El turismo es transversal, líquido, e impregna a toda la sociedad, creando riqueza y bienestar. A nivel global, ha sido y seguirá siendo a futuro, uno de los sectores con mayor crecimiento, ejerciendo de motor de la economía. En Aragón representa un 9% del PIB y ocupa aproximadamente el 10% de la población activa. Estas cifras, en continuo crecimiento, son el botón de muestra de la capacidad del turismo para generar riqueza.
Pero, además, es tractor en la diversificación de la economía tejiendo sinergias con la economía agraria y en el sector agroalimentario y potenciando el turismo rural y experiencial ligado al producto de proximidad. Asimismo, nuestro sector turístico es uno de los más relevantes para fijar población en el territorio y contribuye a la lucha contra la España vacía.
Sin embargo, y a pesar de su importancia, estamos abocados a acometer una transformación urgente para afrontar retos estructurales que exigen soluciones ambiciosas y comprometidas. La falta de personal cualificado es una barrera importante que está empezando a poner en (serio) riesgo nuestra competitividad. En la actualidad, el turismo es el sector que presenta mayor déficit de trabajadores y crece a ritmo exponencial la dificultad para encontrar personal cualificado, que ya se viene sufriendo de forma generalizada desde hace más veinte años y que llega a ser dramática en muchas zonas del territorio. El 73% de las empresas del sector en Aragón enfrenta dificultades para encontrar personal cualificado. De no poner remedio de forma rápida se alcanzaría un punto sin retorno que podría afectar con gravedad al turismo en Aragón.
Como solución, desde Horeca insistimos en la necesidad de mejorar la formación, potenciar la profesionalización, dignificar la imagen y reforzar el reconocimiento social de la hostelería y poner en valor la importancia socioeconómica del sector. Pero, además, reivindicamos la creación de una Escuela de Hostelería de referencia en Aragón. Algunos territorios cercanos nos llevan décadas de ventaja. Por ejemplo, sin ir muy lejos, la experiencia del Basque Culinary Center demuestra que este tipo de iniciativas tienen un impacto multiplicador.
Desde su creación en 2009 no solo ha impulsado la formación e innovación en gastronomía, sino también ha conseguido atraer la atención internacional que liga indiscutiblemente la ciudad con un turismo de calidad, sostenible e innovador. Este centro se ha consolidado como un ecosistema de referencia internacional generando al año una contribución económica de 24,4 millones de euros, con una aportación al PIB de 13,4 millones y un retorno fiscal que alcanza los 4,3 millones de euros anuales (datos de 2018). Además, su contribución con intangibles a la marca Euskadi es inmensa y su aportación a la visibilidad de un turismo de calidad no tiene precio.
En Aragón, venimos hablando de la necesidad de poner en marcha un centro similar desde finales de los años 90 del siglo pasado. Reivindicamos una Escuela para catalizar una transformación equivalente a la que han experimentado nuestros vecinos, alineándose, además, con los objetivos del Plan Aragonés de Estrategia Turística. Pero, mientras otros actúan, nosotros seguimos pensando en un proyecto que todos apoyan sobre el papel pero que, al final, sigue siendo una entelequia. Ya decía Ramón y Cajal “las ideas no duran mucho hay que hacer algo con ellas” y en Horeca no necesitamos más ideas. Queremos compromisos y realidades.
Necesitamos una transformación. Porque los tiempos han cambiado y con ellos las exigencias de quienes cocinan, sirven y disfrutan. Una Escuela de Hostelería en Aragón no solo respondería a las demandas actuales de la sociedad y del mercado laboral, sino que también impulsaría una reconversión del sector, favoreciendo el desarrollo integral de Aragón porque, además de atraer a estudiantes y profesionales de todo el mundo, contribuiría a fortalecer nuestra identidad cultural y gastronómica, posicionando nuestro territorio como un destino de excelencia. No hablamos solo de formar profesionales. Se trata de liderar un cambio cultural.
Revolución gastronómica
En Aragón podemos estar orgullosos. Lideramos una revolución gastronómica que parte de profesionales que se arriesgan para abrir sus establecimientos y ofrecer emociones y experiencias diferentes y atractivas mezclando cuatro ingredientes fundamentales: materia prima, tradición, innovación y talento, dando forma a una nueva marca gastronómica que ya bulle a pleno rendimiento. Son muy pocas las ciudades que puedan generar tendencias gastronómicas en tan poco tiempo y con tanta calidad. Pensando en el futuro, tenemos enormes posibilidades. Sin embargo, no vamos a poder aprovecharlas porque no contamos con profesionales cualificados.
Una Escuela de Hostelería, al igual que ha sucedido en San Sebastián, Madrid, Barcelona o Sevilla, se convierte en foco de atracción para el turismo, las empresas, los profesionales, los eventos internacionales, la programación cultural y deportiva y todo aquello que supone creación de riqueza. Pero, la hostelería no es solo un negocio es parte de nuestra identidad, de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. Una Escuela de Hostelería revitalizaría nuestras zonas rurales, creando empleo y atrayendo talento joven. Convertiría Aragón en un destino no solo para turistas, sino también para estudiantes, investigadores y empresarios que vean en Aragón un lugar para invertir y crecer.
La creación de una Escuela de Hostelería no es solo una oportunidad, sino una necesidad que requiere el compromiso de todas las partes: administraciones públicas, sector privado y sociedad. Algunos dirán que es una petición ambiciosa, un sueño inalcanzable. Pero soñar nunca ha sido una debilidad: es el primer paso hacia el progreso.
Fernando Martín, presidente de Horeca Zaragoza