El calor en estos días de verano se hace insoportable en la ciudad. Muchos huyen de las elevadas temperaturas hacia la costa o hacia la montaña. Se dice que la playa de Aragón es Salou, por la cantidad de turistas aragoneses que acuden a la costa catalana. Sin embargo, dentro de la comunidad existen muchos embalses, ríos, piscinas naturales y hasta playas de interior que son una buena alternativa para refrescarse durante el verano.
¿Quién ha dicho que Aragón no tenga playa? Ciertamente no tiene salida al mar, pero en el interior de la comunidad encontramos zonas de baño que se asemejan. Incluso existe un embalse llamado “El Mar de Aragón”, se trata de la mayor confluencia fluvial de la Península ibérica. Creada por la construcción de los embalses de Mequinenza y Caspe y cuenta con 500 kilómetros de costas interiores. El Mar de Aragón constituye un escenario privilegiado para la práctica de deportes náuticos y es lugar de referencia para pescadores de toda Europa.
Una playa de interior perfecta para refrescarse estos días es la de Arquillo, en Teruel. Un embalse que cuenta con todo tipo de comodidades como el chiringuito, o los pedales para dar un agradable paseo por las aguas. La zona es muy conocida por los turolenses, pero para el resto del mundo aún resulta poco conocida.
Embalse de Arquillo
El embalse de Arquillo está situado en el municipio de San Blas, en Teruel. Está construido en el cauce del río Guadalaviar, sobre una superficie de 83 hectáreas y con una capacidad máxima de 22 hm3;. A principios de verano llegó a estar en el 93% de su capacidad, actualmente se encuentra a un 80%, una buena cifra que refleja la cantidad de agua que contiene.
El embalse está rodeado por zonas de arena que facilitan la entrada y salida del agua, formando unas zonas de baño estupendas. El chiringuito en una zona de sombras y con mesas y sillas es una buena opción para comer, y los triciclos de pedales se pueden alquilar allí mismo sin necesidad de reserva.
Para los más aventureros, el embalse de Arquillo ofrece también la posibilidad de hacer una excursión. Se trata del Camino Natural del Río Guadalaviar. El inicio se sitúa a las afueras de San Blas, en una explanada donde hay un panel informativo y las primeras pasarelas junto a los restos de un antiguo molino. Sin embargo, desde el propio embalse también puede comenzarse, hay una conexión partiendo de unas escaleras empinadas. Al subirlas, la temperatura se suaviza y el paisaje cambia de manera repentina, aparece vegetación y gran cantidad de aves.
El Camino Natural del río Guadalaviar recorre desde el barrio de San Blas de Teruel hasta la presa del Arquillo; es un camino fluvial que recorre el cañón del río en una zona donde se pueden ver águilas reales, alimoches, buitres leonados y muchos otros animales. El sendero tiene una longitud de casi diez kilómetros ida y vuelta, por lo que se tarda en realizarlo unas dos horas.
Camino Natural de Guadalaviar
El inicio del Camino Natural del Guadalaviar se sitúa a las afueras de San Blas (Teruel), en una explanada donde hay un panel informativo. La ruta continúa remontando la corriente por la margen izquierda, en paralelo al canal de desagüe de una piscifactoría hasta cruzar por una pasarela metálica a la otra orilla.
Tras atravesar una pequeña explanada se llega a la primera escalinata rústica que permite acceder a un bloque de piedra derrumbado sobre el río que hace las veces de mirador, desde donde se divisan los restos de una antigua presa. Una vez salvado este gigantesco obstáculo, el Camino desciende hasta el río. La senda presenta otra escalinata ascendente, que atraviesa un estrecho cañón cuyo lecho queda cubierto completamente por el río.
Bajando hacia la llanura fluvial se llega a una plataforma que permite adentrarse en una garganta rocosa, donde todavía se conservan los restos de un muro de sillería de una pequeña presa abandonada de origen medieval. El tramo termina en una nueva pradera más abierta, donde hay un espacio no cubierto por el agua.
Sin embargo, se puede seguir paseando subiendo a la paramera por un camino en zigzag que remonta unos 100 metros. Merece la pena por las vistas de Teruel que se divisan desde el borde del cañón. Continuando el Camino por el cañón del río Guadalaviar, se pasan hasta ocho puentes de madera, en este tramo hay un par de refugios de pastores, el primero excavado en la roca y el segundo dentro de una grieta en la otra orilla.
Finalmente, la ruta llega hasta la presa del embalse del Arquillo de San Blas, que permite el caudal necesario para el mantenimiento de la biodiversidad fluvial liberando continuamente agua por sus esclusas.