Zaragoza

"La ilusión es ir todos juntos". Lo dice Ana Gimeno, quien lleva más de 45 años sin faltar en la cita con la Virgen del Pilar en la Ofrenda de Flores. No va sola ya que le acompaña una gran familia detrás que ha ido creciendo. Primero participada con sus primas, luego con su marido, Manolo Tajada, y ahora tanto con sus hijos y sus nietos que han mantenido la tradición.

Ana y Manuel Tajada, los hijos de la pareja, siguieron los pasos de sus padres y desde corta edad participan en este emblemático acto. "Solo he faltado una vez y fue el año que me casé porque estaba de viaje de novios", recuerda su hija, Ana Tajada. "Es un sentimiento, cada año es especial porque le pido algo diferente a la Virgen, pero sobre todo, salud para la familia", cuenta.

Así, también ha inculcado esta tradición a su marido, Ángel Vicente, quien sin tenerla arraigada desde pequeño, no duda en vestirse cada año. "Todos años le gasto la broma de que no voy a ir, pero es algo a lo que no puedo faltar", relata Ángel, quien junto a su hijo forma parte del grupo de Danzantes de Villanueva de Gállego.

Los que alguna vez han faltado a la fecha por causas más meteorológicas que por falta de ganas ha sido la familia de Manuel con su mujer y dos hijos. Aunque resalta: "Mis hijos siguen queriendo participar y nosotros estamos encantados".

Así, de inicio se reúnen los nueve, pero siempre acaban más de una veintena participando. "Mis primas siempre vienen y nos juntamos en la salida", comenta Ana Gimeno. A lo que añade su hija: "Ya no solo es familia, te juntas con los amigos, con los vecinos del pueblo, con la Rondalla y se forma un gran grupo", destaca.

No solo es una familia unida por la Ofrenda de Flores, sino que en su día a día forman parte de las diferentes organizaciones folclóricas de Villanueva de Gállego. Ana es la presidenta de la Rondalla de Nuestra Señora de Burjazud y se ocupa de la organización del grupo que baja desde el pueblo. Tanto ella como sus padres, su hermano y su sobrina forman parte de esta.

Además, su marido Ángel Vicente y su hermano fueron parte de la vuelta a la vida del grupo de Danzantes del pueblo del que son partícipes. Ahora, este también cuenta con la participación de su hijo Marcos y su sobrino. 

"Que tus nietos formen parte de la tradición y el folclore llena de orgullo", cuenta emocionada Ana. Su nieto Marcos desde hace unos años se hace cargo del estandarte del pueblo en la Ofrenda: "Ilusiona verlo llevar el estandarte de la agrupación cada año", relata.

Cuatro décadas

Haciendo memoria, Ana Gimeno ha visto como ha evolucionado la Ofrenda de Flores con los años. "No había el orden de ahora, guardabas fila según llegabas", recuerda Ana. Así, ha vivido como cambiaba el punto de inicio desde la calle Joaquín Costa o la plaza Santa Engracia o desde la puerta del Carmen. Incluso cuando les hicieron bajar hacia la plaza del Pilar por la calle Don Jaime I en el momento que estaban construyendo el Tranvía.

"Se han hecho muchas cosas bien en la Ofrenda", cuenta Ana. Sin embargo, discrepa de algunas cosas: "Con estas horas de acabar tan tarde se pierde todo un poco", relata esta veterana. "Antes había mucha interacción con otra gente y ahora eso no se puede", concluye.

Aunque, el sentimiento es el mismo. "Una vez que entras en la calle Alfonso te emocionas por el momento que es", relata emociona su hija, Ana.

Ropa, flores y almuerzo

Los días previos a la Ofrenda de Flores son todo un devenir de sacar la ropa del armario y decidir cuál va a ser el mejor conjunto para la ocasión. "Decido según el tiempo que va a hacer porque no te pones la misma falda si va a llover o si la misma camisa si va a hacer calor", señala Ana Tajada. Días antes tiene toda la ropa preparada en un burro para el momento de vestirse.

En su caso, para la Ofrenda de Flores decide ir con ropas más manejables. "Siempre voy más cómoda porque tengo que organizar al grupo", señala Ana Tajada. "El momento de lucirme es el Rosario", responde divertida.

Tanto ella como el resto de su familia tiene ropa confeccionada por ellas mismas. "Nos gusta coser tanto a mi madre como a mí, entonces nos hemos ido haciendo faldas y enaguas a lo largo de los años", cuenta Ana. A lo que señala que lleva muchas horas de preparación porque la ropa de baturra es "una auténtica joya" y se debe cuidar y tratar bien para que perdure con los años.

Aunque este año sus padres no salgan por problemas de salud, el resto de la familia continúa con la tradición. Lo mismo hace su madre, que aunque no vaya a estar presente, el ramo que se entrega a la Virgen del Pilar lo compra ella como un regalo. "De las flores se encarga mi madre, compra las de todos desde hace años", cuenta Ana. 

Otra cosa que no puede faltar en un día como la Ofrenda es la alforja y la bota de vino. "Tienes que ir con bien de comida y bebida que la espera se puede hacer muy larga y luego siempre queda el después", comenta divertido Manuel. 

A horas de que se pongan sus mejores galas de baturros y sumen una edición más a las que llevan, los nervios no se apoderan, sino que la ilusión y las ganas por vivir un gran día en familia superan todo.