Zaragoza

La naturaleza siempre supone un despeje para la cabeza y un respiro para el alma. La rutina. con su rapidez y el desenfreno de la ciudad. hace que vayamos corriendo a todas partes y acabemos agotados al final del día; escaparse a algún parque natural o a alguna zona tranquila y alejada del ajetreo es esencial para la salud mental.

Las excursiones o los paseos por zonas verdes suponen un auténtico descanso, pues descansar no es ‘no hacer nada’ sino dedicarse a otras tareas que requieran menos esfuerzo y sean agradables. Salir de la ciudad acompañado con la pareja, familia o amigos supone también un fortalecimiento de la relación, pues hace que pasemos tiempo de calidad con nuestros seres queridos.

El fin de semana hay que aprovecharlo para hacer las tareas del hogar, la compra… y a menudo no disponemos de tiempo suficiente para pasar fuera todo el fin de semana. Las zonas verdes cerca de la ciudad son la mejor opción. En Zaragoza hay muchos pueblos encantadores, pero a tan solo 20 minutos se encuentra la Balsa de Larralde en la barriada de Torre Medina, un entorno natural que pertenece a la huerta de Garrapinillos.

Mirador de aves en la Balsa Larralde. wikiloc

La zona se encuentra en el término municipal de Zaragoza, apenas a 16 kilómetros del centro de la capital aragonesa, en coche son unos 20 minutos, pero también se puede llegar en transporte público, en autobús el trayecto dura unos 40 minutos. La Balsa de Larralde también es conocida como Balsa de Torre Medina, es un humedal ubicado en Garrapinillos. 

Este espacio natural  tiene muchas de las características para ser una excursión ideal para pasar la mañana. Desde que comienza la ruta, hasta el final no llega a dos horas de duración, dependiendo eso sí de las paradas que uno haga para disfrutar del paisaje, y desde donde comience a caminar. Durante el camino encontramos además un pequeño observatorio de aves.

Inmerso en la huerta de Garrapinillos, este humedal artificial surge en el siglo XIX tras el abandono de una cantera de ‘buro’ una arcilla muy dura y resistente utilizada en la reparación de grietas que frecuentemente aparecían en las paredes del Canal Imperial de Aragón. El afloramiento de aguas en la cubeta resultante favoreció su progresiva naturalización, hasta convertirse en la Balsa que hoy encontramos.

La formación de la balsa de Larralde está ligada a una de las obras hidráulicas más importantes de Europa: el Canal imperial de Aragón. Se trata de un canal de riego y de navegación de 110 km de longitud, construido entre 1776 y 1790 entre Fontellas (Navarra) y Fuentes de Ebro (Zaragoza).