La cocina y platos típicos de Aragón en general, tienen un importante hueco dentro del recetario español y gracias a platos tan populares como el ternasco, el pollo al chilindrón o el turrón de guirlache entre otros. Platos típicos que tampoco faltan entre los platos favoritos de las abuelas aragonesas y entre los que se encuentra otra de las recetas imprescindibles cada otoño y con la llegada de la bajada de temperaturas.

En este caso hablamos de uno de esos tesoros gastronómicos que, no solo calienta en otoño e invierno, sino que también es uno de esos platos capaces de transmitir historias de antaño. Una receta original que se sigue cocinando incluso como antiguamente en vasijas de barro o perol, como es el caso de Teruel.

Hablamos por supuesto de las tradicionales sopas de ajo tan tradicionales en Aragón en general y en la gastronomía turolense. En este plato no faltan ingredientes sencillos y llenos de sabor como el pan duro, los ajos, el aceite de oliva, pimentón, huevos, agua o sal. Ingredientes que combinados consiguen una de las sopas más sabrosas.

Una receta sencilla y llena de sabor que sigue presente en el recetario actual a pesar del paso del tiempo y prácticamente fiel a la receta original. Además, también destaca por tener ingredientes ricos en nutrientes esenciales, los cuales aportan vitaminas, minerales y antioxidantes necesarios para un buen funcionamiento del organismo. 

Todo ello, sumado también a los compuestos con propiedades antiinflamatorias que contiene el ajo y que también ayudan a reducir la inflamación en el cuerpo. De hecho, el consumo de esta sopa se vincula a beneficios para la salud cardiovascular al ayudar a reducir la presión arterial.

Cómo hacer la sopa con ajo aragonesa

La sopa de ajo aragonesa es uno de esos platos sencillos que no solo reconforta cuando los termómetros bajan, sino que también permite aprovechar ingredientes básicos que solemos tener en casa. Para empezar, basta con calentar una olla y echar seis cucharadas de aceite.

Una vez el aceite esté caliente, añade seis dientes de ajo cortados en láminas finas y sofríelos a fuego medio hasta que se doren ligeramente, liberando todo su aroma y sabor.

Cuando los ajos ya estén dorados, llega el momento de añadir media barra de pan duro cortado en rodajas de aproximadamente un centímetro de grosor. Remueve bien para que el pan se impregne completamente del aceite y del sabor del ajo. Este paso es clave, ya que el pan no solo absorberá los sabores, sino que también será el encargado de darle la textura característica a la sopa, actuando como un espesante natural.

A continuación, agrega un litro de caldo de verduras bien caliente y deja que todo se cocine a fuego medio durante unos diez minutos, justo el tiempo necesario para que el pan se ablande por completo y los sabores se mezclen perfectamente. Recuerda ajustar la sal según tu gusto, aunque es mejor ir probando para no pasarse.

El toque final lo da el huevo. Simplemente rómpelo directamente en la olla y remueve de inmediato con una cuchara o cazo para que el huevo se cueza de manera uniforme y se deshilache por toda la sopa. Este pequeño gesto le aporta una suavidad increíble y redondea los sabores del plato. Una receta tradicional perfecta para disfrutar bien caliente en los días más fríos.