Zaragoza

Los pueblos de Aragón son verdaderos refugios de tranquilidad, donde el tiempo parece detenerse y la belleza natural se despliega en cada rincón. Enclavados entre montañas, valles y llanuras, ofrecen un ambiente único que invita a desconectar del bullicio.

Pasear por sus calles empedradas, respirar aire puro y contemplar paisajes que han permanecido casi intactos a lo largo de los siglos es una experiencia revitalizante para el cuerpo y el alma.

Escaparse a uno de estos pueblos aragoneses es una oportunidad perfecta para sumergirse en la serenidad del entorno rural. Y ya que se hace el viaje, se puede aprovechar e ir al pueblo más bonito de España.

Enclavado en la comarca del Maestrazgo, en la provincia de Teruel, se encuentra Cantavieja, un pueblo que ha sabido conservar su esencia medieval y que ha sido reconocido por la Organización Mundial del Turismo (OMT) como uno de los más bonitos de España.

Rodeado de imponentes montañas y paisajes que cortan la respiración, Cantavieja no solo destaca por su belleza natural, sino también por el profundo valor histórico y patrimonial que albergan sus calles empedradas.

Cantavieja

Al recorrer Cantavieja, es imposible no sentir la historia viva bajo nuestros pies. Los Templarios, los Sanjuanistas y los Carlistas, entre otros, dejaron su huella en forma de edificios, leyendas y gastronomía. Las huellas de personajes como Aníbal Albarca y Ramón Cabrera, conocido como “El Tigre del Maestrazgo”, aún resuenan en las esquinas de este pequeño municipio.

Una visita obligada es al Museo de las Guerras Carlistas, donde se profundiza en la vida de Cabrera y conocer las batallas que sacudieron la región. Este espacio te permite entender mejor la importancia estratégica de Cantavieja en la historia de España.

En pleno corazón del pueblo, la Plaza Porticada te recibirá con la majestuosa iglesia de la Asunción, obra del arquitecto Antonio Nadal, quien orgullosamente afirmó al terminarla: “Ni una igual en Roma”.

Un testimonio de la grandeza arquitectónica que esconde este rincón de Aragón. Además, en la Torre, puedes visitar una de las escuelas más antiguas de la región, datada en 1918, así como ver curiosidades como la vajilla de los romeros de San Juan del Barranco o el reloj de pesos que en su día marcaba el ritmo del pueblo.

Otro de los edificios históricos que no puedes perderte es la Casa del Bayle, antigua residencia de Ramón Cabrera, que aún conserva su fachada original y detalles de la familia Osset. Al atravesar el arco de la Torre de 1612, el tiempo parece detenerse, llevándonos de vuelta a épocas pasadas.

El torreón que preside el municipio, que en su momento fue parte del castillo y ermita del Santo Sepulcro, ofrece una vista panorámica que aún parece custodiar la región. Sus antiguas murallas han visto pasar siglos de historia, desde los íberos hasta la sociedad moderna, y hoy siguen en pie como mudos testigos de los acontecimientos que marcaron la vida de este pueblo.

Uno de los tesoros más preciados de Cantavieja se encuentra en su iglesia gótica, construida por el Castellán de Amposta, Gonzalo de Funes, quien la eligió como su lugar de descanso eterno. En su interior reposa su sepulcro de alabastro, una joya que sigue cautivando a todo aquel que lo contempla.

Naturaleza en Cantavieja

Para los amantes de la naturaleza, Cantavieja ofrece una amplia red de senderos para disfrutar de su entorno natural. Entre las rutas más destacadas está el Mirador de la Tarayuela, donde las vistas te dejarán sin aliento, o la Fuente de la Faldrija, un rincón de paz a orillas del río Cantavieja.

Cantavieja también forma parte del Camino del Cid, y si decides recorrer esta ruta histórica, podrás sellar tu salvoconducto en la oficina de turismo local, una tradición que añade un toque especial a la experiencia.

Si eres de los que viaja en autocaravana, el pueblo también tiene su propio espacio acondicionado para que puedas pernoctar y disfrutar de una estancia tranquila en contacto con la naturaleza.

Cantavieja es, en definitiva, un lugar donde la historia, la naturaleza y el patrimonio se entrelazan de manera única. Un pueblo que invita a perderse en sus calles y a redescubrir el pasado mientras se disfruta de la belleza presente.