de punto de encuentro. Sí, el Pabellón Puente además de facilitar el tránsito, es un espacio habitado y se está convirtiendo en un lugar de intercambio de conocimiento y experiencias. En sus ojivas orgánicas se exhiben los contenidos expográficos del Museo de la Movilidad y se desarrolla un interesante programa de actividades complementarias.
Aguas arriba el puente del Tercer Milenio, obra cumbre del ingeniero Juan José Arenas, abrocha el Tercer Cinturón que estructura la movilidad urbana de Zaragoza. Hasta el presente ostenta el récord mundial de luz entre los puentes de arco atirantado de hormigón. Cada vez que paso, me pregunto qué sería del tráfico de esta ciudad sin este prodigio de la ingeniería.
Ya en la margen izquierda, el Palacio de Congresos de Aragón da respuesta a una de las funciones urbanas más demandadas por una ciudad que quiere explotar su posición estratégica como punto de encuentro en el cuadrante nororiental de la península Ibérica. Los visitantes exclaman, ¡Qué cerca está Zaragoza! Y a su lado, la Torre del Agua, aquel faro que iluminó la capitalidad mundial del agua en 2008 y que luego se apagó.
De su vientre se arrancó el Splash, la escultura símbolo de aquel evento. Eran malos tiempos de crisis económica y de desgana, pero la sociedad civil la reclamó y consiguió su reinstalación. De aquella plataforma ciudadana 'Salvemos el Splash' surgió la Asociación Cultural de interés público Legado Expo Zaragoza 2008 que hoy apoya el aprovechamiento y reclama los necesarios cuidados del gran patrimonio heredado de aquel evento internacional.
La torre tiene las mejores condiciones para instalar en su techo un extraordinario mirador sobre las huertas, sobre el río que se retuerce a sus pies y dibuja el perímetro del parque del Agua, sobre el Ebro urbano, erigido como la calle principal entre la ciudad emergente de la orilla izquierda y el núcleo identitario del centro histórico acentuado por sus torres. Pero el secreto y el mayor potencial funcional de la torre reside en el espacio diáfano de más de 9.000 m2 a sus pies que puede acoger múltiples actividades. La sociedad pública Expo Zaragoza Empresarial impulsa en estos momentos la proyección de esta singular arquitectura de Enrique de Teresa como “faro de la logística”, llamando la atención sobre otra de las funciones que contribuye con mayor éxito al desarrollo de Zaragoza.
Sobre los pabellones de los participantes, se ha construido y comercializado el Parque Empresarial Dinamiza que ocupa 12 edificios y otros tantos locales comerciales. Los pabellones de dos alturas se han transformado en edificios de cuatro plantas mediante encofrados intermedios. Así se ha logrado una superficie de 80.450 m2; de la que se ha comercializado el 81% (febrero de 2024). En los edificios que albergaron las comunidades autónomas en la Expo 2008 se ha instalado la Ciudad de la Justicia con una superficie edificable de 50.000 m2.
Así, el recinto de la Expo que incluye el parque empresarial y la Ciudad de la Justicia el área alcanza 125.000 m2; con un grado de ocupación del 92%. El objetivo principal de Expo Zaragoza Empresarial, receptora del legado Expo 2008, ha consistido en adaptar y comercializar los activos inmobiliarios. La operación ya presenta un balance económico positivo estimado en 5 millones de euros anuales. Quedan todavía cuatro edificios que a mi juicio con acierto se reservaron para usos inicialmente no previstos.
Son los llamados Ebro 2 al 5, popularmente conocidos como “cacahuetes” por el dibujo de su planta. En un momento se pensó en transformarlos en viviendas para jóvenes. Sin duda la mezcla de usos urbanos hubiera insuflado vida urbana a este espacio, pero quizás no se planteó adecuadamente y el proyecto no progresó. El actual gobierno apunta a completar el espacio con actividades de carácter administrativo y empresarial y pronto dará cobijo a la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión.
El parque del Agua, riberas del Ebro, la Torre del Agua, el puente de Zaha Hadid, el Acuario, el Parque Empresarial y la Ciudad de la Justicia son piezas patrimoniales de un conjunto urbanístico y paisajístico que configura la imagen de la nueva Zaragoza. Pasados 16 años, el legado de la Expo 2008 continúa.