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Aragón es una tierra repleta de contrastes y muy rica en lo que respecta a la cultura, entre lo que puede incluirse la lingüística. Y es que, más allá del resto de lenguas que pueden encontrarse en España, no podemos olvidarnos de que Aragón también tiene su propia lengua.

Aunque no sea la mayor parte de la población la que hable fabla (como se conoce al aragonés), lo cierto es que sí es habitual encontrar en el día a día palabras y expresiones típicas aragonesas. Uno de los ejemplos más entrañables lo encontramos dentro del ambiente familiar.

Concretamente nos referimos esta vez a un apelativo familiar tradicional que se usa todavía en algunas zonas de Aragón para referirse a los abuelos: Lolo para el abuelo y Lola para la abuela. Este término es similar a otros apelativos familiares comunes como "mamá", "papá" o "tío", que no requieren artículo cuando se usan para referirse a los propios abuelos.

Hablamos en este caso de un término con una larga historia a sus espaldas y del que ya hay evidencias desde 1859. Un apelativo cada vez menos utilizado, pero que todavía es posible escuchar en algunas zonas de Aragón, donde este se resiste a desaparecer o ser sustituido por otras fórmulas más modernas.

Aunque actualmente el término Lolo y su variante femenina Lola es más común en zonas como Cheso, Ansotano y algunas áreas de Sobrepuerto y el Sarrablo histórico, antiguamente tuvo una mayor extensión, llegando a lugares como Ribagorza y Sobrarbe.

El apelativo aragonés más entrañable

No fue hasta mediados del siglo XX, cuando Lolo y Lola comenzaron a ser apelativos comunes en buena parte de Aragón. Sin embargo, la influencia de las zonas urbanas ha hecho que con el paso del tiempo términos como "yayo" y "yaya" ganen más popularidad, relegando estos apelativos tradicionales a un segundo plano. En algunas áreas incluso se les ha dado un significado peyorativo, algo que en su origen no tenía.

Otras referencias indican que el apelativo Lolo también pudo haber sido usado en la provincia de Teruel, ya que guarda ciertas similitudes con el término valenciano, aunque, al igual que en Aragón, también ha caído en desuso en esta región.

Un cambio que sin duda refleja la evolución de la lengua, influenciada por el contacto con otras culturas y dialectos, pero que a su vez recuerda la importancia de mantener vivas estas pequeñas joyas lingüísticas.

La historia de Lolo y Lola no es reciente. Ya en 1859, el escritor y lexicógrafo Gerónimo Borao mencionaba la existencia de este apelativo en su Diccionario de voces aragonesas, destacando que era utilizado con frecuencia, especialmente por los niños, para referirse a la abuela. Aunque el término "lola" no estaba oficialmente incluido en su diccionario, Borao confirmaba su uso generalizado en Aragón, lo que refuerza la antigüedad y el arraigo de estas palabras en la región.

Lolo y Lola no son por lo tanto solo apelativos que nos conectan con el pasado, sino que también forman parte del legado cultural y lingüístico que define a Aragón. A pesar de que muchas de estas palabras hayan caído en desuso, su esencia sigue viva en aquellas zonas rurales que las conservan. Todo un símbolo aragonés de la cercanía familiar y la identidad regional.