Es hora de hacer balance. De dejar atrás el año y afrontar el nuevo con los retos pendientes. Con algo de suerte, 2024 acabará con lo que se ha convertido ya en una tradición navideña: la presentación de un borrador de presupuestos para 2025 ‘al filo de las campanadas’. La propuesta de unas cuentas que, mucho me temo estarán, un año más, tocadas por la varita antimágica de Vox, el socio de la ultraderecha preferente del Gobierno del PP durante los últimos cinco años.

Pero, como siempre, hay que empezar el año con optimismo, no pierdo la esperanza de que este 2025 el Gobierno de Natalia Chueca presente unos presupuestos que atiendan las necesidades y verdaderos problemas de la ciudad, de los zaragozanos.

Y estas cuentas no serán realistas si entre sus grandes apuestas no se encuentra la de intentar atajar uno de los problemas más acuciantes en la actualidad: el del acceso a la vivienda. Solo algunos datos nos dan una idea de la situación. En los últimos cinco años, el precio de alquiler y de compra se ha disparado un 30% mientras los salarios tan solo han subido un 17%.

Ante esta preocupante situación, la alcaldesa Natalia Chueca debería ser valiente, como lo fuimos en otras épocas los gobiernos socialistas, con el diseño de Parque Goya, Valdespartera, Arcosur o Parque Venecia. La capital aragonesa, así lo estamos defendiendo desde el PSOE, tiene capacidad para impulsar un parque público de 5.000 viviendas.

Pero estos próximos presupuestos deberían contar con partidas suficientes para acometer planes especiales en determinadas zonas del Casco Histórico, acabar con las viviendas okupadas de Zamoray-Pignatelli o poner coto a la proliferación de los pisos turísticos, que ya suman 1.200 en la ciudad. Pero también actuaciones para que los vecinos del Parque Bruil se sientan seguros y vuelvan a sentirse unos privilegiados por vivir a tan solo 500 metros de la plaza del Pilar. Pero también con ayudas a la rehabilitación que cubran hasta el 80% del coste para las rentas bajas y hasta el 100% en casos especiales.

Anhelo inversiones suficientes para que nuestros barrios vuelvan a convertirse en la seña de identidad de esta ciudad, para que vivir en Las Delicias, Las Fuentes, el Arrabal o Garrapinillos sea motivo de orgullo. Que podamos instagramear sus calles iluminadas, sus parques limpios o sus avenidas como ahora lo hacemos en el paseo de la Independencia o el Parque José Antonio Labordeta. Donde se acabe con esa Zaragoza a dos velocidades con ciudadanos de primera, segunda y de tercera, como se han convertido los vecinos de los barrios rurales.

Ojalá el Gobierno de Natalia Chueca apueste por un urbanismo que piense en la mayoría de los zaragozanos y no solo en unos pocos, con una gestión transparente y sin opacidad. Sin recalificaciones a la carta, pensadas solo en el interés de algunos y no en el interés general.

Estoy convencida de que el 2025 nos traerá un Real Zaragoza de Primera División y confío en que las obras de la nueva Romareda avancen a buen ritmo hacia el Mundial 2030. Un proyecto que superará los 150 millones de dinero público y del que todos, oposición y zaragozanos, deberíamos tener la máxima información.

¿Y se imaginan que los próximos Presupuestos tengan partidas suficientes para iniciar la puesta en marcha de una segunda línea del tranvía que conecte el Este con el Oeste de la ciudad? Ojalá fuera realidad como que este 2025 nos trajera por fin una reordenación de los autobuses que tenga en cuenta las opiniones y necesidades de todos los usuarios y, especialmente, las de los vecinos de Valdefierro con la línea 24.

Desearía también recuperar unas fiestas del Pilar populares, de artistas callejeros, vida y alegría en la calle y cultura local accesible para la mayoría de la población. Un acceso a la cultura que no dependa de la capacidad económica. Una cultura para todos, que no se privatice.

Unas nuevas cuentas para el año que viene en las que los zaragozanos no tengan que apretarse el cinturón al pagar más por aparcar en la zona azul, por su consumo de agua y basura o, simplemente, por una entrada para ir a ver una obra al Teatro Principal. En las que el Gobierno de Natalia Chueca diera marcha atrás a la subida de tasas y precios públicos que han aprobado.

Un 2025 en el que el Ayuntamiento de Zaragoza, tras cinco años sin poder hacerlo por la influencia de Vox, pueda condenar de manera unánime, alta y clara la violencia machista. Que la ciudad vuelva a ser referente en Cooperación al Desarrollo y en solidaridad con aquellos que más lo necesitan, porque en otro tiempo lo fuimos. Y donde el Ayuntamiento de Zaragoza tome la bandera de la sostenibilidad retomando proyectos que han caído en el olvido como las comunidades energéticas.

A pocos días de terminar 2024 y conocer el borrador de Presupuestos de 2025, soñar con otra forma de hacer política todavía está permitido, ¿o no?