Todo está preparado para que mañana, 27 de agosto, el Cipotegato 2024 dé el pistoletazo de salida bajo una lluvia de tomates, a las fiestas patronales de Tarazona. Esta fiesta, precede a la famosa Tomatina valenciana. Antes de que se empezaran a lanzar tomates en la ciudad del Turia, ya se hacía en este pueblo aragonés.

El origen de esta antigua tradición, aunque incierto, parece remontarse a la Edad Media. Desde entonces, la manifestación festiva ha ido evolucionando adaptada a los nuevos tiempos.

Según a quien le preguntes te contará una historia u otra sobre el origen esta fiesta. El término “cipotegato” aparece por primera vez en 1704, en un archivo guardado en la Catedral de Tarazona, en el que se relata que esta figura el “Pellexo de Gato”, se dedicaba a mandar callar y ahuyentar a los niños que entorpecían la procesión del Corpus Christi.

Por otro lado, se cuenta que el “cipotegato” era un bufón de la corte del rey, y que una vez, al recibir un tomatazo en la cara decidió ponerse una máscara para protegerse. La careta tenía forma de gato, y de ahí, el nombre y la tradición de lanzarle tomates.

Sin embargo, hay una tercera versión que es la más aceptada por los turiasonenses. Cuenta que cada 27 de agosto, por la fiesta de San Atilano se liberaba a un preso, siempre y cuando aceptara la humillación de atravesar el pueblo y llegar a la plaza, recibiendo golpes de los vecinos que le lanzaban las hortalizas sobrantes o en mal estado. Quedaba libre, claro está, si llegaba vivo al final del recorrido.

Sea como fuere el origen, ser hoy “cipotegato” es todo un honor. Encarnar al cipotegato es mucho más que participar en un evento; es representar una tradición que ha sido parte de la identidad turiasonense durante siglos. La figura del Cipotegato ha evolucionado a lo largo del tiempo, convirtiéndose en un símbolo esencial de la ciudad y en un legado que conecta a los habitantes con su historia.



Además, el papel del Cipotegato conlleva un desafío físico y emocional considerable. El recorrido por las calles, en el que la multitud le lanza tomates, requiere valor y resistencia, lo que aumenta el prestigio de quienes lo completan. Ser cipotegato no es fácil, hay un reglamento conformado por el ayuntamiento para el sorteo que decidirá que persona se pondrá el traje y atravesará el pueblo. Los requisitos son sencillos: tener más de 18 años y ser de Tarazona, o llevar empadronado allí por lo menos diez años, pero todo se complica al recibir unas 150 candidaturas cada año.

Programa de fiestas

En el programa de fiestas se pueden leer, aparte de todas las actividades, dos cartas dirigidas a los vecinos, la primera del alcalde Antonio Jaray Artasona, y la segunda del concejal, Jose Antonio Docando Campillo. La del regidor dice así:

Como cada 27 de agosto, con el repique de campanas al mediodía y la salida del Cipotegato, se despierta en todos nosotros una emoción y una ilusión que nos fortalece y nos llena de orgullo.

Este es un momento para celebrar no solo nuestras tradiciones, sino también nuestra rica historia, patrimonio o gastronomía. Tarazona es una ciudad bimilenaria con un legado impresionante, desde la majestuosidad de nuestra Catedral hasta el encanto de nuestro barrio judío y las calles que narran siglos de historia.

Estas fiestas son la ocasión perfecta para redescubrir y compartir nuestra herencia cultural con todos aquellos que nos visitan. Con nuestras celebraciones, no solo atraemos visitantes, sino que también mostramos la hospitalidad y la amabilidad que nos caracterizan.

El cipotegato saldrá de la Casa Consistorial este martes a las 12.00 horas, pasará por la calle Mayor para girar en dirección a la calle del Conde, plaza Palacio y pasar por la calle San Juan, bajar la cuesta hasta Fueros de Aragón, llegar a la calle Virgen del Rio, pasar por la calle Prado, la Calle Laureles, atravesar la plaza La Seo, cruzar el puente de la Catedral, realizar una parada en la esquina del bar Amadeo y subir finalmente por Marrodán para acabar en la estatua que lleva su nombre en plaza de España.

La Fiesta Mayor tiene lugar el 28 de agosto, cuando se conmemora el traslado de las reliquias de San Atilano a Tarazona en 1644. Las fiestas continúan hasta el 1 de septiembre con infinidad de actos para todos los públicos.