Transcurridos ya varios días desde que acontecieron los trágicos sucesos de la Dana en varias Comunidades, no deja de asombrarme el espectáculo que están soportando los afectados.
A estas alturas quiero pensar que muchas personas estarán pensando que el sistema arbitrado para resolver fenómenos naturales graves tiene carencias que originan una lentitud insoportable y una ineficacia palmaria.
A los ciudadanos les importa más bien poco quienes les resuelven sus problemas, lo que realmente quieren son servicios públicos de calidad y soluciones antes situaciones críticas, al margen de qué administración los preste o resuelva el problema.
Con la desgracia acontecida estos días en Valencia, Castilla La Mancha, Aragón, Cataluña, Andalucía, se ha evidenciado que nuestro sistema tiene importantes fallos. Habrá más Danas, habrá más tragedias, y por lo tanto ya habría que estar pensando cómo abordar la próxima catástrofe.
El debate debería de ser si la UME como unidad militar debería desagregarse y no depender del Ministerio de Defensa y sí de Interior e incorporar más recursos. Tendría que estar discutiéndose si hay que atribuirle al Estado competencia exclusiva en el caso de graves catástrofes, lo que supondría mando único obligatorio y declaración de Estado de Emergencia. En la mesa de discusión tendría que estar qué inversiones son necesarias para frenar las catástrofes provocadas por el agua. También, si se establece con carácter obligatorio en los colegios educación para prevención de riesgos.
Es realmente el Estado el único que tiene los medios para afrontar este tipo de catástrofes. Las CCAA carecen de recursos para estos fenómenos naturales, por lo tanto, no se pueden resolver graves problemas con parches que son un brindis al sol de competencias que no se pueden ejercer por dichas CCAA con garantías. Pero mucho me temo que ante este planteamiento, los de siempre, las fuerzas nacionalistas de Cataluña y el País Vasco, pondrán el grito en el cielo, porque ellos no quieren ni ver al Ejército Español ni a la Guardia Civil en sus territorios. Baste recordar que el PNV aprovechó las inundaciones de Bilbao de 1982 para exigir la competencia de protección civil.
Pero nada de esto sucede, lo relevante es si Mazón comió y a qué hora y con quién, como si no hubiera muchos más actores responsables de lo acontecido. La historia se repite, una vez más hemos visto cómo en España cuando hay una gran tragedia, la izquierda intenta sacar partido político de ella y culpar a la derecha en la medida en que haya la mínima posibilidad.
Lo vivimos en el año 2002 cuando el Prestigie, la izquierda española echó la culpa a Aznar y Manuel Fraga, convirtiendo la tragedia en un arma electoral que de poco les sirvió.
Lo vimos en el 11-M (2004) cuando la izquierda no dudó en sitiar las sedes del PP y manifestarse el día de reflexión al grito de “PP asesinos”
Lo hemos visto de nuevo en la tragedia del 29-O en Valencia. Se está culpando por parte del Gobierno de Sánchez al Presidente de la Generalitat, Mazón.
La realidad es que nadie (y nadie es nadie) fue capaz de anticipar las graves consecuencias de la DANA. Ni la AEMET, ni la Confederación Hidrográfica del Júcar, ni Silvia Intxaurrondo por mucho que se empeñe. Quién tenía todos los medios para tener la información, que es el Gobierno de España, no vio venir la tragedia.
Por otra parte, quiero recordar que la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, el martes 29, no dijo nada en la rueda de prensa del Consejo de Ministros de esa misma mañana, no se hizo ninguna advertencia.
El ministro Grande-Marlaska ha cargado contra el Presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en lugar de preguntarle qué dotación de Policías Nacionales, Guardias Civiles, etc. necesitaba.
Teresa Ribera no sabe ni contesta, más allá de inventarse llamadas telefónicas a Mazón que nunca existieron, no sabe explicar porque estaba en Bruselas en lugar de en Valencia (la poltrona de Europa le hizo olvidarse de sus responsabilidades).
Y el que no ha defraudado ha sido el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fiel a sí mismo y su cesarismo: “Si quieren ayuda que la pidan”, “si quieres que te de lo que has pedido, apruébame los Presupuestos Generales del Estado”. Quiero recordar que cuando sucedió el COVID19 no hubo que aprobar ningún presupuesto para dotar las ayudas extraordinarias. Me produce náuseas la Ministra de Igualdad con su “este es nuestro momento” (hoy si habría que gritar vergüenza, vergüenza, vergüenza).
Es imperativo reflexionar cómo ante una tragedia con más de 200 muertos, Pedro Sánchez solo sigue pensando en cómo permanecer en la Moncloa. ¿Cómo es posible que un país que está dando una lección de solidaridad increíble con miles de españoles que colaboran voluntariamente en ayudar a los valencianos, perdiendo días de su trabajo, costeándose todo los gastos, consienta que un Presidente del Gobierno solo piense en la poltrona? ¿Cómo van a entender los jóvenes que lo están dando todo en la Comunidad Valenciana, en un ejemplo de civismo que emociona y nos hace saber que hay una gran sociedad civil en este país, que su máximo responsable se dedique a orquestar campañas contra su rival político para echarle la culpa de todo?
Este es el grave problema que tiene España en este momento ante una gran tragedia. Mientras el pueblo español piensa en ayudar a los valencianos, el máximo dirigente del Gobierno de este país piensa en cómo sacar rédito a la tragedia de más de 200 muertos, para evitar que el pueblo español lo saque de La Moncloa.
Si Sánchez quiere saber cómo ser recordado, no hay discusión ninguna, se le recordará como el Presidente del Gobierno que huyó como un cobarde por un palo de escoba que nunca le rozó, mientras los Reyes de España aguantaron con templanza para escuchar el grito desgarrador de unos valencianos sumidos en el dolor por sus muertos.