El 2024 toca su fin, y parece obligado hacer balance y enunciar los retos inmediatos. Pero si algo está claro, es que se debería de declarar el año 2024 como el año de Aragón.

Soplan vientos favorables para la economía española y aragonesa. Todas las previsiones económicas han mejorado los pronósticos y sitúan el crecimiento anual en torno al 3%, ya que la DANA restará alguna décima. En el caso de Aragón se estima un crecimiento del PIB alguna décima superior, en sintonía con los datos del tercer trimestre de la Contabilidad Nacional.

Las proyecciones del Banco de España para 2025 estiman un crecimiento del PIB del 2,5% y del 1,9% para 2026, pero en mi opinión, hay que ser cautos pues vemos que se suman nuevos conflictos a los ya existentes como es el caso de Siria. La actualidad añade nuevas incertidumbres, ¿Limitará el comercio mundial la política arancelaria de EE. UU.? ¿Cuál será el nuevo gobierno de Alemania? ¿Va a acometer el gobierno central la reducción del déficit fiscal para cumplir con su Plan fiscal? Interrogantes que se irán despejando pero que sin duda tienen un gran alcance,

De cualquier modo, el buen comportamiento de la economía española se reconoce internacionalmente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE e incluso publicaciones como 'The Economist' se fijan en nosotros ante una economía europea estancada.

Parte del éxito de los grandes números se debe a las medidas adoptadas durante la covid-19 capaces de sostener el tejido productivo y las rentas de los trabajadores que junto a una moderación en el crecimiento de los precios, tras alzas inusualmente elevadas, han reconducido la política monetaria.

El Banco Central Europeo (BCE) por fin bajó los tipos de interés dando oxígeno a las familias, aliviando parte de la carga de las hipotecas, a través del Euríbor, y a las empresas con un escenario de mayores flujos de financiación.

Gran parte de los salarios pudieron protegerse de la inflación con las cláusulas de revisión salarial. En el presente, el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC 2023-2025) ha respondido a lo largo del año impulsando el crecimiento salarial acorde al actual contexto de expansión económica mientras la inflación ralentiza su crecimiento. Los convenios registrados en 2024 muestran un incremento medio del 3,2%, cuatro décimas por encima de la inflación media, mientras que el aumento promedio de todos los convenios vigentes es algo menor, del 3,1%.

Ahora bien, no hay que bajar la guardia. Los salarios deben ganar poder adquisitivo. La inflación acumulada desde 2020 es de un 19% y se deja notar sobre todo, en los alimentos, y en la vivienda, tanto a la hora de adquirirla como de alquilarla. Además, su escasez dificulta el asentamiento de nuevos residentes en zonas donde la mano de obra es necesaria, como las turísticas, o el medio rural.

El mercado laboral también está dando muestras de fortaleza. En noviembre el número de afiliados a la seguridad social es de 617.993 personas, 8.700 más que un año atrás y el de parados 51.388; 2.201 menos que hace un año.

Sin embargo, persisten los problemas estructurales del mercado de trabajo. El paro de larga duración, las mayores dificultades de la mujer para integrarse y permanecer en el mercado de trabajo, que se incrementan entre las migrantes, y el “edadismo”. A ello se suman, la desigual distribución en el territorio de la actividad económica y de las personas, con el agravante de los efectos del cambio demográfico. La población envejece. Un primer reto, renovar las plantillas y atender el envejecimiento.

Aragón cuenta una herramienta ampliamente testeada, el diálogo social desde el que acordar políticas de empleo dirigidas a corregir los desajustes que se están produciendo y favorecer el relevo generacional con una mayor vinculación entre el sistema educativo y el tejido productivo.

Nos preocupa la preparación para los nuevos perfiles profesionales que se están y se van a demandar. La formación tiene que ser una prioridad ya: no podemos esperar si queremos llegar a tiempo. Debemos contar con las personas jóvenes, mediante un plan de coordinación de la orientación educativa y la orientación laboral en los centros educativos a edades tempranas y sin sesgos de sexo para las nuevas oportunidades surgidas en el territorio.

Este año en Aragón acogemos con ilusión la llegada de los nuevos proyectos anunciados por el Gobierno, atraídos por la disposición de suelo, agua y energía. Los centros de datos AWS Amazon, Blackstone y Microsoft suponen una diversificación económica cuyo impacto más allá del ligado a su construcción está por definir. Otros como los del Grupo Guissona, Grupo Costa, la gigafactoría de Stellantis y CALT, conllevan la generación de empleo hasta 2028. Un empleo industrial de calidad que afianzará definitivamente los sectores de alimentación y de automoción, este último, si aprovecha la oportunidad toda la cadena de valor del mismo.

Aragón afronta un futuro prometedor para su progreso económico y retos que sin duda superaremos pero es necesario un compromiso social para mitigar desigualdades y alcanzar mayores niveles de protección social, que solo se consiguen con unos servicios públicos fuertes, que nos permiten disfrutar por igual de la educación, la sanidad y servicios sociales, más allá de otros elementos de cohesión social.

Ha sido nuestro año seguramente, no dejemos las cosas a medias ni caigamos en el triunfalismo, terminemos el trabajo, si es con 37,5 horas mejor.