Zaragoza contará con una nueva Romareda. Tras años de debates y proyectos fallidos, la ciudad tendrá un nuevo estadio de fútbol. Ya empezadas las obras del nuevo campo, toca bajar el balón al suelo y poner sobre la mesa las cifras de una operación que poco o nada se parece al proyecto inicial que el entonces alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, nos vendió en un Debate sobre el Estado de la Ciudad de 2022. Por aquel entonces, la perspectiva era bien distinta. Azcón y después su sucesora, Natalia Chueca, prometieron una nueva Romareda pagada en su totalidad por los propietarios del Real Zaragoza.
Una idílica operación a coste cero para la ciudad que, casualmente, después de las elecciones de 2023, se desvaneció para pasar a convertirse en una realidad muy distinta. Sería el Ayuntamiento, el Gobierno de Aragón y el Real Zaragoza los que pagarían a partes iguales la nueva Romareda, valorada por aquel entonces en unos 140 millones de euros.
Y tras la “gran mentira electoral”, llegó un nuevo engaño, el del campo provisional, el de la “pequeña Romareda”. Si durante meses la alcaldesa aseguró públicamente que las obras se compaginarían con los partidos, en un abrir y cerrar de ojos eso no era posible y se sumaron, así de golpe, otros 15 millones de euros extra al proyecto.
Pero la historia todavía nos deparaba un importante y significativo giro de guión. Un viernes por la tarde y sin informar previamente a la oposición, la alcaldesa de Zaragoza dio una rueda de prensa para reconocer que el coste de La Romareda se volvía a disparar, algo que los socialistas veníamos advirtiendo desde hace meses, acercándose ya a los 192 millones de euros. Casi 200 millones de euros, de los cuales más de 150 millones los asumirán las Administraciones. 150 millones de euros de dinero del bolsillo de todos los ciudadanos.
Así, la realidad y la única verdad es que entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón tendrán que sufragar la mayor parte del coste del nuevo estadio. Incluso, convirtiéndose en prestamistas de la sociedad Nueva Romareda. Un desembolso económico que condicionará los próximos Presupuestos y el futuro de la ciudad en los próximos años.
Son más necesarios que nunca luz y taquígrafos ante lo que, sin duda, será una de las inversiones más importantes de la ciudad durante los próximos años e incluso décadas. Por ello, resulta incomprensible la negativa del Partido Popular de que un representante de los grupos de la oposición forme parte del Consejo de Administración de la sociedad Nueva Romareda, porque la credibilidad y la higiene democrática de un Gobierno debe pasar por la máxima transparencia. Lo demás, no se entiende ni se entendería por los zaragozanos.
Un bloqueo a la oposición que genera desconfianza y dudas, más cuando en el resto de sociedades con participación municipal no se les pone ningún reparo. Así, hay representantes de la oposición en el Consorcio de Transportes, en la Comunidad de Usuarios del Canal Imperial, Mercazaragoza, Zaragoza Alta Velocidad o incluso en la sociedad Los Tranvías de Zaragoza. Un acceso a esta última sociedad que, precisamente, solicitó el propio Partido Popular en 2013 y que entonces se le concedió.
El Partido Popular, lejos de dar explicaciones, información detallada y clarificar las posibles dudas sobre el proyecto, se ha dedicado a poner excusas y generar falsos debates sobre La Romareda que ya no existen y que, en definitiva, solo persiguen crear cortinas de humo para tapar sus propias mentiras.
Nos acusan de poner palos en rueda cuando la realidad es que los socialistas siempre hemos apostado por construir un nuevo campo de fútbol en Zaragoza. Así lo hemos defendido e impulsado cada vez que hemos gobernado. Algo que no puede decir el Partido Popular, que en 2006 acudió a los Tribunales y paralizó con las máquinas, ya en la puerta, la construcción de una nueva Romareda. Qué diferente hubiera sido la historia, ¿verdad?