El pirineo aragonés es una auténtica joya. Cuenta con una naturaleza sobrecogedora, unas excursiones espectaculares, y unos alojamientos de lujo. De lujo auténtico, no solo por el entorno precioso, sino porque tiene hoteles 5 estrellas.
Aragón cuenta con pueblos medievales que te transportan al pasado, pero para viajar al siglo XX más glamuroso solo hay que coger el tren en la Estación Canfranc. Inaugurada en 1928 la preciosa estación ha sido reconvertida en un auténtico hotel de lujo. Enclavado en pleno corazón del pirineo, se trata de un destino turístico único.
La Estación Internacional de Canfranc, fue durante décadas un punto clave de conexión entre España y Francia. Tras años de abandono, este imponente edificio renació como un hotel de lujo, preservando su grandeza original. Hoy, este hotel de cinco estrellas es un lugar donde el pasado y el presente coexisten armoniosamente, ofreciendo a sus visitantes un viaje en el tiempo sin renunciar a las comodidades modernas.
Este majestuoso hotel, ubicado en la histórica estación internacional de Canfranc, es un verdadero emblema de lujo y sofisticación en pleno Pirineo. Renovado con mimo y respeto por su historia, ofrece a sus huéspedes una experiencia única donde la elegancia se fusiona con la historia.
A través de sus salones, habitaciones y gastronomía exquisita, el visitante se transporta a otra época. El hotel respeta el estilo del siglo pasado, y la ambientación de la elegante estación, por lo que hay salas muy parecidas a la estación de tren original.
Experiencias únicas en la estación
El Hotel de Lujo de la Estación de Canfranc cuenta con habitaciones y suites que destacan por su diseño elegante y refinado. Decoradas con un estilo que evoca La Belle Époque, cada estancia ofrece vistas impresionantes a las montañas del Pirineo. Los huéspedes pueden disfrutar de camas 'king-size', baños de mármol y todos los servicios que se esperan de un alojamiento de alto nivel. La combinación de confort moderno y detalles históricos crea un ambiente acogedor y sofisticado.
En la planta baja del hotel se encuentra el Wellness Spa, que tiene más de 420 metros cuadrados, y cuenta con piscina climatizada y zona fitness, además de una biblioteca donde se puede disfrutar de una coctelería única en la zona. Y la recepción se encuentra en el histórico vestíbulo de la estación.
Alojarse en el Canfranc Estación a Royal Hideaway Hotel es una experiencia inolvidable, permite viajar en el tiempo y ser protagonista de la historia de los ferrocarriles españoles, pero con un diseño vanguardista y contemporáneo y con las comodidades propias de un hotel de 5 estrellas. El proyecto de adaptación y remodelación de la antigua estación de ferrocarril ha respetado el ADN del edificio original.
Se podría estar una semana dentro del hotel sin aburrirse, pero el entorno natural que lo rodea es increíble y merece ser visitado y explorado. En la web 'Experiencia Barceló' exponen que el entorno natural ofrece muchas posibilidades de encontrar lugares paradisíacos. Por ejemplo, puedes dirigirte hasta el Ecoparque El Juncaral, en Villanúa. O emprender la Ruta de los Búnkeres de la Línea P para descubrir las construcciones defensivas construidas entre los años 1944 y 1959 por temor a una posible invasión militar desde Francia que nunca se produjo.
La estación durante la Segunda Guerra Mundial
Más allá de su imponente arquitectura, elegancia de época, y su papel como nexo ferroviario, Canfranc desempeñó un papel crucial durante la Segunda Guerra Mundial.
La Estación de Canfranc se convirtió en un punto estratégico para actividades clandestinas y operaciones secretas. Aunque España se mantuvo oficialmente neutral durante el conflicto, la estación fue testigo de un intenso tráfico de personas y mercancías, muchas veces bajo la atenta mirada de los nazis.
Uno de los episodios más destacados fue el contrabando de wolframio, un mineral esencial para la industria armamentística nazi. Este material, extraído de minas en Galicia y Portugal, cruzaba la frontera a través de Canfranc y era transportado a Alemania. En paralelo, la estación se utilizaba para el transporte de oro, proveniente de las reservas nazis y de dudoso origen, que se intercambiaba por el wolframio y otros bienes esenciales.
Sin embargo, la estación también fue un faro de esperanza para muchos. Canfranc se convirtió en un punto de escape para cientos de judíos y opositores al régimen nazi que huían de la persecución en Europa ocupada. A través de contactos con la resistencia francesa y con la colaboración de agentes españoles, estas personas lograron cruzar los Pirineos y encontrar refugio en España, desde donde muchos continuaron hacia América Latina o Portugal.
Existe una novela que cuenta esta parte de la historia, "Volver a Canfranc" de Rosario Raro: Un andén, unas montañas, unos héroes y, al final, la libertad. La historia olvidada de una estación mítica que cambió el curso de una guerra.