Durante las Fiestas del Pilar vuelven a casa cientos de zaragozanos para disfrutar de la fiestas. Sin embargo, no son los únicos que disfrutan de retornar a Zaragoza para estos días. Si hay alguien que se ha vuelto una incondicional de las Fiestas del Pilar es Conchi Muñoz y su churrería Mil Amores desde Castellón.
No es para menos porque llevan doce años viniendo ininterrumpidamente de manera exclusiva para las Fiestas del Pilar, fecha que se ha convertido fija en su calendario. "Desde el primer momento nos han acogido súper bien, el boca a boca ha hecho mucho", señala la propietaria, Conchi Muñoz.
Hasta comenta divertida que a pesar de llevar 30 años ubicados en Castellón, desde el primer año que vinieron a las Fiestas hubo una acogida abrumadora: "Nos llegaron a conocer más en Zaragoza que ahí que llevábamos tantos años", relata.
Tanto los 14 trabajadores que la acompañan como Conchi sienten especial cariño a la ciudad como a su gente. "Nos tratan muy bien, son todos muy cercanos", comenta una trabajadora mientras llena el escaparate de churros con chocolate. Y es que desde el primer momento han establecido una base de clientes fieles que les acompañan año a año y algunos de ellos se han convertido en amigos íntimos. "Comemos con una familia todos años que venimos, hemos visto nacer a sus hijos", cuenta animada Conchi.
No es la única anécdota de más de doce años vendiendo churros, buñuelos y porras en la ciudad. El primer año que vinieron, uno de los clientes se ofreció a lavar y secarles los delantales tras la lluvia que había caído en la ciudad. "Me quedé flipando cuando lo hizo", señala.
Sin descanso
La churrería encontró su punto fijo en la calle Cesar Augusto con esquina con la calle Manifestación y ahí se sitúan cada año. "Solo nos movieron al lado del Tranvía cuando las obras del Mercado Central", cuenta Conchi. Después, volvieron a su lugar de origen para continuar endulzando Zaragoza durante el mes que pasan en la ciudad. Este año partirán de rumbo a Castellón el 3 de noviembre hasta el año que viene.
Aunque este año admiten que han notado un bajón de afluencia que hacía tiempo que no veían. "Lo hemos hablado con otros comerciantes y todos notamos que no hay tanta gente y se ha disminuido la venta", señala Conchi.
La churrería apenas descansa tres horas entre las dos de la madrugada y las cinco de la mañana. Momento en el que algunos de ellos aprovechan para preparar el género que se venderá a primera hora. No solo los típicos churros con azúcar, sino que su variedad es mucho mayor con churros con chocolate, porras cubiertas con tres tipos de chocolate, gofres, patatas fritas y un largo etcétera de productos de calidad.
Zaragoza no es la única parada que realizan, sino que van por otros puntos de España como Bilbao o Pamplona durante fechas claves. Sin embargo, señalan que solo para las Fiestas del Pilar y las Fallas desmontan el puesto de Castellón.