Cuando hace año y medio asumí junto con mi equipo el gobierno del Ayuntamiento de Huesca nuestro objetivo era claro: poner a funcionar la ciudad. Percibimos que las enormes potencialidades de la capital del Alto Aragón estaban por mostrar. El mejor valor de la ciudad son los oscenses: Su vitalidad, el compromiso con su Huesca, una sociedad civil muy estructurada, empresas locales dinámicas o un sector social activo con un capital humano de primer orden. Poner en juego todo este capital y dinamizarlo es uno de los ejes de nuestra tarea municipal.
Ante los oscenses nos presentamos con un plan en el que figuraba como elemento principal la mejora sustancial del posicionamiento turístico, aprovechando todas esas capacidades. Puede parecer así escrito que fomentar Huesca como destino turístico fuera una cuestión secundaria o un asunto complementario para la ciudad.
Sin embargo, para mí y para mi equipo, el fomento del turismo es el espinazo de nuestra gestión, porque vertebra el trabajo de varias áreas dando un armazón o estructura a nuestra acción de gobierno. Es decir, el turismo no es una cuestión aislada sino nuclear.
A partir de la estrategia que presentamos el pasado mes de marzo hemos establecido un conjunto de acciones que benefician al conjunto de la ciudad. Porque si bien es cierto que el objetivo específico o genérico es que Huesca deje de ser la capital de provincia menos visitada, nuestras metas van más allá y son más ambiciosas: para revertir esta situación debemos potenciar sectores o actividades que suponga para la ciudad una diferenciación en el competitivo mercado de las ciudades de tamaño medio o pequeño; hay que poner en valor nuestro patrimonio monumental; contar de la mejor manera posible nuestra historia; ser un ejemplo en limpieza y ornato; cuidar nuestras zonas verdes; seguir siendo un ejemplo en movilidad urbana y en ciudad accesible y amable; trabajar activamente para mejorar nuestras comunicaciones; o disponer de suelo o edificios para hacer crecer la oferta hotelera.
En definitiva, la estrategia turística ha de funcionar como catalizador que ocasione una reacción de una ciudad que encontramos postrada y que necesitaba un estímulo en aras de un desarrollo armónico y sostenible.
Uno de nuestros primeros objetivos ha consistido en establecer un producto que sirva de mascarón de proa para esta singladura. Se trata del dulce y la pastelería.
El turismo gastronómico es uno de los más boyantes. Huesca ha sido bien conocida en los últimos años por la calidad de su gastronomía. Y dentro de este sector, estábamos convencidos de que las pastelerías son un elemento diferenciador.
Encontrar un elemento distintivo es fundamental para que Huesca quede fijada en el imaginario de los destinos turísticos; que pueda pensarse en nuestra ciudad a la hora de sopesar opciones para un fin de semana o un puente. Porque el viaje familiar o de amigos en estos periodos de descanso es el objetivo en el que nos fijamos.
Que el dulce es un producto sobre el que fundamentar esta estrategia (el principal, aunque no el único) quedó constatado por el rotundo éxito de participación y asistencia de la primera Feria Popular del Dulce, que se celebró entre el 25 y el 27 de octubre.
Este acontecimiento estuvo organizado por el área de Comercio y Hostelería. Financiación del Gobierno de Aragón. Contó con implicación de profesionales y empresas. La respuesta del público, tanto en presencia, como en compras (existencias agotadas en cada una de las dos jornadas) como en los talleres confirma que Huesca necesita elementos dinamizadores y que los oscenses se implican con generosidad cuando estos se les plantean
Ahora es el momento de evaluar y preparar una planificación que permita “escalar” un acontecimiento que en su primera edición puso el listón alto con la presencia no sólo de los pasteleros oscenses y altoaragoneses, muchos de ellos con prestigio internacional, sino de figuras señeras de la pastelería española.
En este conjunto de acciones, hemos desarrollado un plan que incluye también la recuperación del orgullo de ciudad mediante la difusión de la historia local con este objetivo, y la asunción por parte de los oscenses de su papel determinante para contar la ciudad, como prescriptores de la misma.
Trabajamos junto al Gobierno de Aragón en la apertura al público del solar del Círculo Católico para hacer visitables otros solares con restos arqueológicos.
Es necesario completar trabajos de puesta en valor y rehabilitación de San Pedro el Viejo. Estamos a la espera del Plan Director de la Catedral. Potenciamos ya el legado cultural de la Universidad Sertoriana y de bienes inmateriales como el Tota Pulchra del 7 de diciembre (celebración declarada BIC) o la recreación de la extracción de los oficios del 1 de noviembre, en la que se recuerda cómo se elegían los cargos del Concejo en la alta edad media, el renacimiento y el inicio del barroco.
Se va a trabajar en una “narrativa de ciudad”: la ciudad de los cuatro nombres, que articule este eje de la estrategia de potenciación del patrimonio: Bolskan, Osca, Wasqa y Huesca.
Es evidente que el turismo tiene una incidencia directa en el comercio y la hostelería y con ambos contamos de manera activa.
Pero implicar a toda la sociedad oscense es el primer requisito del Ayuntamiento para que toda la energía de Huesca confluya en el objetivo compartido de que sea un lugar extraordinario para vivir.