Otro año más que viene. Otro año que seguramente no hayas conseguido lo que te has propuesto a principios de año.

Y aquí te traigo la receta para que no te ocurra otro año más.

Es un paso muy complicado que prácticamente nadie lo cumple.

Y te lo voy a resumir en dos palabras:

No autoengañarse.

¿Qué ocurre? Que para eso hace falta una serie de requisitos, y te voy a contar de forma práctica cómo los he aplicado en mi vida.

Tuve una conversación hace un año más o menos con un amigo, y salió un tema interesante. ¿Alguna vez habíamos cambiado algo de nuestra vida? 

No al nivel de cambiar de trabajo o de pareja. A nivel profundo.

Y lo primero que se me ocurrió fue que yo había cambiado mucho mi timidez a la hora de relacionarme con otras personas. 

De adolescente, era una de las personas más tímidas que te puedas imaginar. Era un chico lleno de inseguridades y miedos. Y eso me jugó “en mi contra” cuando monté mi empresa de gestión de alquileres.

Me acuerdo que una vez fui con mi socio a un evento a Madrid, y no me atreví a hablar con ningún empresario o inversor que pasaba por allí. Allí estuve 3 días sin hablar con nadie. Todo el rato estaba en mi mente: “les voy a molestar”, “es de mala educación interrumpirles”, “van a pensar que soy muy joven”, etc.

Al pasar los meses y los años, fui lanzándome y atreviéndome a hablar con muchas personas. Comencé a dar charlas para 100, 500 e incluso 1.000 personas. 

Y ya tenía claro que si quería hablar con alguien, lo hacía. No porque sí, sino habiendo trabajado en mí esas inseguridades durante muchos meses. Habiendo parado decenas de veces a valorar quién era y lo que estaba creando.

Pero ahí me plantee en distintos escenarios para comprobar que eso que me estaba diciendo era verdad. Lo cuestioné.

¿Realmente me da igual con qué persona hablar, sea quién sea? ¿Le trataría exactamente igual? ¿Me podría llegar a poner tenso o algo nervioso? ¿Qué es lo que me haría reaccionar así?

Y descubrí que no tenía la misma tranquilidad al hablar con una persona de la calle, que con un famoso de verdad.

Entonces me hice la pregunta que tengo anclada en mi mente desde ese día. Y que veo como a otras personas cercanas les ha servido cuando les he puesto esta pregunta con sus propias experiencias.

¿Realmente he solucionado mi timidez, o simplemente el contexto es mejor que antes?

Ojo, no pases por alto esta pregunta.

No es lo mismo que sepas gestionar tus emociones, a que todo tu alrededor esté yendo bien exteriormente.

Y lo peor es pensar que porque el exterior está más o menos bien, tú estás bien. Porque en el momento que algo cambia y tú no te lo esperabas, vuelves a caer.

El otro día lo hablaba con un amigo. Me dijo que notaba un muy buen avance en los últimos meses. Y yo le hice la pregunta: ¿realmente es así, o simplemente es que el exterior (que tu pareja está más cariñosa últimamente, que tu hija se comporta bien, que tienes un trabajo más estable, que no ha ocurrido ninguna enfermedad grave en tu entorno…) te hace que estés mejor?

Y ahí la importancia de hacerte buenas preguntas. Y de ser honesto.

Porque me di cuenta de que no había solucionado esa timidez a nivel profundo. Simplemente cuando hablaba con alguien que no conocía, por lo general siempre tenía buenas respuestas y me hacían sentir a gusto.

¿Y qué acción tomé gracias a hacerme esta pregunta? Volver a sacar tiempo de calidad para mí, y mirar de frente esas inseguridades que seguía teniendo pero no quería mirar.

Y de ahí mi conclusión: no estoy avanzando hacia mis objetivos cómo me gustaría, porque no estoy dedicando tiempo para pensar. 

Era como decir que no tenía tiempo para echar gasolina porque estaba demasiado ocupado conduciendo. Solo puede acabar mal.

Iba corriendo hacia lo que se suponía que debía hacer. Y casualmente siempre tenía la sensación de no haber conseguido todo lo que quería. Y de seguir persiguiendo metas que supuestamente me iban a hacer feliz, y luego no era así.

Después de haberme atrevido a verlo, ahora observo situaciones en otros que igual te suenan. ¿Por qué estás enganchado al móvil, a las noticias o a la televisión? ¿Por qué te molesta cuando el otro partido político dice algo? ¿Por qué sigues cabreado con tu jefe? ¿Por qué dices que vas a dejar de fumar y no lo haces? ¿Por qué no cumples tus propósitos de año nuevo?

Te cuento una herramienta que me han ayudado a gestionar todo esto:

Imagina que nunca has visto ningún partido de fútbol, ni tienes ni idea de cómo se juega. Y te ponen a jugar.

Pasa el balón por tu lado, y lo coges con la mano. Te pitan falta y no sabes por qué. Al rato vuelve a pasar, y te expulsan por volver a coger el balón con la mano. 

Y tú, cabreado, porque ya no te dejan jugar.

En un partido de fútbol, hay una serie de reglas para jugar, que si las sigues, tienes posibilidades de ganar. Y si no, solo te cabreas, dices que es injusto y jamás vas a ganar. 

Adivina qué: el partido, es la vida.

Y cada situación que te genera tensión, frustración o intranquilidad, es una regla que todavía no has entendido. Porque lo único que te provoca esa emoción negativa es la forma en la que estás interpretando esa situación (esto lo explico en el artículo del mes pasado).

Y si no has entendido la regla, es porque nadie te la ha enseñado o no has dedicado el tiempo suficiente para pensar y entender esa regla. Ahora es el momento.

No te pongas hitos porque sí. Siéntate, dedícate tiempo de calidad y crea un plan de lo que quieres hacer este 2025.

Y mientras vayas avanzando con tu plan, presta atención a todas esas reglas que todavía no entiendes. 

Verás cómo eres el único que no tropiezas 20 veces en la misma piedra, porque comienzas a aplicar las reglas que funcionan de verdad. En tus relaciones, en tu trabajo, en tu vida.